Ocurre cada día. La imagen que en otro tiempo sólo afloraba en periodo estival lo hace ahora en cualquier otro periodo vacacional, cuando no en un puente inesperado. Terminales abarrotadas y aeropuertos forzados a proyectar ampliaciones tras quedarse pequeños. Más rutas y conexiones, más viajeros y… más contaminación. En España las cifras de vuelos y pasajeros no dejan de crecer, y con ellas, la emisión de gases nocivos sobre nuestros cielos. Los últimos datos de AENA constatan hasta el mes de noviembre de este año han pasado por nuestros aeropuertos un total 287 millones de pasajeros. Se trata de una cifra récord y un 9,4% más que el mismo periodo del año pasado.

La 'descarbonización' de los cielos es la gran asignatura pendiente de nuestra transición energética. Y así continuará mientras no deje de crecer el número de viajeros que tomaron un vuelo en alguno de los 46 aeropuertos o el combustible de la aviación no evolucione de manera generalizada hacia una alternativa más sostenible. Por ahora, el dato de consumo de queroseno también registra cifras récord. Según, Cores, el organismo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en los diez primeros meses de este año el consumo de este combustible para usos de la aviación alcanzó los 6,24 millones de toneladas. Si la tendencia del año pasado se mantuviera durante los meses de noviembre y diciembre el consumo anual con el que cerraremos este año rondará los 7,30 millones de toneladas.

El incremento y el impacto medioambiental es innegable. Sólo en la última década el consumo de este producto petrolífero que la Organización Mundial de la Salud considera contaminante y gran emisor de gases de efecto invernadero, ha aumento un 32%. En 2015 en nuestro país el tráfico aéreo era significativamente menor y con él el consumo de este combustible, que apenas alcanzó los 5,50 millones de toneladas.  

193.000 aviones... sólo en noviembre

La popularización del avión, en gran medida por el desarrollo de la oferta ‘low cost’, queda patente si se compara el tráfico que registraban nuestras terminales hace una década. Entonces los datos de AENA señalaban que el número de viajeros aereos a lo largo de todo 2015 fue de 207,4 millones. Se trata de un incremento del 38% respecto a los 287 registrados que ahora, sólo en los diez primeros meses de este año, registramos. A ellos aún habrá que sumar los datos de este mes de diciembre, de gran actividad aeroportuaria.

Basta con analizar el número de aviones que aterrizaron y despegaron de nuestros aeropuertos para imaginar el importante impacto al medio ambiente que generamos con nuestros desplazamientos cuando subimos a un avión. Los datos de AENA, el gestor aeroportuario de nuestro país, señalan que este mes se han realizado nada menos que 193.247 movimientos de aviones en nuestras terminales, lo que supone un repunte del 11,1% respecto al mismo mes del año pasado. A los vuelos de pasajeros hay que sumar los vuelos vinculados al transporte de mercancías, que también repuntaron, y de modo aún más elevado: un 17,6%.

En casi la mitad de nuestros aeropuertos este mes de noviembre ha sido de récord. Destaca sobre todos ellos el de Adolfo Suárez Madrid-Barajas que sólo en este mes pasado registró el tránsito de 5,28 millones de pasajeros. El segundo en la lista es el Josep Tarradellas Barcelona-El Prat, con 4 millones y el tercero el de Málaga con 1,6 millones de pasajeros.

Más consumo de combustibles

El consumo en queroseno que requieren los aviones es sin duda la consecuencia más negativa para la transición energética y la descarbonización en la que está inmersa la economía española y europea. El transporte aéreo y el marítimo son dos de los puntos débiles de todo el proceso y que mayor retraso acumulan. De media, en España la aviación consume entre medio millón y 720.000 toneladas de queroseno. Los meses de julio y agosto, cuando el desplazamiento aéreo con fines vacacionales se dispara, ese consumo alcanza las cuotas más altas. Si hace una década el consumo en meses estivales rondaba las 560.000 toneladas de queroseno, este pasado verano alcanzó las 722.000 toneladas.

Si la descarbonización de los cielos está lejos de alcanzarse, la de las carreteras también parece por ahora lejana. Los datos de Cores demuestran que el consumo de combustibles no ha dejado de crecer. Pese a que la entrada de los biocombustibles empieza a mitigar ese impacto, la ralentización de la implantación del coche eléctrico está frenando el avance en el que más se confía. Sólo el año pasado en España se consumieron 6,06 millones de toneladas de gasolina, lo que supone un 30% más que los 6,45 millones de hace una década. En lo referente a los gasóleos, la evolución en estos diez años ha sido diferente. El consumo se ha reducido levemente, al pasar de los 29,7 millones de toneladas a los 29,5 del año pasado. Se trata del producto petrolífero más consumido en España.

Al queroseno, las gasolinas y los gasóleos se les suman otros productos menos contaminantes, como el Gas Licuado del Petróleo, un combinado del propano y el butano, que ha aumentado ligeramente. Supone un consumo de 2,09 millones de toneladas, frente al 1,96 millones de 2015, según Cores. Otros derivados como los lubricantes, el coque o el BIA completan el consumo de derivados petrolíferos, con otros casi 13 millones más de toneladas.