Capturar un olor en una parte del mundo y liberarlo en otra cuando queramos. Eso es lo que promete la teletransportación de olores. Suena a ciencia ficción, pero hay científicos que ya están trabajando en ello, y que en los últimos meses han realizado avances prometedores. Su visión es que, en un futuro, podremos enviar fragancias a quien queramos exactamente de la misma manera que hoy en día enviamos fotos, vídeos o música a través de aplicaciones como Gmail o WhatsApp. Pero para ello hay que 'otorgarle' a nuestros ordenadores el don del olfato.
"Osmo se lanzó oficialmente en 2022", cuenta Alex Wiltschko, fundador y CEO de la compañía, desde Nueva York a El Independiente. "A mí siempre me ha fascinado el olfato, lo que me llevó a hacer un doctorado en neurociencia olfativa en Harvard. Al final me encontré siendo investigador científico en Google, donde mi equipo trabajaba en la digitalización del olor. Pero sabía que podíamos hacer algo más, así que lancé la empresa como una startup independiente con el apoyo de Lux Capital y Google Ventures", añade.
En un artículo escrito en la web de Osmo, Wiltschko pone varios ejemplos del uso que podrían darle a esta tecnología: "Imagina poder oler los lirios que crecieron cerca de la casa de tu infancia desde cualquier parte del mundo. O visitar la Capilla Sixtina y enviar a un ser querido el olor de pintura vieja y yeso. O estar viendo una película sobre marineros perdidos en el mar y que todo el cine huela el agua salada. O capturar el aroma de tu futuro esposo el día de tu boda para que puedas saborear ese momento para siempre".
El empresario admite que todo esto puede sonar demasiado "futurista", pero defiende que ya están haciendo realidad una "versión preliminar de esta tecnología". El funcionamiento de su sistema puede resumirse en tres pasos. Usando el mismo ejemplo que pone el CEO, un sensor capta el aroma de un campo de lavanda, por ejemplo. Un procesador identifica todas las moléculas en acción en esa fragancia. Una impresora encuentra la combinación correcta de aromas para reproducirlo. Y pronto, un laboratorio de Nueva York huele como campo de lavanda de California.
Si nos ponemos técnicos, en realidad lo que sucede es que un sensor molecular, llamado cromatógrafo de gases y espectrómetro de masas (GC/MS), identifica las moléculas en acción en un aroma concreto y, utilizando la inteligencia artificial y el mapa de aromas patentados de Osmo, genera una fórmula lista para la teletransportación. Finalmente, el aroma se puede recrear utilizando una impresora especializada, aproximadamente del tamaño de un refrigerador. Así que en realidad no es que 'teletransporten' el aroma, sino que son capaces de generarlo copiando su estructura molecular.
Wiltschko tiene claro hacia donde quiere dirigir la compañía: "El objetivo último, y lo que más me interesaba al crear la empresa, es crear una tecnología que permita a los ordenadores identificar e interpretar olores para detectar enfermedades. Sabemos que el olfato contiene información para hacerlo, pero aún no se ha enseñado a los ordenadores a hablar ese lenguaje o a interpretar esos datos. Osmo lo está convirtiendo en una posibilidad".
Pero por el camino se podrá usar para muchas otras cosas. Sin ir más lejos, hace unos días Osmo presentó unos sensores de olores que distinguen los productos auténticos de sus falsificaciones, una técnica que podría tumbar negocios que facturan millones cada año. "Los sensores leen las firmas de olor únicas de los productos auténticos y usan inteligencia artificial para identificar falsificaciones con precisión y velocidad. Son una nueva herramienta que protege de una manera en la que los códigos de barras y las etiquetas RFID (identificación por radiofrecuencia) nunca pudieron", aseguraron desde la compañía.
Las posibles aplicaciones son incontables. "La digitalización del olor tiene numerosas implicaciones para la salud y el bienestar humanos, desde la detección de enfermedades y sustancias químicas agresivas para el medio ambiente hasta la repulsión de insectos dañinos", resume Wiltschko. Imaginen algo así utilizado para prevenir una pandemia como la del Covid-19.
Olores nuevos para los humanos
Con todo, de momento han empezado por lo más básico. "Nuestro objetivo más inmediato son las fragancias. Este año hemos podido recrear nuestro primer aroma real, una ciruela recién cortada, utilizando el teletransporte de aromas. Esto nos permite tomar fragancias existentes, mapear sus moléculas y duplicarlas, lo que hace que los químicos puedan desarrollar nuevos ingredientes para productos perfumados al doble de velocidad y con la mitad de coste que los enfoques tradicionales. También somos capaces de desarrollar nuevos ingredientes de fragancias, que tendrán en cuenta la seguridad, la biodegradabilidad, la estabilidad y el rendimiento", desliza Wiltschko.
- ¿Podréis reproducir todos los olores del mundo?
- Es mucho decir. En teoría, la plataforma olfativa que estamos construyendo es capaz de reproducir cualquier olor conocido. Y ya hemos obtenido fórmulas que ningún ser humano ha olido jamás.
En paralelo, Wiltschko considera que esta tecnología serviría para desbloquear un nuevo conjunto de datos con los que entrenar a la IA. "Los modelos extensos de lenguaje -como ChatGPT- requieren enormes reservas de datos nuevos para seguir aprendiendo al mismo ritmo. Y esos datos están resultando cada vez más escasos. Por eso nuestro trabajo sería especialmente valioso en una era de escasez de datos basada en derechos de autor. No sólo necesitamos más datos: necesitamos modalidades de datos completamente nuevas", afirma.
Osmo ya ha empezado a comercializar su trabajo con el lanzamiento en octubre de tres nuevas moléculas aromáticas -Glossine, Fractaline, Quasarine- disponibles para su uso y compra en los mercados de EE.UU. y la UE. En general, ven casos de uso en sectores como el de los productos de perfumería, de la salud y el bienestar, e incluso casos de uso gubernamental. Así que entienden que esto es solo el principio y queda "mucho más por venir".
Pero, como siempre, una nueva tecnología genera nuevas preguntas. Entre ellas, cómo legislar algo así. "El sector de las fragancias está en gran medida autorregulado. Las empresas que las diseñan y fabrican se vigilan estrechamente a sí mismas y se aseguran de que los ingredientes utilizados en las fragancias sean seguros. Se trata de un sector en plena evolución, pero observamos una tendencia en la que los consumidores exigen más transparencia y productos acordes con sus valores", concluye Wiltschko.
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