Hay quien lo define como un impuesto silencioso. Con cada subida del Índice de Precios al Consumo (IPC) aumenta el coste de la vida y, por tanto, decrece el nivel de poder adquisitivo. Detrás, una simple cuestión matemática: a mayor coste de productos e igual sueldo, menos se puede comprar. Los monederos han cundido cada vez menos en unos años en los que, debido a factores como la invasión rusa de Ucrania o el alto coste de la electricidad en momentos de crisis energética, se ha disparado la inflación. En sus peores momentos, en verano de 2022, en España el IPC ha llegado a aumentar de un mes para otro a doble dígito. Hasta bien entrado 2023, los alimentos aumentaron como poco un 10% mes a mes, lo que golpeó con fuerza a los hogares.

Para compensar algo este alza de precios, el Gobierno ha tomado medidas como el aumento de las pensiones, especialmente de las mínimas y las no contributivas, y el incremento del Salario Mínimo Interprofesional. Desde enero de 2019, año en que este se situó en unos 900 euros mensuales multiplicados por 14 pagas al año, el SMI ha aumentado a 1.134 euros mensuales en 2024, lo que representa una subida del 26%. Sin embargo, en este mismo periodo, según datos del INE, el IPC ha acumulado una subida del 20,7%. Esto quiere decir que la inflación se ha comido ocho de cada diez euros del aumento del SMI de los últimos cinco años.

Es cierto que el SMI ya había subido antes de 2019. Entre 2017 y ese año, durante el primer mandato de coalición progresista, que lideró el PSOE con el apoyo de Unidas Podemos, el Gobierno pactó un SMI que pasó de 707 euros primero a 734, y de ahí a 900, un aumento que finalmente fue de más del 22%, el más alto de la historia. En total, desde 2017 el SMI ha subido algo más de un 60%, mientras que el IPC, que solo se ha desbocado de verdad en los últimos tres años, solo ha subido un 22,6% en el mismo periodo.

Esto debería dar al Gobierno algún argumento más para negociar. Desde los sindicatos, sin embargo, dan por amortizadas todas las subidas, pues con los datos en la mano, queda poco para que la inflación termine de devorar al menos las subidas que se han producido desde que el SMI alcanzó los 900 euros, una cifra que muchos desde la parte social consideran lo mínimo exigible para poder vivir, especialmente con el problema que asola la vivienda. Su objetivo ahora es situar el SMI no muy lejos del salario medio.

El pasado mes de noviembre, Pepe Álvarez, secretario general de UGT, le puso cifras a esta intención. Considerando que, según el Eurostat, el salario medio en España se sitúa cerca de 1.300 euros, el objetivo del sindicato es lograr al menos una subida más del SMI del 6% para elevarlo por encima de los 1.200 euros brutos en 14 pagas.

Unos meses antes, Unai Sordo, secretario general de CCOO, el otro sindicato mayoritario, se expresaba en términos parecidos: "Seguramente alguien empiece a especular con que el SMI tiene que subir en la misma proporción que el IPC, bueno, esa es una opción, pero nosotros vamos a ir más bien por otra opción y es que el SMI tiene que subir al menos en la misma medida que lo hagan los salarios medios en nuestro país, y los salarios medios desde este año han subido ya bastante más que la propia la propia inflación".

No lo ve nada claro Antonio Garamendi, presidente de la CEOE. La patronal ya se salió de la negociación de las últimas subidas del SMI, y hoy entiende que un aumento como el que plantean los sindicatos haría daño sobre todo al pequeño comercio, al campo y a los autónomos: "Subir el SMI es una facultad del Gobierno, previa consulta de los agentes sociales. No es un tema solo del diálogo social. Curiosamente, los expertos han pasado a las filas de algunos partidos como portavoces. Creemos que esto debe ir en la negociación colectiva".

Una negociación mirando al IPC y al salario medio

Este jueves, Carlos Cuerpo, ministro de Economía, ha defendido en una entrevista concedida a RNE una posible subida del SMI que guarde relación con lo que están subiendo los salarios y con lo que suben los precios. "Hay un compromiso claro por parte del Gobierno de seguir ajustando, seguir subiendo el salario mínimo interprofesional. Queremos que siga acompasado con ese 60% del salario medio. Sabemos que el salario medio sigue creciendo. Esto es otra de las consecuencias de las buenas cifras macro, que los salarios van subiendo. De hecho, las últimas estimaciones son que el salario medio podría haber crecido en torno al 4% en 2024. Hay que seguir ajustando el salario mínimo en la línea de lo que está haciendo el resto de la economía", ha subrayado Cuerpo.

Precisamente este es uno de los objetivos de la Comisión asesora para el análisis del SMI. Conformado por el propio Ministerio de Trabajo, este comité de expertos se reunió el pasado mes de diciembre con una cifra en mente: el salario mínimo debe subir como mínimo con arreglo a la inflación y rondar el 60% del salario medio, tal y como recoge la Carta Social Europea. La comisión está conformada por economistas de CCOO y UGT, asesores del Ministerio de Trabajo y del de Economía, y por profesores de la UNED, la Universidad de Málaga, la Universidad Pompeu Fabra, la Universidad de Salamanca y la Universidad de Oviedo.

Una vez Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, tenga sobre la mesa las conclusiones de este comité, está previsto que convoque la mesa de diálogo para negociar la subida del SMI, algo que podría ocurrir en las próximas semanas. De aprobarse, esta podría tener carácter retroactivo para aplicarse a partir de este mismo 1 de enero, como ya sucedió con la de 2024. Esta es una razón para tomárselo con calma en un contexto en el que todavía está en el aire la complicada negociación de la reducción de la jornada laboral. La inflación, sin embargo, les come cada día más terreno.