La figura de Rosauro Varó ha sido estado dotada de cierta ubicuidad en el Madrid de los últimos años. Podía estar aquí y allá, dependiendo del día, de la necesidad y de quien hubiera cursado la invitación. Su nombre y su primer apellido ha acaparado titulares en la prensa salmón, en la impresa en papel couché y en la generalista, dado que sus actividades han resultado de interés en todos estos campos.

Forma parte de una especie de nueva jet set del empresariado madrileño que copa distintos puestos en Consejos de Administración y ámbitos de influencia; y que han encontrado caminos paralelos en negocios como el de las telecomunicaciones, el audiovisual, el digital o el del transporte. Prueba de su ascendencia es que Varo, y algunos de estos nombres, figuran como parte del Patronato del Teatro Real, presidido por Gregorio Marañón y Bertrán de Lis.

Varo era citado este miércoles por la mañana dentro del juzgado de Juan Carlos Peinado, situado en la Plaza de Castilla madrileña. El secretario general y de Regulación de Telefónica España, Nicolás Oriol, le situó como el vínculo al que recurrió Begoña Gómez para pedir ayuda a la compañía de telecomunicaciones para desarrollar la plataforma -el software- para su máster en la Universidad Complutense.

El resto de la historia se ha contado mil y una veces: la esposa del presidente del Gobierno consiguió que la operadora, que Indra -público-privada- y que Google -cuyo director de Relaciones Institucionales fue secretario general del PSOE en Chile- desarrollaran de forma altruista esta web, a través de una serie de pactos que están sobre la mesa de Peinado desde hace meses.

Distrito Telefónica

Los encuentros en Telefónica se produjeron en su sede central en Madrid, donde su cuadro directivo se mueve entre largos pasillos y decoración que se encuentra en el extremo contrario de la ostentación, con discretas salas de reuniones. Allí participaron Sergio Oslé, el consejero delegado en España de la operadora; y el propio José María Álvarez-Pallete, quien también es amigo personal de Varo.

El mundo es un pañuelo y la Villa y Corte madrileña es una especie de pecera en la que los iguales se cruzan una y otra vez. No resulta sorprendente que Varo conociera a Begoña Gómez porque los dos han coincidido en algunos círculos concéntricos. Javier Hidalgo es su amigo en común, íntimo en el caso de Varó y socio, en su día en el lucrativo negocio de Pepephone.

Juntos -bajo el liderazgo de Pedro Serrahima- apostaron fuerte por la compañía, que vendieron a MásMóvil por 158 millones de euros en 2016. Serrahima recaló después en Globalia -de los Hidalgo- y, posteriormente, en Telefónica. Primero, como jefe de O2 y, después, como responsable de sus marcas en España.

Rosauro Varo -consejero de Acciona Energía- gestiona GAT Inversiones, un fondo que llegó a ser uno de los principales tenedores de licencias de VTC de España, de las cuales, por cierto, se deshizo en 2019 tras completar una operación con Cabify.

En Telefónica ha ejercido desde 2023 de vicepresidente de Movistar Plus y de vocal del Consejo Asesor de su histórica filial española. Allí llegó después de su salida del Grupo Prisa, una empresa de la que llegó a ser vicepresidente -no ejecutivo- y en la que mantuvo algunas tensiones con algunos de sus directivos, según recuerdan por allí, como consecuencia de su papel en la compañía y por determinadas informaciones que aparecieron en la prensa y por las que fue señalado por algún directivo.

Varo siempre se ha desvinculado del PSOE, pese a los diferentes artículos que han encontrado un nexo entre él y el partido. Su madre estuvo ligada al partido en Andalucía, pero en su caso no se le conoce afiliación ni filiación, más allá de su ahora evidente vínculo con Begoña Gómez y de los cruces de caminos en los que han coincidido.

Puede decirse que se le ha visto bailando sevillanas con Susana Díaz o en la fiesta de 70 cumpleaños de José María Aznar. En público, aparece frecuentemente con su mujer, Amaya Salamanca, con la que tiene tres hijos. Entre su despacho en el Paseo de la Castellana, a pocos metros de Recoletos, el Teatro Real y los eventos más chic de la noche madrileña existe una ruta que es, en algunos casos, más corta de lo que parece.