Cuando se les pregunta, lo tienen claro: quieren estar dadas de alta en la Seguridad Social. Así se lo confiesan a El Confidencial tres trabajadoras domésticas que, por temor a perder su empleo, prefieren no dar su nombre. "Sí que me gustaría estar dada de alta, pero aún estoy en el proceso de que me den la residencia española. Mis empleadores me han dicho que después me van a dar de alta", dice la primera de ellas.
"Claro que me gustaría estar dada de alta porque ni siquiera puedo acceder al sistema de salud por no estar cotizando. Me pasó hace dos semanas. Afortunadamente, tengo seguro privado y me pudieron atender de urgencia. La persona con la que trabajo está muy de acuerdo en poderme ayudar a darme de alta lo antes posible", relata la segunda. "Ningún empleador te quiere dar de alta. Yo cotizo, pero porque trabajo además en el Burger King. Hace tiempo, trabajé ocho horas diarias para una chica. Nunca me quiso dar de alta", concluye una tercera.
A pesar de sus deseos, la Seguridad Social dice que son menos que nunca. En concreto, los últimos datos de afiliación muestran que quienes forman parte del Régimen especial de empleados del hogar sumaron en enero de 2025 apenas algo más de 350.000 personas. Hay que irse a julio de 2012, año en que se puso en marcha la regularización de este colectivo, para encontrar una cifra menor.
El dato da continuidad a un fenómeno, el descenso en número de este tipo de cotizantes, que viene produciéndose desde los veranos de 2015 y 2016, cuando los afiliados a este régimen tocaron el que hasta ahora ha sido su techo: más de 430.000 afiliados. Pero desde entonces han pasado también muchas cosas. La última, una subida del SMI pactada entre Gobierno y sindicatos que eleva el suelo salarial en trabajos por cuenta ajena (esto incluye a las propias empleadas del hogar que lo perciben) a los 1.184 euros en 14 pagas. La subida de este SMI impacta de manera especial en un colectivo, el de las trabajadoras domésticas, tradicionalmente mal pagado. Más de un empleador, denuncian las propias trabajadoras, ha podido ver en estas subidas un motivo más para no dar de alta a quien trabaja en su casa.
Desde el Gobierno dan otra explicación. Joaquín Pérez Rey, secretario de Estado de Trabajo y mano derecha de la ministra del ramo, Yolanda Díaz, se pronunció al respecto el pasado martes: "Los efectos del SMI sobre el mercado de trabajo han sido netamente positivos. Han combatido la pobreza salarial, han reducido la brecha de género y han impulsado el conjunto de los salarios". El Ministerio de Trabajo apunta, por tanto, hacia otro lugar. "Hay un cambio en las pautas de contratación. Cada vez es más frecuente no acudir directamente a las empleadas para contratarlas a través de empresas que proporcionan estos servicios. Estas empleadas pasan al Régimen general", ahondó Pérez Rey.
Hay quien no ve tan claro que sea solo un trasvase. Carlos Bravo, secretario de Políticas Públicas y Protección Social de CCOO, tiene su propia idea del asunto: "Podríamos pensar que lo que pasa es que hay menos trabajadoras domésticas, pero esto no es verdad. Está habiendo un nuevo proceso de involución en las altas de este tipo de trabajadoras. No es la primera vez que ocurre. Hay una relación directa entre las campañas de sensibilización y las altas. En 2011 se integraron el régimen especial y se pasó de 200.000 relaciones en alta a 450.000, que fue el tope. Luego volvió a bajar. Con el tiempo, la actividad se vuelve a sumergir. Lo que necesitamos en este sector es sensibilización y prevención".
La Encuesta de Población Activa apunta también hacia algo más que un cambio de cromos. Según el INE, entre los años 2015 y 2016 el número de empleadas domésticas (el peso de los hombres en el sector es ínfimo) se mantuvo por encima de 450.000, apenas 20.000 personas más que el número de afiliadas en el Régimen especial de trabajadoras del hogar. En plena pandemia, la cifra descendió a cerca de 380.000. Sin embargo, en los últimos años el número de empleadas domésticas según la EPA se ha recuperado hasta alcanzar en 2023 los 415.000. Esto quiere decir que, mientras que cada vez más mujeres reconocen formar parte del sector, cada vez hay menos afiliadas.
Y eso que los castigos en caso de que el trabajador esté en situación irregular son severos. "Los empleadores que no dan de alta a sus trabajadoras asumen riesgos muy grandes. Cualquier accidente de trabajo significa una responsabilidad objetiva por la que tienen que responder personalmente. Puede tener consecuencias económicas y sancionadoras muy duras. Es verdad que el domicilio es inviolable y que no puede entrar un inspector laboral, pero no hace falta que entren: basta con que se sepa que hay una trabajadora en un domicilio para actuar", recuerda Bravo. Inspección de Trabajo puede multar con hasta 7.500 euros a quien tenga una trabajadora doméstica en casa sin estar dada de alta.
Un problema europeo
No es la única obligación del empleador. El pasado mes de diciembre el Tribunal de Justicia de la Unión Europea recordó que estos están obligados a establecer un sistema que permita registrar la jornada diaria de las trabajadoras del hogar. "Los problemas que suelen tener las trabajadoras del hogar son parecidos en todos los países de Europa. Es un empleo precario, poco reconocido y vulnerable, donde no es difícil que pueda darse acoso laboral. Además, muchas sufren jornadas que no están definidas. Las que están de interinas por ejemplo no saben cuándo empiezan y cuándo acaban, y viven siempre con miedo de que las puedan echar si no cumplen con alguna tarea. Como no cuentan con un centro de trabajo al que podamos acudir, tienen que venir al sindicato ellas. Hay muchas cosas que no vemos", explica a este medio María Carmen Donate, secretaria federal de la Federación de Servicios, Movilidad y Consumo de UGT.
Donate forma parte también de la Federación Europea de Sindicatos de los sectores de la Alimentación, la Agricultura y el Turismo y ramas afines (EFFAT, por sus siglas en inglés), una unión europea de sindicatos que, entre otros muchos temas, trata la cuestión de las trabajadoras domésticas. "Hay casi 10 millones de trabajadores domésticos en Europa que trabajan en hogares privados u otros. Aunque representan una fuerza laboral enorme y vital, a menudo se les ha negado su contribución económica y social y anhelan ser reconocidos", explican desde la EFFAT sobre las trabajadoras domésticas. Está previsto que el próximo 13 de febrero se reúnan para tratar una cuestión que también genera ya discusión en España.
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