Enero nunca es un mes fácil. El final de las fiestas navideñas enfrenta de nuevo a los trabajadores con su rutina al tiempo que, con rebajas o sin ellas, el gasto se contrae para compensar los excesos de diciembre: la famosa cuesta de enero. Lo sienten los negocios, que acaban sus campañas especiales de contratación para vender más, y lo siente por consiguiente la economía, que ve siempre repuntar las cifras de paro en el primer mes de año.

Este 2024 no ha sido una excepción, aunque las cifras han venido atenuadas en esta ocasión por la buena marcha del empleo. El paro subió en 38.725 desempleados en enero, hasta rozar los 2,6 millones de desempleados. Por otro lado, la afiliación media a la Seguridad Social bajó en algo más de 242.000 personas hasta situar la cifra global por debajo de los 21,1 millones de ocupados, aunque en valores desestacionalizados se marcó un récord de casi 21,4 millones de afiliados.

Con todo, se trata de la menor cifra de paro desde un 2008 en el que la burbuja inmobiliaria permitía a España presumir de datos históricos durante la segunda legislatura del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. En total, han pasado 17 años desde que España no bajaba de la barrera de los 2,7 millones de desempleados. La cifra permitió esta semana sacar pecho al actual presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, que en un acto comentó que, a pesar de un contexto internacional "tan difícil", con una guerra en Ucrania, otra en Oriente Próximo y "tambores de guerras comerciales" que "están abriendo potencias no menores", los datos de la economía española resultan en su opinión esperanzadores.

Pero no todo son buenas noticias, al menos a la hora de cuadrar los números. A pesar de unos datos de paro históricamente bajos, el gasto en prestaciones por desempleo se situó en 2024 en 23.163 millones de euros, según los datos proporcionados por la Seguridad Social. La cifra supera en un 4,5% los 22.130 millones de 2023 y en un 8,7% los 21.278 millones de euros contemplados en los presupuestos generales de 2024, que prorrogan los de 2023 después de que el año pasado el Gobierno no consiguiera mayoría para aprobarlos. Para hallar unas prestaciones por desempleo tan elevadas hay que irse los años de la pandemia, cuando los ERTE ejecutados por las empresas dispararon esta partida de gasto hasta los 36.400 millones de euros en 2020 y hasta los 24.500 millones de euros el año siguiente.

Para explicar estos datos hay que recordar en primer lugar que el pasado verano el Gobierno aprobó una reforma del subsidio por desempleo que entró en vigor plenamente el pasado mes de noviembre. Esta amplía los subsidios por desempleo a colectivos que carecían de esta cobertura, como los menores de 45 años sin responsabilidades familiares, los trabajadores agrarios eventuales y los españoles emigrantes que retornan sin derecho a esta prestación.

La nueva norma eleva también, entre otras muchas medidas, el porcentaje del Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples, (IPREM), el principal indicador en España para referenciar la cuantía de ayudas y subsidios en base a renta, y permite por ejemplo compatibilizar empleos y becas con el cobro del subsidio o del paro.

Las prestaciones contributivas tiran del gasto

Pero hay muchos más factores que explican el aumento del gasto. El primero, la tasa de cobertura, es decir, el número de personas desempleadas que reciben prestación. Se encuentra en el 74,51%, su cifra más alta desde 2010.

Otro motivo tiene ver con el aumento de la prestación media por beneficiario, que ha pasado de ser de 1.070 euros en diciembre de 2023 a ser de 1.192,3 en el último mes de 2024, un incremento interanual del 11,4%. Detrás de esto, la cuantía media de la prestación contributiva, la que se otorga a aquellos que, queriendo y pudiendo trabajar, pierden su empleo, ha pasado de ser de 990 euros en 2023 a ser de 1.019 en el último mes de 2024, una subida del 2,9%. Esto quiere decir que quienes perciben el paro han cotizado por sueldos algo mayores y, por tanto, cuando se quedan en desempleo, les toca recibir algo más.

Como resultado, solo en diciembre de 2024 el gasto en prestaciones por desempleo se fue a los 2.084 millones de euros. La cifra no solo es un 8,3% superior al mismo mes de 2023, sino que se trata del gasto más elevado en un solo mes desde los tiempos de la pandemia. En concreto, hay que irse al menos a mayo de 2021, cuando se gastaron más de 2.300 millones de euros en prestaciones, para encontrar una cifra superior.

No todas las prestaciones por desempleo han subido de la misma manera. En el mes de diciembre de 2024, las prestaciones contributivas representaron un gasto por encima de los 1.440 millones de euros, una cifra comparable con los 1.290 millones de euros que supuso esta partida en 2023. Se trata de nuevo de un avance a doble dígito, del 11,9%, en el gasto en prestaciones más oneroso, el que tiene que ver con quienes cotizaron al paro. Además, los subsidios por desempleo, el dinero que se recibe cuando se agota la prestación contributiva, representaron un desembolso de 560 millones de euros, un 3,4% más que los 541 millones de 2023. El retroceso de las partidas menos cuantiosas no consigue compensar estos aumentos: la renta activa de inserción retrocede casi un 20%, hasta casi 37 millones de euros, y el subsidio eventual agrario cae un 7,1% interanual para totalizar algo más de 41 millones en el mes.

Todo ello, en un contexto en el que, por la buena marcha del empleo, han bajado el número de beneficiarios: de 1,83 millones en diciembre de 2023 a 1,78 el último mes de 2024, un descenso del 2,6%. Pero, de nuevo, el truco está en los detalles. Quienes reciben pensiones contributivas han pasado de significar algo más de 855.000 personas en 2023 a ser 915.000 en diciembre de 2024, un aumento del 7%. No lo compensan el descenso de un 10% de quienes reciben subsidio ni el descenso de más de un 20% de quienes reciben renta de inserción. Los beneficiarios de subsidios agrarios bajan también más de un 6%.