Es el carburante que aún mueve la economía en Europa. En un continente inmerso en un proceso de descarbonización, el petróleo y algunos de sus derivados siguen hoy marcando el ritmo. En un contexto de incertidumbres como el actual, la evolución de su suministro y su precio han provocado una volatilidad intensa en las últimas semanas. Tras las alzas en el precio de los combustibles con las que se cerró el año pasado y se inició el actual, las dos últimas semanas parecen haber dado un respiro con descenso en los precios.

Lo ha hecho en toda Europa pero no en la misma proporción. La fotografía de las gasolineras del conjunto de la UE hoy muestra una realidad muy diferente. El viaje por las estaciones de los 27 arroja ‘facturas’ por llenar el depósito que son significativamente dispares: de infarto en Dinamarca, de ‘chollo’ en Bulgaria y de cierto alivio en España.

La tabla de precios que esta semana refleja el Boletín Petrolero de la Unión Europea señala que el precio medio en el caso de la gasolina Super 95 la diferencia entre un país y otro puede rozar el 37%. Quienes más cara tienen este combustible son los daneses. Esta semana en las gasolineras de aquel país se paga de media a 2,03 euros el litro. A 1.600 kilómetros de allí, en Bulgaria, una conductora comunitaria podrá repostar por 1,28 euros el litro. Es decir, en Dinamarca llenar un depósito medio -55 litros- de gasolina costará 111,6 euros frente a los 70,4 euros de Bulgaria.

El cuarto diésel más barato de la UE

En España estamos por debajo de la media comunitaria, situada en los 1,71 euros el litro de gasolina, pero lejos del ranking de gasolinas más económicas. Esta semana en nuestro país el precio se sitúa en 1,57 euros el litro. Hay once estados de la UE con la gasolina más cara. A los más de 2 euros de Bulgaria se acercan los Países Bajos, con 1,97 euros litro, e Italia, Irlanda, Grecia, Alemania y Francia, todos por encima de los 1,80 euros el litro.

En el caso del diésel, el combustible de mayor consumo, la factura es algo más económica en toda Europa. Sobre todo en las gasolineras de España. Nuestro país es el cuarto de la UE con el gasóleo más barato: 1,49 euros/litro esta semana. El primero en el ranking vuelve a ser Dinamarca. En el país nórdico el diésel cuesta 1,83 euros/litro. Tan sólo Finlandia se acerca a esos precios, con 1,81 euros/litro. En el otro extremo, el más económico, destaca Malta con un precio de 1,21 euros/litro. Tras ella aparece Bulgaria con 1,29 euros. La media en la UE del precio del diésel se sitúa esta semana en los 1,62 euros/litros. Una disparidad de precios que se refleja en el coste de llenado de un depósito diésel en Malta, por 66,5 euros frente a los 100,6 euros en Dinamarca.

En España el consumo de combustibles para automoción se incrementó el año pasado. Lo hizo un 2,2% en comparación con el año anterior. En el caso del gasóleo el consumo fue tres veces y media superior al de las gasolinas, pese a que elevaron su consumo un 7,5% anual.

Incertidumbre por los aranceles

El precio de los combustibles para la automoción depende en una parte relevante del precio del mercado del crudo, además de otras variables. El anuncio de aranceles de los EEUU es una variable que ha generado inquietud en el sector. Por ahora, el impacto que pueda tener la medida en el precio del crudo es una incógnita, según el último informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE). El documento, publicado este jueves, confía en que como en ocasiones anteriores los mercados petroleros vuelvan a demostrar "su notable resiliencia y adaptabilidad frente a grandes desafíos y es poco probable que está vez sea diferente".

En términos globales, el informe subraya la alta volatilidad con la que ha comenzado este año y cuya evolución sitúa en un marco de cierta incertidumbre. El fuerte incremento del precio del crudo en enero, que llevó hasta los 82 dólares el barril, ha ido a la baja hasta los 74 dólares actuales, al calor de una posible solución definitiva en la guerra de Ucrania. Un descenso que también ha tenido reflejo en los precios de los carburantes. El temor inicial a posibles interrupciones en el suministro fue lo que desencadenó al incremento de precios y que ahora parecen haberse disipado.