Es una chatarra muy valiosa. La componen automóviles destartalados, estructuras en desecho, maquinaria industrial, restos de demolición… Es la que alimenta a una industria y a decenas de miles de trabajadores que mueven uno de los motores de nuestra economía. Es material dispuesto para disfrutar de segunda vida tras matar la primera en hornos industriales. Ocurre todos los días en los hornos eléctricos que funcionan en la red de 22 plantas, acerías, de nuestro país. A ellas se suman los llamados procesos de producción 'integrales', dedicados a producir acero a partir de mineral de hierro. La red de producción que nos convirtió en un referente mundial de la siderurgia y que aún hoy nos sitúa en los puestos de cabeza, resiste. Pero lo hace cada vez menos y con mayores dificultades. Los aranceles de Trump sólo han sido el último revés.

El año pasado las acerías transformaron 9,26 millones de toneladas de chatarra en vigas de acero y otros productos derivados. La chatarra fue el ‘alimento’ principal, cerca del 80%, de los procesos de producción siderúrgica de los que salieron 11,44 millones de toneladas de acero, apenas el 46% del que demando nuestro tejido industrial.

El 25% en forma de aranceles irrumpe como una dificultad más para competir en un mercado especialmente difícil. La veintena de plantas y medio centenar de instalaciones de laminación y transformación que operan en España aguantan estos días la respiración. Quieren conocer la letra pequeña de la medida. Pero también temen que el impacto en el mercado estadounidense genere consecuencias en cadena en otros muchos mercados.

La siderurgia en España supone hoy por hoy el 4,6% del PIB español. Hablamos de un sector que continúa siendo muy relevante pero que, año a año, ve cómo su peso cae. La producción que sale de las acerías de nuestro país nos coloca en tercer lugar en el mercado europeo tras Alemania e Italia. También estos países han visto adelgazar sus producciones. En el caso español, hoy producimos un 23% menos que hace una década -11,44 millones de toneladas de acero frente a los 14,8 millones de toneladas de 2015-. Esa caída en la producción tiene un impacto clave en nuestra capacidad de exportación, que también se ha resentido. Sólo en la última década ha descendido un 20%. En este contexto, la necesidad de importar acero para satisfacer la demanda ha tenido que crecer, un 13% en ese periodo.

Producimos el 46% de lo que consumimos

El sector del acero factura cada año alrededor de 15.000 millones de euros y emplea, de modo directo o indirecto, a alrededor de 60.000 personas. La producción actual de 11,4 millones de toneladas se asemeja a la que se generaba a mediados de los años 70, si bien la demanda de esta materia prima que tiene nuestra economía es significativamente mayor. El auge en las últimas décadas de industrias como la automovilística y la construcción han hecho que hoy consumamos 24,8 millones de toneladas, más del doble de lo que producimos. En 1996 las cifras de consumo interno fueron de 11,6 millones de toneladas.

Los EEUU son un mercado menor en la industria del acero español. El año pasado apenas absorbieron un 3,3% de nuestras exportaciones. Pero no a todas las compañías les afecta por igual la medida proteccionista de Trump. En algunos casos el mercado estadounidense representa porcentajes mucho mayor de su actividad.

En el sector por ahora guardan silencio a la espera de conocer los detalles de la medida arancelaria de la que poco más se conoce. El miedo es que genere un cambio en las rutas de exportación en muchos de los países y eso sí pueda tener un impacto mayor. La entrada de acero chino en nuevos mercados es una de las grandes incertidumbres. Las compañías del acero del gigante asiático lideran el mercado global. Sólo China produce ocho veces más que toda la Unión Europea junta.

Energía más cara, menos competitiva

El acero es una de las materias, junto al petróleo, que mayor intercambio comercial mundial genera en el mundo. Un sector en el que la competencia y la pugna por controlar los mercados podría agitarse como una onda expansiva de los aranceles de los EEUU. La ya dura competencia se podría complicar sobremanera. La Unión de Empresas de Siderúrgicas de España (UNESID) hace tiempo que denuncia el grave impacto que ya ha tenido la derogación por parte del Gobierno de la prórroga del descuento del 80% en los peajes eléctricos que se venía aplicando a los grandes consumidores industriales, entre ellos las acerías. El sector incluso ha llegado a cuantificar el impacto: 40 millones de euros más de coste energético.

A ese mayor coste de la energía para producir acero, “con un precio de la energía del doble o triple al de Alemania o Francia”, recuerdan en UNESID, se puede sumar ahora otra dificultad. Turquía es un ejemplo claro. Este país es una de las grandes potencias del acero y ya venía pagando aranceles en EEUU. Incluso así era complicado competir con ellos. Ahora, el incremento de un 25% al acero español que entre en el mercado estadounidense dificultará mucho más esa venta de nuestras acerías.

Otro de los frentes que dañan la actividad siderúrgica son las importaciones “fraudulentas”, que según UNESID, proceden de mercados como el asiático. En marzo pasado denunciaron que China había colocado en el mercado español falsas ‘estructuras fotovoltaicas’ que en realidad eran tubos de acero. Un material levemente modificado para sortear así los cupos de importaciones sobre los que España aplica aranceles.