En Repsol ayer se respiraba satisfacción. La sentencia del Juzgado de lo mercantil número 2 de Santander en la que se desestimaba la acusación de Iberdrola de practicar ‘ecopostureo’ o ‘greenwashing’ ha apuntalado su estrategia de transición energética interna. Para la compañía que lidera Josu Jon Imaz, ha quedado claro que sólo se buscaba desacreditar su proceso y así limitar su penetración en el mercado eléctrico en el que ya compiten ambas compañías, la petrolera de origen y la eléctrica de nacimiento. Las acusaciones de haber incurrido en competencia desleal o en supuestos mensajes engañosos de compañía ‘verde’ cuando su actividad central es fósil, han sido desestimadas.

El de Repsol es un viraje complejo. Fundada en 1987, tras décadas liderando en nuestro país el mercado del petróleo y sus derivados, la transición ecológica le obligó a repensarse. Pero reorientar el rumbo de una suerte de ‘transatlántico del crudo’ hacia mares más descarbonizados y sostenibles requiere tiempo. Además de desarrollar una nueva apuesta por los combustibles renovables y menos contaminantes, en 2018 comenzó su entrada en mercados que hasta entonces le eran ajenos y con los que la sociedad no los vinculaba: la luz y el gas.

Hoy, los nuevos negocios no dejan de ganar peso en la facturación de la compañía y, según la sentencia conocida ayer, los mensajes y campañas con las que lo hace posible no han incurrido en publicidad engañosa. Tras seis años en estos sectores, la luz y el gas han llegado a suponer un ingreso total el año pasado de 4.829 millones de euros, lo que representa un peso en el total de los ingresos de la petrolera ‘multienergía’ del 8,45%.

La sentencia judicial permitió ayer a Repsol insistir en su advertencia a Iberdrola: debe acostumbrarse a “competir en un mercado abierto”. Un mercado en el que la petrolera de Imaz no para de crecer. En su primer año comercializando luz y gas natural logró un millón de clientes. En los dos años siguientes incrementó un 50% esa cifra y en 2023 la disparó hasta los 2,14 millones de clientes. El último informe anual presentado esta semana vuelve a incrementar la cifra hasta los 2,5 millones de clientes, lo que le consolida como cuarto operador del mercado.

Un 42% más de electricidad vendida

Lo que más inquieta a sus competidores es la velocidad en la que está creciendo. En el último año lo ha hecho en un 15% y el objetivo que se ha marcado en su plan estratégico es alcanzar los 4 millones de clientes en 2027. Una comercialización que además compagina con una cada vez mayor presencia en el mercado español pero también en el portugués, donde cuenta con 88.000 clientes. La cuota de mercado creció el año pasado en un punto, hasta representar el 6,3%.

El ‘viaje verde’ que emprendió la compañía con su entrada en estos mercados arrojan datos significativos. Al cierre del año pasado Repsol había comercializado un 42% más electricidad que el año anterior. Alcanzó los 6.735 GWH frente a los 4.741 GWh con los que cerró el ejercicio anterior. En el mercado del gas también la curva es significativamente ascendente, del 20% interanual en 2024.    

El sueño del consejero delegado de la compañía es dejar atrás la consideración de gigante del petróleo para pasar a ser un grande de la ‘multinenergía’: “Aspiramos a convertirnos en el proveedor único de nuestros clientes, a los que podamos ofrecer todas las energías que necesitan tanto en el hogar como en la movilidad”, asegura Imaz en el mensaje de su Informe de Gestión relativo al año pasado. La apuesta por esa multienergía ha acelerado la entrada en nuevos mercados, pero también el desarrollo de los combustibles renovables, de los puntos de recarga eléctrica para la automoción, del autogas o de combustibles diésel renovables para el transporte pesado o el SAF para la aviación.

Pese al acelerón que en la captación de clientes está logrando Repsol, aún está muy lejos de ser una amenaza para los gigantes de la electricidad. En España el mercado eléctrico lo lidera Iberdrola con 10,2 millones de clientes y un 33,6% de cuota de mercado. Endesa ocupa el segundo lugar con 9,9 millones de clientes y un 32,6% de cuota. Naturgy es el tercero con 4,4 millones y un 14,6%. Todos ellos muy por delante de los 2,5 millones de clientes de Repsol al cierre del pasado ejercicio.

Competencia en el sector

En los últimos años Repsol no sólo ha incomodado a compañías como Iberdrola, Naturgy o Endesa, sino que ha logrado arrebatarles cientos de miles de clientes. Mientras la lista de cuentas de los veteranos y poderosos del sector eléctrico y gasístico en muchos casos ha ido adelgazando, Repsol la ha engordado de forma casi exponencial. En 2022 ganó 200.000 clientes, 241.000 al año siguiente y 300.000 más el año pasado. De los 2,5 millones de clientes que ya tiene Repsol, la gran mayoría, algo más de 2,1 millones, corresponden al mercado eléctrico y cerca de 400.000 al del gas.

Una evolución ‘eléctrica’ y ‘gasística’ que sin embargo aún pesan poco en la cuenta de resultados de Repsol, que sigue teniendo en el petróleo su negocio principal. Precisamente la inestabilidad en el mercado del crudo fue una de las razones por las que el año pasado redujo un 45% sus resultados. Cerró el ejercicio con 1.756 millones de euros de beneficio. La compañía asegura que los resultados estuvieron influidos por un contexto geopolítico complejo, menores precios del crudo, del gas y de la electricidad, además de márgenes moderados en el refino y bajos en la química. Pese al desplome de sus beneficios, la compañía disparó un 30% el abono por dividendo, que alcanzó los 0,90 euros brutos por acción el año pasado. Además, La energética española abonará 0,975 euros por acción en efectivo este año, lo que supone un incremento del 8,3%.