Es la parte olvidada del planeta, la que sigue avanzando casi a oscuras mientras el resto galopa ya sobre energía verde. En África cada día alrededor de 600 millones de personas ni siquiera tienen acceso a la electricidad. Representan una población similar a la suma de toda la Unión Europea y Estados Unidos. Costaría imaginarse a todas sus poblaciones sin electricidad, con el carbón vegetal, la leña o unos sencillos generadores como única fuente para cocinar, calentar sus viviendas o iluminar su día a día en hogares y pequeños negocios.

Es en el continente negro, fundamentalmente en el área subsahariana, donde el problema es más grave. No en los grandes núcleos urbanos, pero sí en las extensas y no poco pobladas zonas rurales. Del conjunto de población mundial que carece de acceso a la electricidad, el 83% se encuentra en África. Una carencia que se extiende por multitud de países del continente y que ahora se han propuesto al menos mitigar.

Terminar con el hambre en el mundo (buena parte de él también presente en Africa) puede parecer una quimera, acabar con la oscuridad quizá no tanto. Hace dos años las instituciones internacionales comenzaron a fijarse objetivos para extender la electricidad a todo el continente y hoy día los planes comienzan a tomar forma, financiación y desarrollo. El último paso en este ambicioso objetivo lo han dado este martes la Comisión Europea y el Banco Mundial aliándose para sumar esfuerzos en el ambicioso reto de dar acceso eléctrico a 300 millones de personas en el plazo de cinco años.

Salir de la 'oscuridad eléctrica' en 2030

El objetivo de reducir a la mitad la población que vive en ‘oscuridad eléctrica’ antes de 2030 nació en primavera del año pasado de la mano del Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo. El proyecto se denomina ‘Misión 300’ y en él están implicados gobiernos de países africanos, compañías del ámbito privado, instituciones de desarrollo y organizaciones filantrópicas. El objetivo es poder proporcionar energía asequible, mejorar los servicios públicos y su eficiencia, atraer inversión privada y proporcionar una energía sostenible y confiable a la población que ahora no tiene acceso a ella.

Un servicio, un derecho, tan básico y esencial como la electricidad se confía en que se convierta en un motor clave para acelerar el desarrollo social y económico de un continente joven con un enorme potencial de crecimiento aún por explotar. Desde la Comisión Europea se recuerda que la transformación que supondría para África este avance va más allá del mero suministro eléctrico.

La Comisión Europea puso en marcha en noviembre pasado, en colaboración con el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, otra iniciativa titulada ‘Aumentar el uso de las energías renovables en Africa’. Una apuesta que fija la necesidad de mejora la calidad de vida de millones de personas, además de liberar el potencial de crecimiento de un continente como el africano.

50.000 millones de inversión

El pasado 28 de enero una treintena de jefes de Estado y Gobierno africanos suscribieron en Tanzania la ‘Declaración Energética de Dar es Salaam’ en la que se comprometían a llevar a cabo reformas y acciones para terminar con esa brecha energética en sus países. La declaración fue aprobada definitivamente en febrero en la Cumbre de la Unión Africana. Los firmantes se comprometieron a aportar hasta el año 2030 más de 50.000 millones de dólares para facilitar el acceso a la energía en toda África.

El plan en el que se trabaja plantea facilitar el acceso a la electricidad a través de conexiones a la red o permitiendo soluciones de energía renovables, como ‘miniredes’ alimentadas por paneles solares o instalaciones solares autónomas. Los distintos estudios estiman en que el ritmo de electrificación actual en Africa se debería triplicar. Avanzar en este campo, además de permitir un impulso a la calidad de vida y al potencial de desarrollo económico, supondría un paso relevante en cuestiones como la mejora de la funcionalidad de los servicios de emergencia críticos en muchos países o apuestas por el avance hacia una agricultura resiliente frente al clima a través de sistemas de riego solar, refrigeración o instalaciones de procesamiento de alimentos.

El objetivo de facilitar electricidad a 300 millones de personas antes de 2030 es compartido. El Banco Mundial se ha marcado el reto de facilitarlo a 250 millones de personas en África y el Banco Africano de Desarrollo a 50 millones de personas más. En África oriental y meridional el programa en marcha tiene como objetivo conectar a 100 millones de personas en una veintena de países. En esta primera fase ya se han sumado países como Burundi, Rwanda, Santo Tomé y Príncipe, Somalia y Tanzania.

250.000 generadores diésel en Nigeria

En el África occidental y central el proyecto de suministro de energía renovable se centrará en Nigeria, donde se beneficiará a una población de 17,5 millones de nigerianos. La electrificación permitirá eliminar cerca de 250.000 generadores diésel contaminantes y costosos que son para muchos la única vía de suministro eléctrico. En países como el Chad, Liberia, Sierra Leona y Togo la intervención se hace a través de procesos de electrificación mediante sistemas de energía solar.

La financiación de semejante reto, electrificar África, requerirá según las estimaciones realizadas más financiación de la que podrán aportar los bancos de desarrollo. Por ello, se busca la participación de financiación privada con las que completar su coste enorme. Organizaciones filantrópicas como la Fundación Rockefeller, la Alianza Energética Global para las Personas y el Planeta o la iniciativa Energías Sostenible para Todos de Naciones Unidas están participando en el sostenimiento económico del proyecto.

Las necesidades similares en muchos de los países ha potenciado un abordaje coordinado y común que incluso ha permitido crear una suerte de ‘ventanilla única’ para 21 países, en la que poder resolver a través de una plataforma internacional acceso a asistencia técnica, fortalecimiento de las capacidades, mayor movilización financiera, adquisiciones simplificadas de materiales además de intercambio de conocimiento y colaboración.