Por ahora sólo miran de reojo a Almaraz. Lo hacen con calma. Sus compañeros de destino en Cáceres son los primeros de la lista. La central nuclear de la que viven y de la que dependen es la que abrirá la sucesión de cierres programados. Lo hará, según los planes del Gobierno, dentro de sólo dos años. Su primer reactor se debe clausurar en 2027 y el segundo un año después. A más de 700 kilómetros de allí, en Tarragona, en la pequeña localidad de Ascó, también tienen dos reactores y un calendario de apagado: 2030 y 2032. Pero allí los vecinos aún no se han movilizado ni se han organizado para frenar la operación de ‘desnuclearizar’ España prevista en el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima).

En la pequeña localidad catalana, de apenas 1.600 habitantes, la mayoría ve lejos ese día y demasiadas variables, cambio de gobierno incluido, que podrían hacer cambiar ese horizonte. La realidad es que la inquietud va por barrios. En el de los trabajadores de la central, más de un millar, hace tiempo que se empieza a percibir la preocupación sobre su futuro. Y en el de los políticos locales, también. En ambos casos insisten en que sería una locura cerrar la centros de Ascó. Recuerdan que aún no se dan las condiciones como para poder permitirse un cierre así que supondría prescindir de una energía que representa el 20% del ‘mix energético’ nacional y el 50% de la energía que se consume en Cataluña. Primero habría que asegurar que las energía renovables tienen capacidad para suplirla.

En Ascó ni siquiera las consignas generales que marcan los partidos políticos soportan la presión de verse sin central nuclear. La postura en términos nacionales de PSOE y de ERC en favor de su final aquí languidecen. Los cargos socialistas y republicanos de Ascó son pronucleares. Pura supervivencia. Más aún, ambas formaciones y el partido mayoritario en el municipio, la formación independiente XTU, se han aliado para constituirse en un ‘gobierno de unidad’ para defender de modo conjunto los intereses de sus vecinos. No hay mayor interés que su motor económico: la central nuclear.

En esta pequeña localidad de Tarragona muchos no recuerdan el pueblo sin central. Otros ni siquiera lo han conocido sin ella. El complejo nuclear de Ascó comenzó a funcionar en diciembre de 1984 y la autorización para su construcción se remontan a una década antes, a finales del Franquismo. De ella han vivido generaciones enteras y, en gran medida, otras muchas localidades de la comarca, de la Ribera de Ebro.

Padel, piscinas, campo de fútbol, bonos de compra...

En torno a una docena de ayuntamientos de la zona perciben anualmente ingresos por su actividad. Sin duda, Ascó es la que más beneficios ingresa por albergar estas instalaciones. Sólo el año pasado fueron 12 millones de euros, lo que representa el 70% de su presupuesto municipal -17 millones-, muy por encima de los recursos con los que cuenta cualquier municipio de 1.600 habitantes. Es el resultado del pago del IBI, del IAE o de la aportación que hace ENRESA, el ente público responsable de la Gestión de los residuos nucleares.

Normalizar la convivencia con una central nuclear cerca de tu casa sólo inquietaba en los 80 y 90. Después se fue normalizando y aceptando. Hoy, ninguna de las comarcas que albergan estos reactores quiere que se cierren. “¿Cómo voy a ir en contra? Tenerlas es favorecer a los vecinos. Aquí la mayoría no quiere el cierre, al contrario, querríamos una central en cada calle del pueblo”, asegura Josep Jaimot, concejal del PSC en Ascó y vicepresidente de la comarca. Sabe que su defensa de la instalación nuclear va en contra de lo que defiende el Gobierno de España y su partido nivel nacional, “pero me respetan”.

Instalaciones interiores de la central de Asacó, en Tarragona. FORO NUCLEAR

Jaimot subraya que los planes de cierre “se cocinan en Madrid” y que está convencido de que ni siquiera el president Salvador Illa (PSC) quiere el cierre de Ascó y Valdellós II, la otra central ubicada en Tarragona: “Salvador Illa se lo tiene que tragar, no creo que tenga ganas de cerrar ninguna de las centrales por los impuestos que pagan…”. Es la caja registradora boyante que durante años ha engordado las arcas de consistorios y gobiernos y que se esfumaría con el cierre de las dos centrales en Cataluña, ambas explotadas por Iberdrola y Endesa.

En Ascó disfrutan de servicios y prestaciones que de otro modo no podrían ni imaginar. Polideportivos, pistas de padel, piscinas cubiertas, campos de fútbol de grandes dimensiones, complejos deportivos con spa, salas de baile, centros cívicos... Y eso no es todo. La entrada de recursos al ayuntamiento también le permite conceder ayudas impensables en otros lugares, como subvencionar a fondo perdido hasta el 50% de la compra de una vivienda –con un límite de 25.000 euros- o la reparación de reformas en las casas con hasta 18.000 euros. Además, los vecinos del pueblo tienen derecho a recibir bonos de compra para los comercios del pueblo por montantes de alrededor de 1.000 euros por familia al año. A eso se suman ayudas al sector agrícola y otros.

Edil de ERC y trabajador de la central

Y es sólo una parte. El llamado Fondo para la Transición Nuclear también supone un ingreso importante. Sólo en 2023 los municipios del entorno de la central se repartieron 89 millones, el año pasado 76. Fondos destinados a promocionar proyectos empresariales e industriales en la zona y que en el caso de Ascó ya han suscitado el interés de no pocas empresas para seguir expandiendo su polígono industrial. Se trata de recursos procedentes del impuesto a la producción eléctrica de origen nuclear que recauda la Generalitat y del que el 50% debe destinarse a la diversificación económica en los entornos de las dos centrales.   

Un reciente informe elaborado por PwC señala que en Cataluña el cierre de las centrales dejaría en el aire 10.500 empleos directos e indirectos y que dispararía la factura eléctrica en 1.200 millones. Además, supondría la pérdida de los 900 millones de aporte al PIB que ahora representan. Desde Foment del Treball, los empresarios también alertan del impacto que tendría, “iríamos camino de un apagón eléctrico” y reclaman prolongar su vida útil al menos una década. 

Joan Martínez lleva trece años trabajando en la central. Ahora se encarga de la gestión de las recargas, el mantenimiento y la programación de los trabajos. Además, es concejal del ayuntamiento. Lo hace como cargo de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC). Su partido, mantiene un discurso algo ambiguo ante las nucleares, sabedor de que son una fuente que genera riqueza y empleo importante en Cataluña. El pasado 12 de febrero ERC y Junts permitieron con una abstención que el PP sacara adelanta una proposición no de ley en la que se pedía prolongar la vida útil de las centrales. Sólo un mes más tarde, en el Parlament el PSC, ERC y la CUP apoyaban una propuesta de los Comunes para promover su cierre. En agosto de 2024, en el pacto entre ERC y el PSC para investir a Illa, ambas formaciones acordaban impulsar la ‘desnuclearización’ de Cataluña y apoyar las ‘comunidades energéticas’.

Instalaciones exteriores de la central nuclear de Ascó en Tarragona. FORO NUCLEAR

Martínez reconoce que nadie de la dirección de su partido ha acudido a Ascó a ponerse en contacto con ellos para conocer de primera mano la situación que viven. “Mi partido no sé qué hará, pero nosotros en el pueblo vamos a reclamar que continúen. No creo que cambien, pero deben saber que el sistema no está preparado para soportar un cierre”, asegura. El edil de ERC en Ascó dice convencido que el futuro de las centrales no depende de cuestiones técnicas ni de la antigüedad de las instalaciones “sino de cuestiones políticas”: “La central de Ascó está basada en tecnología de EEUU y allí han prolongado su vida útil hasta los 60 y 80 años. El problema en este caso es sólo político”, reconoce.

"Sería la muerte absoluta"

Actualmente son cerca de 200 los vecinos del municipio que trabajan directa o indirectamente en la central, pero en la comarca es la que mueve el empleo y la economía. Su cierre sería “la muerte absoluta” para toda la Ribera de Ebro, apunta Joan. Lamenta que siga sin existir por parte de los gobiernos un plan de reactivación de la comarca para el día después y que tengan que ser los pequeños ayuntamientos como el de Ascó los que lideren el impulso empresarial e industrial en la zona de cara a un futuro sin central, “y todo teniendo que superar muchas trabas”.

Miguel Ángel Ribes es el alcalde de Ascó. Pertenece a una formación independiente, XTU, que tras comenzar gobernando en solitario con 4 concejales pronto accedió a conformar un tripartito con el resto de ediles: los 3 del PSC y los 2 de ERC. En realidad, en Ascó no hay oposición, los nueve concejales formar parte del Gobierno: “Con el tema este de la central, todos tenemos la misma posición, es la que tiene el pueblo”, señala. 

Insiste en que lo único que piden es “más tiempo”, una prolongación de la vida útil de la central nuclear hasta que se encuentre una alternativa suficiente y viable para compensar el aporte que hoy supone la energía nuclear. “Yo soy pronuclear, creo en ella, pero creo que el calendario que se está planteando no es adecuado. Aún no existe una implantación suficiente de las renovables”. Asegura que la petición desde el Consistorio es que por el momento se posponga el cierre los años que sea necesario hasta encontrar una alternativa renovable suficiente: “Eso permitiría justificar la posición de todos los partidos”, señala.

Miguel Ángel subraya que sin energía nuclear el sistema energético español y el catalán lo pasarían mal. Recurre a lo sucedido en diciembre pasado, cuando una incidencia en Ascó con uno de los reactores afectó a la producción de energía y obligó a parar a parte de la Industria.

Confía en que así también se pueda ir ganando tiempo para prepararse para el día después al cierre y poder dar forma a una alternativa económica en la zona. Ribes anima a las grandes compañías a acudir hasta su municipio. Algunos ya lo han hecho, “tenemos conversaciones y principios de acuerdo con empresas como para llevar dos polígonos, compañías de data center, de hidrógeno verde, automoción de hidrógeno, empresa relacionadas con el biodiesel, etc. : “Ahora sólo falta que nos lo permitan, muchas veces la Administración es muy poco ágil”.