Es una suerte de despensa energética oculta en el subsuelo. Es valiosa y esencial. Sin su fruto no sería posible ni la transición energética, ni el desarrollo tecnológico, ni las carreras aeroespaciales o los materiales con los que armar la defensa militar. En España, durante cientos de años su cara más visible fue el carbón, la ‘gasolina’ de la industria que permitió desarrollar el país. Produjo riqueza, empleo y progreso, pero también contaminación y un impacto ambiental del que aún hoy no nos hemos recuperado. Las últimas minas de carbón cerraron en nuestro país a finales de 2018. Para entonces apenas una docena de ellas mantenían la producción. En los 90 llegaron a estar activas hasta 146 explotaciones de carbón. Este año deberán cerrar o transformarse incluso las cinco centrales térmicas de carbón, una materia que hace años que es residual en nuestro ‘mix’ de energía y cuyo uso está llamado a desaparecer.

Pero bajo nuestros pies hay mucho más que carbón. Lo saben bien las más de 2.600 explotaciones mineras que están activas en España y de las que se extrae una larga lista de minerales y materias primas. Europa ha puesto los ojos sobre el valioso subsuelo español. En concreto sobre siete minas cuyos promotores han optado a las ayudas comunitarias para poner en marcha proyectos mineros que serán considerados estratégicos para el desarrollo y autonomía de la UE. En estas explotaciones se extraerán materias primas como wolframio, níquel, litio, zinc, cobre o el estroncio.

También España quiere ponerse al día, volver a rebuscar en el fondo de la tierra para ver sí tiene materias primas a las que ahora no ha prestado demasiada atención. Mientras el pulso geopolítico por hacerse con ‘tierras raras’ y materias primas esenciales en el siglo XXI se intensifica, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha lanzado el que será el primer plan minero de la democracia. Su objetivo es actualizar el inventario del subsuelo, revisar el más de un millar de balsas y escombreras que un día fueron proyectos mineros para detectar minerales que entonces fueron ignorados y hoy son imprescindibles. Durante décadas España sólo quería carbón y hierro. Hoy, en cambio, nuestra economía requiere de litio, cobre, níquel o cobalto para construir paneles solares, microchips o coches eléctricos. Materias primas de las que somos altamente dependientes de terceros países.

Andalucía, nuevo motor minero de España

El sector de la minería emplea en España a más de 30.000 personas. Según los datos de la última estadística minera del Ministerio de Transición Ecológica –correspondiente a 2023-, casi la mitad de ellas lo hacen en canteras. Es el tipo de explotación que concentra tres de cada cuatro minas extractivas. Además de canteras, existe más de 600 minas que se dedican a la extracción de otro tipo de minerales. De ellas, más de 440 minas se dedican a la extracción de rocas ornamentales (pizarra, granito, caliza), alrededor de 160 a la minería industrial (potasa, estroncio) y otras tantas a la llamada minería metálica (cobre, cinc, wolframio, hierro).

La radiografía de la minería en nuestro país muestra explotaciones fundamentalmente pequeñas, en la mayoría de los casos con menos de 10 empleados y que en apenas tres explotaciones superan los 500 trabajadores.

La tradición minera del carbón nos llevaría a pensar en el norte del país como destino principal del sector, pero hoy día el foco está en el sur, en Andalucía. Incluso en el caso de las explotaciones que esta semana la UE ha fijado como estratégicas la ubicación se concentra, en Extremadura (Cáceres, Badajoz) y en Andalucía (Sevilla y Huelva). También en el resto de explotaciones que operan en España el sur es hoy predominante. Andalucía concentra el 28% del empleo del sector y sus minas generan el 34% de la producción nacional. El ranking minero deja muy atrás a la segunda y tercera comunidad más minera a día de hoy, Cataluña y Castilla León, con algo más del 11% de la producción cada una de ellas.

El mapa de minerales del subsuelo español ha cambiado. Andalucía, Cataluña y Castilla y León concentran el 64% del total de la producción. Comunidades en otro tiempo productoras de materiales mineros han perdido peso. Asturias apenas aporta el 4,5% del total y Euskadi el 2,1%.

Un negocio de más de 3.500 millones

La industria extractiva española sigue siendo muy importante en Europa. Incluso en algunos casos y materiales a nivel mundial. Tras Francia es el país con más proyectos mineros estratégicos seleccionados por la UE. España es, por ejemplo, el único productor de estroncio y sepiolita de Europa. Además, es el primer productor de yeso y el segundo de cobre, magnesita y sales potásicas, según datos del Ministerio de Transición Ecológica. A nivel mundial, nuestras explotaciones encabezan la producción de pizarra de techar y somos los segundos productores de rocas ornamentales (caliza, alabastro, mármol, granito).

Hablamos de un mercado que generó un volumen de negocio de 3.572 millones de euros en 2023 y que un año antes llegó a rozar los 4.000 millones. La recuperación de la última década, con algunos ajustes en determinados ejercicios, se viene repitiendo. La mayor parte de esta facturación procede de las canteras, que absorben el 34% del volumen de la producción, seguido por los minerales metálicos, con un 27%, y los industriales, con un 25%. Las rocas ornamentales suponen un 13% del negocio de la mina en España.

Pero ¿dónde se extraen materias primas mediante extracción minera? En España la variedad de minerales que se producen es muy amplia. En regiones como Asturias, por ejemplo, los yacimientos trabajan el oro, la fluorita y la caliza. En Cantabria la sal gema y la caliza; en Cataluña la potasa, creta y las rocas industriales. En Extremadura el mineral principal es el granito; en Castilla León, el wolframio, la pizarra y la glauberita. En la región de Murcia el ‘mapa de minerales’ revela que se extrae mármol y sal. En Andalucía la lista es larga e incluye cobre, cinc, plomo, plata o estroncio. En Madrid prima el yeso o el granito y en la Comunidad Valenciana la caliza marmórea, el caolín o la sal marina.

Las autoridades españolas quieren volver a poner el foco y la lupa sobre nuestro subsuelo. Las nuevas demandas de materias primas que requieren avances como la electrificación del transporte, las apuesta por las energías renovables o los desarrollos tecnológicos han llevado al gobierno a actualizar el marco normativo y la apuesta por nuestra propia capacidad minera. Lo ha hecho con un plan que plantea realizar una prospección actualizada de lo que tenemos, del potencial de nuestros subsuelos y una radiografía de los yacimientos, escombreras y lugares en los que se podría obtener materias primas valiosas.

Plan de Acción 2025-2029

Este mes ha presentado el primer Plan de Acción que aspira a una gestión sostenible de los minerales y que incluye el primer programa de exploración minera en democracia. Se quieren volver a analizar las cerca de un millar de balsas y escombreras de proyectos mineros que existen. El foco que sobre algunos de los minerales esenciales ha puesto las tensiones internacionales y los pulsos entre potencias por hacerse con yacimientos valiosos, ha llevado al Gobierno a intentar reducir la dependencia exterior de minerales y materias primas críticas que tiene nuestro país. El reto es detectar y aprovechar recursos propios.

Además de las prospecciones se apuesta por el reciclaje de materiales de desecho para la obtención de esas materias primas esenciales presentes en ellos. El Programa Nacional de Exploración Minera 2025-2029 supone una iniciativa pionera ya que en España hace década que no se lleva a cabo una prospección de estas características. El último Plan de Minería se remonta a los años 1969 y 1970. Entonces, se buscaban otro tipo de materias primas como el carbón, el hierro o el oro. Hoy, en cambio, la prioridad pasa por otros minerales: el litio, el níquel, el cobalto o las tierras raras. Este plan también plantea que se tendrá que redactar una nueva Ley de Minas que sustituya a la actualmente vigente, que se remonta a 1973, hace 52 años.  

La hoja de ruta para la gestión sostenible de las materias primas minerales, con un horizonte a 2050, prevé también la elaboración de planes quinquenales para ajustarla a las estrategias, prioridades y evoluciones de los indicadores sectoriales. El primero de estos planes esta propuesta es precisamente el Plan de Acción 2025-2029, que se redacta en sintonía con el reciente reglamento en la materia de la UE.

Dentro del plan se establece como una prioridad la recuperación de suelos y zonas afectadas por proyectos de minería anteriores, con el objetivo de alinearlos mejor con la conservación de la biodiversidad, fomentar la conectividad entre espacios naturales y, en su caso, organizar la integración con renovables, para lo que ya está destinada una partida de al menos 400 millones de euros del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).