La economía japonesa enfrenta varios desafíos. La inflación, contenida durante años en un periodo de estanflación, se ha disparado desde 2021. Los últimos datos publicados, de enero y febrero de 2025 muestran un aumento del 4% y 3,7% respectivamente, causados por el encarecimiento de los alimentos frescos que sólo en enero alcanzó el 21,9% interanual. Los altos niveles de inflación son la mayor preocupación del Banco de Japón desde marzo de 2022, al encontrarse por debajo de la meta del 2%.
Esta tesitura es el principal motivo por el que el tipo de interés japonés se encuentra hoy en su nivel más alto desde 2008 (0,5%) y por el que ha virado su estrategia al terminar con la era de los tipos negativos después de diecisiete años. De hecho, esta estrategia se mantendrá en el corto plazo, "seguirá aumentando el tipo de interés de la política monetaria", advertía la institución bancaria el pasado febrero.
Desde Bankinter, destacan que en los últimos meses, "la debilidad del yen ha presionado al alza la inflación vía costes de importación". No obstante, consideran que "las presiones desde el exterior y el impacto de los alimentos frescos se irán reduciendo en los próximos meses y el IPC irá retrocediendo". Según los cálculos presentados en la Estrategia de Inversión para el segundo trimestre de 2025 de la entidad financiera, la inflación se moderará hasta cerca del 2% para finales de 2025 gracias a "una mayor contribución de las presiones internas vía mejoras salariales y recuperación en la actividad económica".
Crecimiento estancado
Sin embargo, la inflación no es el único desafío que enfrenta la economía nipona. El PIB se encuentra atrapado en una dinámica de crecimiento plano desde hace un par de décadas. El PIB de 2024 apenas avanzó un 0,1% y todavía no ha recuperado los niveles previos a la pandemia. Además, cada año va perdiendo mayor liderazgo en la economía asiática.
En 2023 Alemania superó a Japón como tercera economía mundial por volumen de PIB y, según el FMI, India podría arrebatarle el cuarto puesto en 2025. Las previsiones del Fondo estiman un PIB de 4,34 billones de dólares para India, frente a los 4,31 billones de Japón.
El estancamiento no es nuevo. Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria de los años 90, la economía nipona ha crecido por debajo del 2% anual mientras su nivel de deuda se ha disparado. En parte está causado por el envejecimiento de la población. Japón es el país con más población mayor de 65 años del mundo, supone el 29,3% de la población total (en España representa el 20%). Esta característica demográfica tiene diversos efectos, desde el aumento del gasto público hasta la escasez de mano de obra. Mientras aumenta la edad media del país, la población va disminuyendo por la reducción de las tasas de natalidad y fertilidad. A ello se suma el estancamiento de su productividad en sectores clave, lo que ha lastrado la competitividad del país durante los últimos años.
El país más endeudado del mundo
En 1991 la deuda pública japonesa se situaba en el 62,39%. Tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria la deuda comenzó a escalar. Desde 1997 superó el 100% y en 2010 ya se había duplicado otra vez. Para 2024 la deuda superó los 1.300 billones de yenes. Concretamente, según los datos del Ministerio de Finanzas japonés, a 30 de junio de 2024 la deuda estatal se situó en 1.311,04 billones de yenes (8,15 billones de euros), lo que supone una deuda de más del 250%. De esta forma Japón se convierte en el país más endeudado del mundo en relación al PIB.
Durante años esta carga se mantuvo bajo control gracias a la elevada tasa de ahorro interna y al conservadurismo de los inversores japoneses, que preferían activos seguros como los bonos para invertir. "No hay tanta deuda japonesa en manos de extranjeros. Se situaba alrededor del 8% la última vez que lo comprobé. La mayor parte está en manos de instituciones financieras japonesas y el Banco de Japón", afirma Ken Kuttner, profesor de Economía de la Universidad Williams College de Massachusetts para la BBC.
Aproximadamente, la mitad de la deuda japonesa se encuentra en manos del Banco de Japón, comprada a través de los mercados secundarios y que ha permitido "mantener bajas las tasas de interés a largo plazo", concluye Kuttner. Sin embargo, el alza de la inflación con unas tasas de interés bajas se han vuelto incompatibles, ya que a los japoneses no les resulta tan rentable invertir su dinero en yenes o en bonos. Para mantener la demanda, el Banco de Japón ha tenido que elevar su tasa de interés, lo que ha hecho más difícil pagar su deuda y a su vez ha elevado la inflación. Y según ha advertido para este medio Pablo Gil, economista y analista de mercados, "las subidas de tasas de interés futuras deberán llevarse a cabo con un cuidado extremo si no se quiere arriesgar con provocar una nueva recesión económica".
Aranceles del 24%
El pasado miércoles Trump anunció una pausa de 90 días en la aplicación de los aranceles. De esta forma, el presidente estadounidense ha limitado su política de aranceles a un recargo universal del 10%, excepto para China, donde los aranceles han escalado hasta el 145%. Japón, aliado histórico de Occidente y cuarta economía del mundo, recibió un arancel del 24%. La decisión sorprendió al Ejecutivo nipón, que creía mantener una relación comercial sólida aunque el aplazamiento final ha sido celebrado por los japoneses. "Hemos instado a EEUU a través de diversos canales a reconsiderar los aranceles, por lo que estimamos que esta última decisión es muy positiva", declaró el jueves Hayashi Yoshimasa, secretario jefe del Gabinete japonés.
Desde entonces, Japón inició una ronda de contactos con los Gobiernos chino y surcoreano en busca de nuevas alianzas. Sin embargo, finalmente se decantó por la vía de la negociación con los estadounidenses. Este lunes, el primer ministro japonés afirmó que imponer aranceles recíprocos sería un tipo de medida que "contraviene el interés nacional", puesto que se traduciría en presiones inflacionarias adicionales.
Así, la presión de los aranceles, la debilidad estructural del crecimiento, la inflación al alza y un nivel de deuda sin precedentes dibujan un escenario complejo para la sostenibilidad del modelo japonés. Como ha advertido para El Independiente José María Rotellar, director del Observatorio Económico de la Universidad de Vitoria, "si hay una escalada arancelaria, toda la economía se verá perjudicada. Ante el proteccionismo, la mejor negociación es contestar con una mayor liberalización". En este sentido, medidas que impulsen la apertura del mercado laboral y estimulen la inversión podrían ser claves para que el país recupere dinamismo. Japón se enfrenta a la necesidad urgente de redefinir su modelo económico, antes sostenido por el ahorro interno y la estabilidad monetaria, pero ahora cuestionado por un entorno global mucho más volátil.
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