El oro le ha acompañado toda su vida. Necesita que la opulencia le rodee, incluso en el Despacho Oval. Allí, los elementos dorados definen ya su decoración. Pero Donald Trump no se conforma el ‘aurum’. En campaña avanzó que quería incrementar la producción del otro oro, el ‘oro negro’. Lo reafirmó en su discurso de investidura en el que reiteró su ‘drill, baby, rill’ (Perfora, pequeña, perfora). La producción de petróleo, de crudo, en los EEUU debía dispararse para controlar aún más el mercado de lo que ya lo hace y con él “volver a hacer rica a América de nuevo”.

Pero los planes no siempre salen como imagina un presidente. Ni siquiera si es el de los EEUU. Producir más no necesariamente lleva a ganar más, a ser más rico. Apenas tres meses después de la llegada de Trump a la Casa Blanca, el precio del crudo es el más bajo de los últimos cuatro años. El precio del barril Brent ronda los 65 dólares, un 20% menos desde la llegada de Trump y un 30% de caída en el último año.

Además, la demanda empieza a enfriarse y los planes que auguraban un importante incremento, a revisarse. “Hay crudo de sobra en el mercado”, aseguran desde la Asociación de Operadores de Productos petrolíferos (AOP). En un planeta que, al menos parcialmente, mira hacia las emergías renovables, controlar el mercado del petróleo continúa siendo una ‘mina’ millonaria. Y el pulso entre un presidente Trump dispuesto a engordar su control y una OPEP empeñada en impedírselo, ha comenzado.

Sobre el tablero de juego, dos movimientos han condicionado la economía del crudo. El primero ha sido la decisión de inundar el mercado de petróleo por parte de la OPEP. Un golpe con el que frenar las pretensiones de Trump.

300.000 barriles menos al día

Al mismo tiempo, el presidente de los EEUU ha anunciado una política de aranceles a la economía global, por ahora ‘congelada’ parcialmente. Los efectos: una oferta y demanda prácticamente equilibradas que moderan los precios y una incertidumbre global que frena inversiones, retrae la economía y suscita muchas dudas y amenaza con reducir la demanda de crudo en los próximos meses.

Sin demanda, el sueño de ‘volver a hacer rica a América de nuevo’, queda en el aire. Al menos hacerlo con el ‘oro negro’ con el que sueña Trump. Ya se lo ha anunciado la Agencia Internacional de la Energía (AIE), este año la demanda no crecerá tanto como se pensaba. La incertidumbre y el riesgo de freno a la economía en muchos países, cuando no de recesión, empieza a tener su incidencia. En su informe de abril, la AIE reducía en 300.000 barriles diario la previsión de demanda diaria respecto a la estimación de un mes antes. Los 1,03 millones de barriles de mayor demanda se quedarán en 730.000… por ahora. De cara al próximo año será incluso menor, de sólo 690.000 barriles más al día.

Menor demanda de petróleo y a menor precio no es una combinación feliz para quien aspira a enriquecerse cada vez más. Y el centenar de yacimientos petrolíferos de los EEUU que cada vez producen más podrían verse con problemas para colocar en el mercado tanta producción. Ya el año pasado los EEUU alcanzaron cifras récord de producción, con 13,2 millones de barriles diarios. ¿Ha tocado techo la demanda por ahora?

Demanda y oferta equilibradas

Por el momento los expertos subrayan que existe un equilibrio entre la oferta y la demanda. Y más aún, las señales apuntan a que lejos de una mayor comercialización de crudo a medio y largo plazo todo apunta a una mayor reducción. “Hace meses que se observa que China ya no crece como antes y que las precisiones no se cumplen. Ocurre algo similar con algunos países europeos en los que hay signos de un menor crecimiento”, señala Inés Cardenal, de la AOP.

Procesos como la electrificación del transporte al alza en China y la incertidumbre que está suscitando la política arancelaria pueden tener una incidencia directa en la demanda de crudo a medio plazo: “Y los yacimientos de los EEUU pueden verse condicionados por una bajada de precio que termine por no hacerlos rentables, la clave estará en saber encontrar ese equilibrio”, señala Cardenal. No oculta que predecir el mercado en este mercado es complicado, “influyen muchos factores, es imposible predecir el futuro”.

EEUU es el principal productor de crudo del mundo. En Estados como Texas o Carolina del Norte es una de las principales economías. En todo el país son miles las empresas que se dedican a la producción, transporte, comercialización o refino del crudo estadounidense. Los últimos años la producción no ha dejado de marcar registros récord y las previsiones para este 2025 es que vuelva a hacerlo con 13,5 millones de barriles al día.

Caída de precio

La cuestión de fondo es si las aspiraciones de Trump para acaparar aún más el mercado será correspondida por las grandes compañías petroleras de los EEUU. La caída del precio y las revisiones a la baja en la demanda podría provocar un exceso de producción en el mercado y reducir de modo significativo la rentabilidad. Cada vez son más las grandes compañías energéticas del mundo que empiezan a replantearse sus estrategias de inversión y eso también podría incidir en el mercado. Si a todo ello se suma que la actividad comercial del planeta puede frenarse, el exceso de crudo rebajaría drásticamente el precio. La caída de las importaciones en China es una de las grandes señales de alerta. También se han reducido en países de fuera de la OCDE.

Pero los movimientos de Trump pueden ser imprevisibles. La ha llamado la estrategia del ‘dominio energético’: reforzar el peso mundial en el comercio del petróleo –y también del gas- y condicionar con ello a los países a los que provee. Ya en campaña anunció su intención de que EEUU incremente su producción de ambas fuentes fósiles. También que para ello recurriría a la recuperación del ‘fracking’, la técnica de perforación en busca de yacimientos prohibida en muchos países, entre ellos España.

Primer proveedor para España

En nuestro país la dependencia del gas y el petróleo que procede de los Estados Unidos se ha disparado en los últimos años. La importación de crudo procedente de EEUU era de apenas 0,4 millones de toneladas en 2017. El año pasado alcanzó los 10,25 millones de toneladas y volvió a situarse como nuestro principal proveedor del ‘oro negro’. El crudo estadounidense representa casi el 16% de los 64,58 millones de toneladas que importamos en 2024.

Respecto al gas, la otra energía que Trump quiere controlar, también esconde una alta dependencia española respecto al mercado estadounidense. Cuando en los hogares, comercios e industrias españolas se enciende la calefacción, el agua caliente o la cocina a gas, lo hacen, en gran medida, gracias a un suministro energético llegado en barco desde los EEUU. Sólo el año pasado a nuestro país arribaron 47 grandes buques metaneros desde los EEUU. No son los únicos. En España el gas que se suministra procede de 14 países. Además de Argelia, Rusia y EEUU, en la lista se incluyen proveedores menores como Qatar, Congo, Angola, Nigeria, Noruega o Trinidad.