Sí, lo sé. Estos días de vacaciones, piscina, playa, tumbonas, hablar de trabajo echa para atrás. Pero hay un trabajo del bueno, trabajo del que hasta en vacaciones merece la pena llevar a cabo.
Porque la felicidad ni se crea ni se destruye. Se trabaja. Eso sí, aclaro desde ya que para mí la felicidad no se busca, no se persigue; llega. Pero llega cuando llevamos a cabo todo aquello que la atrae. Y desde luego las vacaciones son un gran momento para hacer todas esas cosas que hacen que nuestros índices de felicidad aumenten.
John Locke decía que “el ser humano se olvida siempre que la felicidad es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”. Y sin embargo hoy en día la buscamos mucho más en lo de fuera, en lo que tenemos y cuántas cosas acumulamos. Y ponemos todo el foco en nuestras circunstancias como si fueran ellas las que marcaran o tuvieran el poder de definir cómo de felices somos o podemos ser. Ésa es la peor forma de dejar fuera de nosotros una capacidad que tenemos dentro de nosotros mismos, la de ser felices. Razonablemente felices.
La felicidad se consigue con ejercicio y esfuerza, reprogramando nuestro cerebro
El verdadero origen de la felicidad está dentro de nosotros; digamos que estamos biológicamente preparados para ser felices, siempre que trabajemos activamente en esa dirección.
La felicidad se consigue con ejercicios y esfuerzo. Suena horrible, lo sé. Pero de alguna forma tenemos que reprogramar a nuestro cerebro que no siempre juega limpio con nosotros.
El bienestar viene como resultado de llevar una vida llena de actividades que nos hacen sentir plenos o de relaciones que nos completan. Tiene que ver con valores como el sentido de nuestro recorrido vital, la plenitud de nuestro ser, la sensación de que nos sentimos satisfechos con nuestra vida…es mucho más que placer y casi casi más que el concepto de felicidad verdadera o absoluta que ni existe ni habría cuerpo que lo aguantase.
Y trabajar también en desterrar de nuestra mente los pensamientos negativos recurrentes. Aquellos que se repiten muy a menudo y que son más comunes de lo que creemos.
Eso, en parte, es lo que desarrolla la neurofelicidad. El entrenamiento para reprogramar nuestro cerebro en aras de una mayor felicidad a través de cambios en nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras conductas. Así que efectivamente existe un entrenamiento mental, además del físico.
El verano, el mejor momento
¿Y por qué el verano es una buena época para practicar muchos de los elementos que ya sabemos que nos hacen más felices? Porque después de tantos años estudiando la felicidad ya sabemos que uno de esos elementos más importantes para conseguirla son las relaciones sociales. El ser humano es un ser social. Y el verano es tiempo de familia, de amigos, de cenas de días llenos de actividades. De fortalecer nuestras relaciones sociales y de crear nuevos vínculos afectivos.
Esos momentos vividos junto a tus amigos y tu familia normalmente van acompañados de risas y de momentos de disfrute que desencadenan endorfinas, que son las moléculas de la felicidad y la clave a nivel químico de nuestro bienestar.
Uno de los elementos más importantes para conseguir la felicidad son las relaciones sociales
Pero hay más componentes para hacer de las vacaciones una etapa buena en cuanto a nuestras emociones positivas. Entre otras cosas porque para sentirnos satisfechos con la vida hay algo fundamental, que es que seamos capaces de valorar los pequeños momentos. Hay muchas teorías y definiciones de la felicidad que hablan de la importancia de esos pequeños instantes que ocurren en el día a día y que muchas veces nos pasan desapercibidos.
Sin embargo, en vacaciones somos mucho más conscientes de esos momentos. Es verdad que además tenemos más. Tenemos más horas de ocio, más ocasiones para socializar y muchos de esos ratitos en los que la risa y el disfrute están presentes.
Si además esos ratos son con buen tiempo y el sol acompaña, la vitamina D hace que el coctel químico de nuestro cuerpo sume a nuestro estado emocional. ¿Qué hay mejor en verano que una cañita o una cocacolilla en una terracita al atardecer en verano?
Las vacaciones son el periodo perfecto para la felicidad, lejos del estrés del trabajo
Si a esto le sumamos que en estas semanas nos liberamos (aunque sea temporalmente) de las responsabilidades, preocupaciones y estrés del trabajo, esto hace que las vacaciones sean el periodo perfecto para nuestra felicidad. Por eso es tan importante desconectar durante al menos unos días. En este mundo en el que la conexión es constante y la diferencia entre el horario laboral y el personal son tan difíciles de separar, tener un periodo de desconexión es cada vez más importante.
Pero es que aún hay más características de este periodo del año que hacen que el verano sea bastante propicio para que nos sintamos mejor y más felices.
Ya sabemos desde hace tiempo que el deporte es bueno para un cuerpo y una mente sana y que libera endorfinas y dopamina. Si encima es al aire libre y en compañía de amigos, como suele ser más habitual en verano, le proporcionamos a nuestro cuerpo un cóctel químico de felicidad, sin efectos secundarios y que engancha.
Así que, sí. Oficialmente las vacaciones son un gran momento para ser feliz y disfrutar. Pero no puedo dejar el resto del año fuera. Entre otras cosas porque es donde pasamos la mayor parte del tiempo. Y porque a pesar de disfrutar las vacaciones como el que más, disfruto del resto del año casi casi tanto y a veces, más.
El deporte al aire libre le da al cuerpo un cóctel químico de felicidad que engancha
Eso sí, probablemente sea durante el resto del año cuando más haya que “trabajar” en conseguirla. Cuando más tengamos que esforzarnos para sacar de nuestro estrés diario el tiempo para una cañita con los amigos. Cuando más esfuerzo tengamos que poner en valorar las cosas que nos pasan en el día a día (las positivas, que las negativas ya se encarga nuestro cerebro de recordárnoslas); en ser agradecidos con todo lo que nos pasa, que no nos engañemos, la mayoría de las veces no son porque las provoquemos sino porque la vida nos regala muchas más cosas de las que le reconocemos; de mantener una actitud valiente y positiva ante las circunstancias que se nos presentan. Y es a lo largo del año cuando más tenemos que “trabajar” y entender que la felicidad, si es compartida, es más felicidad y que si consiste en hacer felices a otros nos llega multiplicada exponencialmente…
Pero no nos adelantemos. Estos son los deberes del año que empieza cuando acabe este periodo de vacaciones. Mientras tanto trabajemos este verano en disfrutar y ser felices. Y de paso hacer felices a los que pasan el verano a nuestro lado. Nos hemos ganado todos estos momentos de desconectar de todo para conectar con aquello y aquellos que nos hacen más felices.
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