La aventura en mercados emergentes sigue generando quebraderos de cabeza a las cotizadas españolas. Si ya las turbulencias en Argentina y Turquía han puesto en el disparadero a compañías como Dia o BBVA, ahora es Brasil la que amenaza con hacer un agujero en las cuentas de un buen puñado de empresas del mercado español.
La moneda brasileña, el real, sufría este jueves recortes en el entorno del 1,5% frente al euro, en un ambiente de creciente desconfianza hacia un país que, según el asesor económico principal de Allianz, Mohammed El-Erian, será la próxima ficha del dominó en caer. Una conjunción de incertidumbres políticas, retos fiscales y un entorno económico internacional adverso amenazan con truncar la recuperación emprendida por el país desde 2017, tras cerrar los dos años anteriores con recortes del PIB superiores al 3%.
La evolución del real se ha erigido en el principal termómetro de esas dificultades, con recortes que se aproximan al 14% desde el arranque del año. Y son muchas las compañías españolas que observan con inquietud esta situación. No en vano, las cotizadas nacionales obtuvieron en Brasil en 2017 ingresos por valor de 54.941 millones de euros, casi un 10% del total, según las cifras de Facset. Compañías como Santander y Telefónica generan alrededor de una cuarta parte de sus resultados en el mercado brasileño y firmas como Mapfre, Repsol, Iberdrola, Gas Natural, Dia, ACS o Prosegur también registraron en el gigante latinoamericano una parte sustancial de sus ventas.
El real brasileño ha cedido un 14% desde el inicio de año, ante el deterioro de las perspectivas económicas
Esta elevada dependencia de un buen número de las mayores compañías del Ibex al mercado brasileño ya se convirtió en un fuerte lastre para la bolsa española entre 2015 y 2016, cuando el hundimiento de las materias primas provocó una profunda recesión en el país. Ahora, aunque la situación parece menos grave, los expertos empiezan a contemplar la posibilidad de un brusco deterioro de la situación.
La salida de dinero de los mercados emergentes, al calor de la subida de los tipos de interés en Estados Unidos, ha dejado al desnudo las deficiencias económicas a las que se enfrenta Brasil. Después de que en mayo se produjera la primera contracción del sector servicios en muchos meses, los analistas han rebajado sus pronósticos de crecimiento en el país al 2,5%, frente al 2,9% previsto inicialmente. Y la situación política no hace sino agravar el escenario.
Incertidumbre política
"La combinación de un gobierno políticamente débil, una clase política desacreditada, un desempleo aún alto y una insatisfacción social generalizada deberían seguir planteando desafíos considerables para la perspectiva macro de Brasil", advierte Gustavo Rangel, economista jefe de ING en Brasil.
El país se ha visto golpeado en los últimos tiempos por una intensa huelga de camioneros, ante el encarecimiento de los combustibles. El éxito de las protestas, que llegaron a paralizar la actividad en el país, exacerbando la conflictividad social, obligó al Gobierno de Michel Temer a ceder, aprobando subvenciones para los huelguistas y promoviendo una bajada artificial de los precios de los combustibles.
Este tipo de actuaciones elevan el descrédito de los políticos brasileños ante los mercados, que esperan que el Ejecutivo sea capaz de poner en marcha en los próximos trimestres un ambicioso paquete de recorte del gasto público que pasa, necesariamente, por una reforma del sistema de pensiones. Pero Brasil se enfrenta en octubre a unos trascendentales comicios cuyo resultado se antoja decisivo para recobrar el crédito ante los inversores.
"La situación fiscal de Brasil sigue siendo muy frágil y, en nuestra opinión, requiere una reforma, en particular del sistema de pensiones. La disposición y la capacidad de la administración entrante para aprobar la reforma siguen siendo variables clave para las perspectivas", aclaran en Nomura.
El auge de partidos antisistema en las encuestas nubla las opciones de reformas económicas en el país
Y en la misma línea, Rangel observa que "las decisiones difíciles respecto a la remuneración de los empleados del sector público, los jubilados y los beneficios acumulados por otros grupos de interés especiales, sugieren una gran cantidad de conflictos, que solo una nueva administración altamente comprometida y políticamente capaz podría dirigir sin renunciar al compromiso de volver a anclar las cuentas fiscales.
Sin embargo, la pérdida de prestigio de los partidos políticos tradicionales, agravadas por episodios de conflictividad social, parecen apuntar a un escenario muy complejo, que, de confirmarse, haría muy improbable que se cumpliera el escenario reformista deseado por los expertos. Las últimas encuestas apuntan a un fuerte auge de los partidos antisistema, de extrema izquierda y extrema derecha, y el descalabro de los partidos de centro, más propensos a acometer las reformas pendientes.
La inquietud generada por estas noticias se traducía este jueves en caídas próximas al 3% en el índice bursátil brasileño Bovespa, con valores como Santander Brasil restando más de un 5%. La bolsa brasileña ha cedido cerca de un 16% desde febrero, borrando las fuertes ganancias acumuladas en el primer tramo del año.
"El mercado parece estar valorando en un 25% la probabilidad de una victoria reformista en las elecciones, un porcentaje que consideramos razonable en este momento", comentan en Nomura, donde advierten de que "un escenario en el que una reforma de pensiones se retrase probablemente desencadene efectos indirectos negativos".
Por eso, los expertos coinciden en que, sin un panorama más claro sobre el resultado electoral, los mercados brasileños pueden seguir siendo víctimas de la incertidumbre. Y en ese escenario la bolsa española tiene muy difícil salir indemne.
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