Las exigencias de la lucha contra el cambio climático entran muchas veces en contradicción con nuestro estilo de vida. Queremos ser más ecológicos y sostenibles sin renunciar a un bienestar construido durante décadas sobre una visión lineal de la economía que hoy se antoja insostenible.
La revolución industrial se puso en marcha al compás de una irresistible sinfonía en cuatro movimientos –extraer, producir, consumir y tirar– que se ha demostrado incompatible con la capacidad del planeta para generar recursos y para metabolizar los residuos generados por la actividad humana.
Por ello es importante la descarbonización. Pero el reto no reside exclusivamente en el tránsito hacia el uso de energías limpias. Se trata de hacerlo compatible con el desarrollo económico y humano. Porque el mundo no para. Se calcula que para 2050 el consumo energético mundial será un 80 por ciento mayor que hoy.
Un círculo virtuoso
El reto es, pues, doble y mayúsculo: prescindir de las energías más contaminantes y que todavía hoy son la base del consumo energético al tiempo que se responde a ese inexorable crecimiento de la demanda. Y la respuesta está en transformar la insostenible economía lineal en un nuevo modelo: la economía circular.
Hay que apostar por un uso más eficiente de los recursos. Racionalizar el consumo. Prolongar el valor de los productos y materiales, alargando su vida útil y, antes aún, diseñándolos pensando en su reutilización o su retorno a la cadena de valor. Y hay que reincorporar a la producción aquellos residuos que sean aprovechables como recursos. Ese residuo que se transforma en recurso es el ejemplo más ilustrativo de lo que representa la economía circular, el eslabón que cierra este cambio de paradigma.
En el esquema de la economía circular, la apuesta por las energías renovables es, pues, solo el punto de partida del cambio de una economía lineal hacia una economía circular. Para que el cambio sea efectivo es necesario aumentar el peso específico de la electricidad en el consumo energético del conjunto de la sociedad. Hace falta, además, una transformación a gran escala de nuestro punto de vista como ciudadanos, consumidores y productores.
Pero si conseguimos que la mayor parte de la producción de energía esté basada en fuentes renovables, habremos construido uno de los pilares básicos sobre los que se debe sostener un nuevo modelo de economía circular.
Liderar el cambio de paradigma
Las compañías directamente implicadas en este ambicioso proceso de transición son muy conscientes de la magnitud del desafío. Aquellas más dinámicas han aceptado el reto de ofrecer una respuesta coherente que haga compatible sostenibilidad y desarrollo. En España, Endesa es un ejemplo destacado.
En su último plan estratégico, Endesa ha fijado el objetivo de lograr una reducción del 70 por ciento de las emisiones específicas de CO2 en 2030 respecto a 2017 y la descarbonización total de su mix de generación en 2050. El plan incluye, de hecho, una aceleración en la senda de la descarbonización. Aumenta un 20 por ciento las partidas destinadas a incrementar su parque generador de energía renovable, unos 3.300 millones de euros hasta 2023. Con ello, Endesa alcanzará los 11.500 MW solares, eólicos e hidráulicos, un 50 por ciento más que a finales del año pasado.
Esto permitirá que el 89 por ciento de la producción de energía de Endesa en la Península ibérica a cierre de 2023 esté libre de emisiones de CO2, seis puntos porcentuales más que en 2020. Esta nueva potencia superará ampliamente la reducción de 2.500 MW en el mix de generación de Endesa derivada del cierre de centrales de carbón en la Península ibérica durante 2021. Con todo ello, el 62 por ciento del parque generador de la compañía en la Península será de origen renovable a final de 2023, frente al 45 por ciento actual.
Necesario pero no suficiente
Esta transición hacia una forma de generar energía limpia y sin emisiones es una condición necesaria, pero no suficiente. Endesa, con una dirección de Economía Circular integrada en la Dirección General de Sostenibilidad de la compañía, incide en que «hasta ahora se consideraba el flujo de energía, que parte de la generación con fuentes renovables y finaliza en el fomento de usos eléctricos. Sin embargo, para alcanzar un modelo circular debemos tener en cuenta también el flujo de activos y materiales en todos los procesos, y reaprovecharlos introduciéndolos en nuevos ciclos productivos» que faciliten la transformación del modelo económico.
La filosofía de la economía circular de Endesa se expresa en el orden práctico a través de cuatro pilares estratégicos. Para que el primero de ellos, la descarbonización a través de la generación de energías renovables, se desarrolle del todo es necesario avanzar en la electrificación de la sociedad y la economía. Lo que a su vez exige la implantación de unas infraestructuras flexibles e inteligentes que lo hagan posible. Y nuevos ecosistemas, plataformas y modelos de negocio, como la “servitización” (pago de servicio, en lugar del pago por producto).
Una nueva cadena de valor
«La visión de Endesa de la Economía Circular integra toda la cadena de valor», explica Virginia Ocio de la Fuente, responsable de Economía Circular de Endesa. «Desde los aprovisionamientos hasta las soluciones finales para los clientes, pasando por la descarbonización de las centrales de generación de electricidad y la “smartización” de las redes de distribución».
Hay mucho camino que recorrer. En 2018, la renovable representaba en España cerca del 14 por ciento del total de energía primaria. Todavía muy por detrás del petróleo y sus derivados (44,9%) y del gas natural (21,1%). El consumo total se focaliza en el transporte y el funcionamiento de edificios. Entre ambos representan casi el 75 por ciento del consumo energético final en España. Y ahí es donde Endesa quiere poner el foco de la electrificación y la transformación hacia la economía circular.
Economía circular para la recuperación
En coherencia con su apuesta estratégica, y aprovechando la oportunidad que ofrecen los fondos del Plan de Recuperación económica tras la crisis del COVID-19, Endesa ha presentado ante el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico una carta de interés para desarrollar en España hasta 17 proyectos que impulsan la economía circular. En total, las propuestas de Endesa tienen un volumen de inversión asociado de de unos 3.600 millones de euros. Contemplan asimismo la creación de más de 40.000 puestos de trabajo.
Entre ellos, los proyectos de transformación de las centrales térmicas de As Pontes (A Coruña), Andorra (Teruel) y Compostilla (León) ilustran el cambio de paradigma de la economía circular. A través de su programa New Life, Endesa plantea la reutilización de estas instalaciones para la generación de hidrógeno renovable. En Compostilla, además, se prevé la implantación de sendas plantas de reciclado de baterías y de palas eólicas. Un reciclaje industrial que ofrece una segunda vida a los equipos e instalaciones. Y que genera empleo y riqueza y frena la despoblación en áreas hasta ahora muy dependientes de estas infraestructuras.
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