El planeta se ha conjurado para revertir los efectos del cambio climático. La Unión Europea aprobó a finales de 2020, a propuesta de la Comisión, elevar del 40 al 55 por ciento su objetivo de reducción de gases con efecto invernadero para 2030. Más que nunca, la descarbonización es una preocupación global en boca de todos. Pero se habla menos del movimiento complementario, de la condición necesaria para avanzar hacia un horizonte de cero emisiones: la electrificación.
Además de mejorar la calidad del aire de las ciudades, una sociedad electrificada será más eficiente, sostenible y justa
La sustitución del paradigma de los combustibles fósiles por otro basado en energías limpias implica una revolución imprescindible para alcanzar el objetivo de la neutralidad de carbono en 2050 contenido en el Pacto Verde Europeo. Pero los beneficios de la electrificación van más allá de la descarbonización. Además de mejorar la calidad del aire de las ciudades, una sociedad electrificada será más eficiente, sostenible y justa. Los ciudadanos disfrutarán de una energía más asequible, transparente y protegida de las oscilaciones causadas por el encarecimiento de las materias primas, como el gas, principal causante de la actual subida en los precios y que tantos titulares ha acaparado recientemente.
La generación, a la vanguardia del cambio
El éxito de la electrificación depende de la transformación de los tres aspectos básicos del sistema energético: generación, distribución y demanda. El sector de la generación fue el pionero y es la vanguardia del cambio de modelo energético. Además, en los últimos años, las tecnologías renovables no han dejado de avanzar.
Desde 2010, gracias al progreso tecnológico y a la reducción de costes debido al aumento de su escala, la energía fotovoltaica ha reducido sus costes un 85 por ciento y la eólica terrestre en torno a un 30 por ciento. El cierre de las térmicas es el símbolo del contexto energético del futuro, en el que un sistema de pocas y grandes centrales es sustituido por una red de pequeñas plantas de generación, instalaciones de autoconsumo y soluciones del almacenaje interconectadas.
Demanda creciente
El avance de la electrificación también depende de la demanda: de la electrificación de los usos finales. Es decir, de que una sociedad que produce, se desplaza o climatiza sus viviendas o centros de trabajo quemando combustible evolucione progresivamente hacia un modelo basado en la electricidad. Este es un cambio en marcha. Hoy, los vehículos eléctricos ya son entre tres y cinco veces más eficientes que los de combustión interna, y se prevé que para 2030 representen cerca del 70 por ciento de las ventas de turismos nuevos. En cuanto a servicios domésticos como la calefacción, las bombas de calor ya consumen cuatro veces menos energía que las calderas de gasoil o gas. Estas tecnologías no dejan de avanzar cada año. En este sentido, empresas como Endesa X ofrecen soluciones a particulares y empresas personalizadas y adaptadas a sus necesidades.
Este incremento de la electrificación de los usos finales es imparable. Según cálculos de la UE, la proporción eléctrica en el consumo final de energía aumentará del 23 por ciento actual al 31 por ciento en 2030, para alcanzar en 2050 el 60 por ciento.
Redes de distribución digitales y flexibles
El nuevo escenario energético exige aumentar la capacidad eólica y solar. Pero también el desarrollo de redes digitalizadas, inteligentes y flexibles. Frente a las viejas redes estáticas que se limitaban a servir en tiempo real la energía disponible, las redes de última generación son capaces de responder a condiciones diversas y dinámicas, manteniendo el equilibrio entre producción y demanda. La red eléctrica del futuro será una trama dinámica que, gracias a la digitalización y al desarrollo de instalaciones de almacenaje, podrá reconfigurarse automáticamente en función de los flujos. Permitirá equilibrar oferta y demanda en periodos de escasez o de excedente de generación y gestionar esa variabilidad garantizando el equilibrio del sistema. Y gracias a esa flexibilidad, ofrecerá al consumidor final un nuevo protagonismo, en tanto que consumidor y potencial prosumidor.
La digitalización es la clave para conseguir que las redes sean infraestructuras mucho más resilientes y flexibles y que contribuyan al crecimiento de la economía. Como explica José Manuel Revuelta, director general de infraestructuras y redes de Endesa, «operar las redes de distribución de un modo más flexible permitirá avanzar con más rapidez en la necesaria transición energética mediante el aprovechamiento de la mejor tecnología disponible».
La necesidad de un marco favorable
Para que la electrificación avance, Endesa ha trasladado, con el resto de principales actores del sector eléctrico español, una serie de recomendaciones a los poderes públicos. Para que los objetivos de 2030 y 2050 sean una realidad, es necesario establecer condiciones equitativas para todos los actores del sector energético, reduciendo la carga fiscal sobre la electricidad y eliminando las subvenciones a los combustibles fósiles. Debe crearse un marco de inversión favorable y mercados aptos para las renovables, así como regular y apoyar la modernización y digitalización de las redes. Es preciso introducir nuevas políticas públicas que estimulen el desarrollo de la movilidad eléctrica y la electrificación de la construcción para avanzar en la eficiencia de los edificios. Y desarrollar una hoja de ruta europea que integre las políticas climática, energética y medioambiental.
I+D en redes de última generación
Esta claro que el futuro pasa por una electrificación basada, además de en la producción de energía renovable, en la creación de una red digitalizada y flexible. Por ello, Endesa no cesa en la investigación a través de varios proyectos propios y compartidos. CoordiNet tiene como objetivo desarrollar un sistema eléctrico abierto y participativo en el que los distintos agentes puedan aportar, con sus generaciones y consumos, servicios adicionales a la red eléctrica. Con programas pilotos en España, Italia y Dinamarca, SmartNet busca incorporar los recursos de los clientes prosumidores mejorando la eficiencia y la estabilidad de la red.
Por su parte, los dos centros españoles de Flexibility Labs, en Barcelona y Málaga, aportan sus conclusiones a este proyecto de Enel que ensaya soluciones de flexibilidad innovadoras reproduciendo a escala experimental complejas condiciones operativas reales de las redes eléctricas. Ambos labs cuentan con la infraestructura necesaria para desarrollar proyectos piloto relacionados con la flexibilidad dentro de una red eléctrica simulada, e incluso cuentan interconexión real.
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