Son muchos los años que Montserrat Luquero, directora general de Hudson España, lleva en primera línea. Sonríe cuando recuerda sus inicios, allá por 1977, muy lejos del mundo de los Recursos Humanos que ahora controla a la perfección. Ocupó desde muy joven puestos de gran responsabilidad y nunca le afectó moverse entre pantalones, "aunque me topé con algunos personajes". Confiesa que renunció al sector en el que triunfó primero para poder disfrutar de la infancia de sus hijos. Esta es su historia:
Luquero comenzó su carrera en el área de Marketing y Ventas en una empresa italiana especializada en el sector de la automoción. Un mundo de hombres que no sólo no le asustó, si no que le sirvió de plataforma para aterrizar en una multinacional australiana de transporte. Una vez allí, no tardó en convertirse en Directora de Ventas y Marketing. "Tuve la suerte de alcanzar un puesto de responsabilidad desde muy jovencita -28 años-. Desde entonces, siempre he ocupado puestos similares".
Este trabajo fue el punto de inflexión de su carrera y señala que fue un hombre quien confió en ella desde el principio. "Era una compañía pequeña en España y no fue tan complicado. Lo más complicado lo enfrenté después". Luquero se refiere a su fichaje por una empresa que competía directamente con la suya, pero con una envergadura muy superior. "En ese momento, me encuentro con el mismo mundo de hombres, pero pasando de un departamento de 12 personas, a uno de 100".
A nivel internacional iba a reuniones donde había determinados personajes que te trataban de forma más despectiva, con menos respeto
Como anécdota recuerda que nada más llegar a esta multinacional tuvo que asistir a una reunión internacional en Atenas de los equipos directivos de todos los países. "Imagina el reto de enfrentarte a una reunión de este tipo, en un idioma que no es el tuyo y a las dos semanas de haberme incorporado… pues a eso hay que sumarle que era la única mujer en toda Europa que la multinacional americana tenía en un puesto de dirección. Aquello fue un shock tremendo. Tanto es así, que me pusieron al lado del Presidente General, un americano. Claro, ¡era como el florero! La única mujer y joven... las otras mujeres que había eran las asistentes, las secretarias, las que organizaban el evento. Eso sí, una vez que superas eso, superas cualquier cosa", asegura.
Aunque pueda sorprender, explica que en España le tenían mucho respeto y formaban un buen equipo. Pero, "sí es cierto que a nivel internacional iba a reuniones donde había determinados personajes, en el corporativo, que no te trataban igual, lo hacían de una forma más despectiva, con menos respeto". Aún así, Luquero afirma que no le afectó, "influye mucho la personalidad que tú tienes, cómo te enfrentas a ello, cómo eres capaz de superar determinados momentos complicados y sigues adelante".
Una conciliación complicada
"La conciliación fue difícil, como le ocurre a todas las mujeres. Aunque ahora las cosas han cambiado mucho". La maternidad llegó en un momento laboral complicado, "viajaba mucho, como mínimo tres días a la semana estaba fuera de casa". Era consciente de la situación, pero no tomó una decisión hasta que "un día llegué de viaje y mi niño no me quería mirar. Y, de repente, rompió a llorar. Ahí dije: 'Algo no estoy haciendo bien cuando mi hijo ni me mira y llora cuando estoy con él'".
Cambió su vida. Le ofrecieron un puesto para el que no tenía que viajar y consiguió un horario que le permitía gestionarse. Pero el nacimiento de su hija volvió a dar un giro a su situación. "Con dos niños pequeños y mi marido con un trabajo fuera de España... Tomé la decisión de hacer algo porque yo quería estar con ellos, no quería perderme su niñez".
Llegué a pedir que apareciera por contrato una cláusula que incluyera que yo podía gestionar mi tiempo
En ese momento vital sonó el teléfono y era un headhunter. "Me ofreció un puesto de trabajo parecido al que tenía y le dije que no. Estaba en un momento delicado y buscaba una forma de ganarme la vida que me permitiera gestionar mi tiempo". Insistió y le ofreció irse a Recursos Humanos con ellos. "Me dijo: 'Se necesita haber estado en puestos de responsabilidad, buen nivel relacional y haber manejado equipos grandes. El resto se aprende'. Y acepté".
Feliz, tras dos décadas en el área de recursos humanos, confiesa que en alguno de los cambios que ha tenido después "llegué a pedir que apareciera en el contrato la cláusula que decía que yo podía gestionar mi tiempo".
Cuando echa la mirada atrás, reflexiona: "Las de mi generación lo tuvimos mucho más complicado, aunque yo creo que he tenido algo de suerte. Ahora hay muchas empresas conscientes de la situación y que están ayudando a que la mujer se posicione en puestos de mayor responsabilidad. Incluso tengo clientes que tienen objetivos de cuotas de mujeres en determinadas posiciones para tratar de elevar su número. Esto en mi época era impensable, éramos poquísimas". Aún así, "todavía hay mucho camino por hacer".
Sus méritos la han convertido en una de las protagonistas de la Guía para el avance de la mujer profesional de Woman Talent.
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