Los niveles de innovación en las pymes españolas son insuficientes. Así lo certifica el 2º Informe sobre La ciencia y la tecnología en España 2019, elaborado por Fundaciones Alternativas, de la mano Director del Laboratorio Jesús Ruiz-Huerta Carbonell, bajo la coordinación de Vicente Larraga Rodríguez de Vera y la coordinación editorial de Jorge San Vicente Feduchi. En él encontramos una serie de cifras que certifican la importante desventaja de las pequeñas y medianas empresas en lo que a innovación se refiere, si las comparamos con otros países de nuestro entorno.

Indicadores europeos de innovación

Aunque durante 2008 se consiguió llegar al 71% del indicador del promedio europeo, según el European Innovation Scoreboard, lo cierto es que en 2016 se llegó a un mínimo casi histórico para España, con sólo un 58%. Sin duda, un gran paso atrás en los avances conseguidos, después de haber logrado en 2008 el 71%. Hoy poy hoy, el mencionado European Innovation Scoreboard sitúa a España entre los países "moderadamente innovadores", por detrás de un grupo de países líderes en este ámbito en nuestro continente.

Desde el informe ya apuntan que, precisamente, esa inestabilidad es ya un factor que no ayuda a las empresas a la hora de competir con otras compañías extranjeras que siempre son capaces de conseguir buen niveles. Pero esto es sólo el principio. Otros problemas vienen derivados de las propias empresas, ya que las cifras indican que las pymes que innovan tan sólo llegan al 30% de la media europea. Hasta el 52% sube España si se trata del gasto en I+D, aunque resulta todavía insuficiente como para tratar de conectar con los países punteros.

Otros datos de innovación que afectan a España

Aunque destacan las exportaciones de productos intensivos en tecnología, alcanzando el 79% de la media europea, aún queda mucho trabajo en las de servicios intensivos en conocimiento, que son el 31,3%. Tampoco son positivos los datos si se miran las solicitudes de patentes en España, que sólo llegan al 39,3% de la media de la UE. Continuando con las patentes, cabe destacar (y no para bien) que sólo un 24% de las internacionales se aplican o están licenciadas a empresas.

¿Qué medidas tomar para mejorar la innovación en empresas españolas?

Todos estos datos no hacen más que reflejar que se necesita un cambio de políticas y de modelo productivo, según indican en las conclusiones del informe. Por un lado es necesario que incluso los sectores más tradicionales, como el textil, pero con gran relevancia para España, apuesten por la innovación.

Por otro debe aprovecharse el conocimiento que se crea, consiguiendo exportarlo a través de las empresas. Es decir, existe un gran conocimiento y capacidad científica, pero después las empresas no son capaces de trasladarlo a la innovación, lo que hace que España no sea capaz de alcanzar a los países más punteros de la UE.

El informe apunta a la necesidad de que las empresas, en especial las pymes de base tecnológica o spin off, comiencen a invertir y colaborar en investigación. En la actualidad existe un porcentaje muy bajo de ellas que aporten inversiones o fondos privados o que, incluso, traten de aprovechar las herramientas y ventajas que la Administración pone su disposición para el desarrollo de proyectos, dentro del sistema de Ciencia y Tecnología.

Desaprovechamiento de ayudas estatales

Cabe recordar que este tipo de créditos por parte del sistema público se conceden a 15 años y sin intereses y, además, conscientes del riesgo que supone la apuesta por la innovación, permiten perdonar la deuda a la pyme en caso de que los resultados del proyecto no resulten positivos.

Una buena forma de motivar a las empresas para que apuesten por la innovación, pero que parece que de momento no está funcionando. La importancia de cambiar esta dinámica, y que se atrevan a entrar a fondo en el marco de la innovación, haría que España pudiera exportar sus conocimientos y su tecnología, atrayendo a los mercados, subiendo puestos en cuanto a innovación para la Unión Europea. Consiguiendo, además, más beneficio económico del que supone la inversión inicial.