No son muchas las empresas que pueden alardear de haber cumplido un siglo completo de presencia en España. Menos aún en el sector tecnológico. Una de ellas destaca con especial brillo: Ericsson celebraba el pasado mes de diciembre su primer centenario en nuestro país. Mi protagonista de hoy es un ejecutivo realmente admirable.
Su nombre es Andrés Vicente, y tras veinticinco años desempeñando muy distintos cargos en Vodafone, se incorporó hace un año a Ericsson como máximo responsable para España y Portugal de esta gran multinacional. De trato franco y amable. con una de las cabezas mejor amuebladas que conozco, Andrés Vicente desgrana en esta entrevista el momento actual del sector tecnológico en España y en Europa, en comparación con el mercado chino y el norteamericano y los principales retos a los que se enfrenta, que no sólo tienen que ver con su compañía sino con nuestra evolución como sociedad.
P. Buenas tardes Andrés. Después de 25 años en Vodafone te reencuentro como CEO de Ericsson…¡enhorabuena por este año liderando una de las empresas de telecomunicaciones líderes en el mundo y que acaba de cumplir 100 años de presencia en España! La empresa se creó hace ya 146 años.
R. Efectivamente Euprepio, una empresa con mucha historia. El comienzo de Ericsson está muy ligado a las comunicaciones y empieza con la telefonía fija. A partir del invento en los EEUU de Graham Bell, un emprendedor sueco empieza a intentar analizar cómo funciona y llevarlo a una escala diferente. analizar los modos de fabricación y ver sus aplicaciones. Fue un visionario porque aborda muy pronto la internacionalización de Ericsson. Se da cuenta de su inmediato crecimiento en Suecia y los expande a otros mercados europeos, como es el caso de España, donde lleva 100, o en Holanda, donde lleva 120, y también en Alemania. Ericsson es una de las pocas compañías que ha sido capaz de ir subiéndose a olas muy diferentes de la tecnología. Fue capaz de saltar de una a otra sin disrupciones.
P. ¿Qué novedades han presentado en el último Mobile de Barcelona?
R. Ser los más disruptores. Que la tecnología siga evolucionando. Estamos ya en el 5G y ya llega el 6G. Con la llegada del 6G con las redes podremos hacer cualquier cosa. Dar a una interfaz y conectar una planta de generación nuclear con una red de transportes o con el vuelo autónomo de unos drones. Las redes son de software. En el 6G, además, las redes van a ser sensitivas, van a poder experimentar. En el Mobile hicimos una 'demo' espectacular donde mostramos que los sensores van a ser parte de los hilos que llevemos en la ropa, y que para su funcionamiento no hará falta electricidad. Para que el sensor envíe información sobre tu cuerpo o tus constantes vitales no hará falta batería ni conexión eléctrica. hemos patentado una tecnología para aprovechar la electricidad que existe en el aire o en los campos magnéticos para generar esa poquita energía necesaria para enviar esos datos.
P. Te pareceré algo paleto pero a mi me suena a ciencia ficción.
R. No, no lo es….¡es la realidad! El futuro del 6G será extraordinario. Por otro lado el 5G va a suponer ya una gigantesca transformación. Las cosas se harán de forma muy diferente a como las conocemos ahora.
P. La mayoría aún no entiende ese cambio. ¿Qué representará para todos nosotros ese cambio cuando tengamos en nuestras manos esa quinta generación?
R. El 4G trajo algo que fue completamente transformador: el 'smartphone' y una conectividad rápida para que el ciudadano se digitalizara. Esto cambió nuestra vida ; todos tuvieron a su disposición una conexión a internet, se desarrollaron las redes sociales, la publicidad digital, el mundo de los buscadores. Creó mucha riqueza. 5G trae una nueva conectividad, con elementos nuevos e imprescindibles para que las cosas funcionen. Hay un concepto en tecnología que se llama latencia: el tiempo de reacción de una red, desde que le pides una cosa hasta que contesta. Esto es imprescindible para determinados usos y hay millones de ejemplos, tanto en el mundo de la empresa como en el del consumo. Para que una fábrica pueda trabajar en 5 G es imprescindible la conectividad en tiempo real, para que la robótica no cometa ningún error, para que la cadena de producción no se pare. Un vehículo no podría conducir sin una latencia baja; podría colisionar con otro, salirse de la autovía por exceso de velocidad, algo que no ocurrirá con drones auto tripulados y monitorizados por la red, que será la que abra y cierre pasillos por lo que circulen. El metaverso no funcionará, desde el punto de vista de la sensibilidad de quien lo va a utilizar si la latencia no es muy baja. Si al ponerte unas gafas no tienes la sensación de que todo el mundo virtual reacciona a la misma velocidad que tus ojos y tus sentidos, no vas a tener una buena sensación. Todo esto es lo que hará el 5G. Conseguir que la red cree mundos digitales, todos basados en software y todos conectados a la red.
P. Andrés, uno de los grandes retos que trae consigo la digitalización ‘salvaje’ de los últimos años es la seguridad. ¿Alguna novedad sobre este frente?
R. Efectivamente la seguridad es uno de los retos a los cuales más estamos trabajando. Si tu red está conectada a todos los sectores estratégicos debe estar muy protegida. Para la seguridad una de las claves es la convivencia de la red pública, la que dan los operadores, con redes privadas. Si la red pasa a ser un elemento crítico para tu producción, tiendes a comprarte tu propia red, y dentro del montante de la inversión de este tipo de industrias lo que hay que invertir para tener una red propia es una parte muy pequeña, entre el uno o el dos por ciento del total. Esa seguridad no se ciñe sólo a un componente técnico; aparece un espacio en el que se busca cierta autonomía en la toma de decisiones que está llevando a tensiones geopolíticas muy fuertes, donde Europa empieza a hablar de la autonomía estratégica abierta, pero siendo consciente de que tiene que proteger determinados activos. Un regulador, un gobierno, una región, o un modelo como puede ser una democracia, ya no se quiere aislar solamente desde el punto de vista técnico sino que también quiere que no haya injerencias desde el punto de vista político. Esto es muy complicado porque, al tiempo que se mueve la conectividad, se mueven todos sus aplicativos. Uno de los más poderosos es el de la inteligencia artificial. Esta evoluciona a tal velocidad que hoy ya es difícil distinguir un 'bot', un robot de software, de un humano.
P. La tecnología evoluciona a enorme velocidad. La seguridad no tanto. Menos aún la regulación relacionada con los 'ciberdelitos'. Han aparecido nuevas conductas delictivas, desde fraudes o algunos, gravísimos, de carácter sexual, que utilizan la tecnología, para cuyo combate no parece que estemos bien preparados aún. ¿Cómo trabajan compañías como Ericsson en esta materia? Me preocupa especialmente el aumento brutal de los delitos sexuales entre menores y el uso indiscriminado del porno que, según muchos expertos, es una de las causas del aumento de los delitos sexuales en los adolescentes y niños.
R. La ciberseguridad se ha reforzado extraordinariamente, la de los Estados y también de las industrias estratégicas. Desde el inicio de la guerra en Ucrania se han multiplicado por mil los ciberataques a sectores estratégicos. Esto ha cogido desprevenidas a determinadas empresas en las que se producen fallos de seguridad críticos, con peticiones de rescate, y con la consiguiente generación de daños; conozco clientes fuera de España a los que se les ha borrado la red. Esto te inhabilita para hacer transacciones bancarias, o poder ver la televisión. Es una disfunción tremenda, pero los Estados han sido capaces de gestionar esto con celeridad. ¿Esto llega a la sociedad? No. Los motivos son variados. Hay una parte legislativa porque su evolución, por la propia esencia de los sistemas democráticos, al requerir de ciertos consensos, de controles, es lenta. En regímenes no democráticos se crea un control tecnológico y una verdad paralela, y quien se sale de ella, es castigado.
Esto es preocupante porque crea una cierta visión del mundo, porque la propia pervivencia de ese régimen no democrático va asociada a que se mantenga. En el mundo occidental hay otra fuerza muy poderosa y es que la propia inteligencia artificial que muchos están usando para polarizar. Las redes sociales tienen un modelo de negocio donde, al igual que en una tienda, se busca que el potencial comprador pase el mayor tiempo posible en ella. Cuanto más 'enganchado' y conectado emocionalmente se esté, más dinero ganas. Sus algoritmos se están orientando más a la polarización, para buscar 'likes' o 'haters'. Los efectos negativos en política los hemos vistió en los últimos años. En EEUU y en Brasil, un 40 por ciento de su población piensa que les han robado las elecciones, es decir, cuestiona el régimen democrático. Igual ocurre con el sexo u otras cuestiones. A pesar de todo, soy optimista. Lo que pasa que los estados tendrán que realizar con rapidez todos los cambios legislativos necesarios y lo harán cuando perciban, al igual que hicieron con la ciberseguridad, que su modelo de sociedad está en riesgo por los efectos de la digitalización.
P. Ericcson ha sido pionera en el uso del teletrabajo, más de 20 años antes de la pandemia ya estabaís acostumbrados a su uso. ¿Qué impacto real tiene en las empresas y su productividad?
R. Para darte una idea del impacto del teletrabajo en mi empresa, en España somos 2.300 profesionales, de los cuales 1.000 trabajan en investigación y desarrollo y otros 1.300 en el negocio. Los 1.000 que trabajan en I+D trabajan bajo un formato de investigación y desarrollo distribuido. Ericsson tiene centros de competencia por todo el mundo, entre los cuales el de Madrid y desde siempre su dinámica de trabajo natural es el teletrabajo. De hecho tenemos un convenio con los sindicatos por los que a estos trabajadores se le retribuye los gastos que tienen que ver con el teletrabajo: energía eléctrica, conexión, mobiliario adecuado. Antes de la pandemia, el 52 por ciento de nuestra gente estaba asociada ya con este tipo de convenios.
P. Defíname su liderazgo. ¿Inspiracional? ¿Humanista? ¿Democrático?
R. Siempre he creído que convences a pocos si les dices que vamos a subir el EBITDA tres puntos. La gente necesita otro tipo de banderas y otro tipo de retos, no solo los económicos-financieros. En mi vida me he enfrentado a retos muy complicados y lo he hecho siempre intentado inspirar mis equipo. Llevé muchos años el negocio de empresas en Vodafone compitiendo directamente contra Telefónica, un auténtico gigante. Conseguimos una excelente cuota de mercado. Siempre me he apalancado mucho en la parte inspiracional para que el equipo cogiese metas a medio y largo plazo, siendo consistente a la hora de fijar el rumbo de hacia dónde íbamos y no marear con cambios o vaivenes. Ello requiere darles una cuota de participación alta en la gestión. No diría que soy un líder democrático, pero sí escucho. Hay temas en los que no doy por hecho que sólo yo tengo la solución, sino que la vamos a encontrar juntos. Sólo pido que, una vez que la hemos encontrado, nos mantengamos firmes hasta a conseguir el resultado esperado.
P. ¿Qué opina de la crítica que se vive en España, por parte de algunos políticos, hacia el empresario y hacia la empresa?
R. La empresa crea riqueza y desarrolla personas. Genera una riqueza que luego puede ser invertida y redistribuida en el país. Además de CEO de Ericsson soy mimenro de la Fundación I+E que canaliza el esfuerzo inversor de las multinacionales en temas de I+D dentro y fuera de España, para atraer talento e inversión. Si comparas España con Italia, Francia o Portugal, España no es especialmente atractiva para corporaciones o multinacionales, no sólo desde el punto de vista fiscal, sino desde una perspectiva de crecimiento y desarrollo de talento. Hay gente que viene aquí con expectativas de desarrollarse, de crecer, y de establecerse. Si no creas un espacio propicio para eso, estás atrapado en un modelo muy transaccional y poco resiliente porque cuando llega un impacto negativo, como ha ocurrido con la pandemia, si tu modelo está basado sólo en servicios, te caes, y cuesta recuperarse. Por mi trayectoria en grandes multinacionales soy consciente de ello. Yo compito con otros CEO y trato de conseguir un marco que mire más al largo plazo que al corto. Elementos, como los subsidios, no lo garantizan. Pueden ser un estímulo para superar un bache, como fue la pandemia, pero hay que crear un marco estable y predecible. Ericsson invierte un 18 % en I+D. en cuestiones que no van a ver la luz tal vez hasta dentro de 5 o 10 años. La recomendación de la OCDE para los países occidentales es que inviertan el 3 %. Creo que es un dato altamente significativo. España, no llega ni al 1,5 %. ¡Tenemos un problema!
P. El sector de las telecomunicaciones es tradicionalmente muy masculino. ¿Qué estaís haciendo para revertir la situación para que sea más igualitario?.
R. Es un gran reto. Estamos tratando de contribuir a revertir esta realidad. Hace cinco años había más mujeres comenzando carreras STEM que hoy. Lo que ha ocurrido es que esto no se ha promovido de forma adecuada. No se ha hecho buen ‘marketing’ de cómo podían cambiar el mundo, de cómo podían cambiar la sociedad trabajando en este sector.
Me siento orgulloso de una compañía en la que el 30 por ciento de su cuerpo laboral es femenino y en la que el 40 por ciento de mi comité ejecutivo son mujeres. ¿Cuál es mi problema? Que sólo el quince por ciento de las niñas que inician hoy la universidad lo hacen en carreras STEM. Ese es mi problema. Hay que ayudar a la mujer a que visualice el éxito a través de la tecnología. No digo que haya que descuidar la igualdad en otros ámbitos, pero cambiar la sociedad significa progreso, y eso requiere de mucha tecnología.
P. ¿Cómo concilia en su casa, como directivo?
R. El secreto es priorizar. No hay más. Ser buen progenidor y cónyuge puede ser perfectamente compatible con que puedas tener éxito profesional. Es importante el papel de la compañía, su flexibilidad. Tengo una agenda exigente, viajes de trabajo, pero paso mucho tiempo con mis hijos y ni suelo faltar a eventos relevantes para ellos.
P. Si tuviera que dar una clase magistral a los políticos que gobiernan y gestionan las instituciones, ¿cuál elegiría?
R. Los gobiernos deben ser conscientes de los efectos que la tecnología provoca. Europa, que es en mi opinión el continente que mejor calidad de vida disfruta y que tiene modelos democráticos de convivencia, respeto por las minorías, equilibrio entre la vida personal y profesional, cultura, ha sido lenta en entender el poder transformador de la tecnología, y hay cosas que no ha hecho como no hacer una política por inversión en tecnología que la han relegado a un lugar difícil. De las diez principales tecnologías que van a cambiar el mundo en los próximos quince años, con la excepción de la telefonía, en Europa no hay ninguna.
P. Si le ofrecieran un cargo político, un Ministerio, por ejemplo de Tecnología, ¿lo aceptaría?
R. Sería difícil, para mí y para muchos ejecutivos. Estamos acostumbrados a otro ritmo, a más transparencia, a otro tipo de toma de decisiones y a que seamos valorados más por hechos que por percepciones. Honestamente creo que la gente que dedica su carrera al servició público es admirable, y yo no sé si tendría algunos aditamentos necesarios para ese mundo; he visto a gente, empresarios brillantes, entrar en ese entorno, y no haber sido capaces de sobrevivir en él. Me costaría verme ahí. En EEUU hay otro modelo más orientado al emprendimiento; gente con un bagaje potente, con sus carreras profesionales hechas, sin necesidades económicas, y que añade mucho valor. En Europa y en España es menos común. Esto es un freno.
P. ¿Qué sueños le quedan?
R. Muchos. Fui ‘sponsor’ de diversidad en Vodafone durante cinco años. Con mucho foco en aquel momento en las personas LGTBi porque era importante, fundamental. Tengo una hija que es lesbiana, me lo dijo muy joven, con dieciséis años. Quiero que esos colectivos progresen en un marco favorable, sin complacencias inútiles, pero que avancen. La sociedad está cambiando mucho en ese sentido y tenemos que adaptarnos a toda velocidad. Tengo otro sueño que es tener algún día una vida placentera lejos del entorno corporativo. En Cádiz, donde tengo muchos vínculos, estoy invirtiendo en la casa de mis sueños. Me gustaría, que se acabe la visión distópica y polarizada del mundo y que se imponga el sentido común y un mundo con pocas fronteras.
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