"Yo quería hacer aviones en la España de los años 80. Y todo el mundo me decía que no lo hiciera, que acabaría haciendo lavadoras". Ni una cosa, ni la otra. Jordi Puig-Suari acabó haciéndose conocido por inventar, junto al profesor estadounidense Bob Twiggs, los CubeSats, unos nanosatélites que revolucionaron la tecnología espacial. ​

El proyecto surgió cuando Puig-Suari y Twiggs quisieron enseñar a sus estudiantes de la Universidad Estatal de California y la Universidad de Standford a construir unos satélites lo más sencillos posible. Pero la idea fue cogiendo forma y triunfó. Y estos pequeños artefactos (cuyo tamaño estándar es de 10 cm x 10 cm x 10 cm, aproximadamente el tamaño de un cubo de Rubik, y pesan alrededor de 1 kg) se extendieron, y permitieron democratizar el acceso al espacio.

"Ahora estoy retirado, así que vivo donde donde me da la gana. Mi casa está en Estados Unidos, en Washington DC, porque mis hijos están allí. Pero después vamos a a muchos sitios", comenta Puig-Suari en conversación con El Independiente desde Málaga, donde impartió una conferencia durante la sexta edición del Small Satellites & Services International Forum (SSSIF), que se acaba de celebrar.

P. Para empezar, háblame de tu trayectoria. ¿Qué estudiaste y cómo diste el salto a EEUU?

R. Empecé en Barcelona, en la Universidad Politécnica de Cataluña, con el plan de irme a Madrid para estudiar aeronáutica allí, porque era el único sitio de España donde podías hacerlo. Pero me salió la oportunidad de irme a Estados Unidos a estudiar. Conocía a gente allí, y mis padres estaban interesados en que me fuera para allá. Apliqué y me admitieron, y me marché con la idea de estudiar la carrera y luego volver. Pero luego pensé que podía hacer un máster allí, luego un doctorado y luego que podía aprovechar y trabajar unos años en Estados Unidos.

P. ¿En qué universidad estudiaste allí?

R. En la Universidad Purdue, que está en Indiana. Allí lo hice todo. El plan no era ese, pero en el último momento siempre decía, 'Venga, pues en vez de acabar, vamos a hacer más cosas'.

P. ¿Qué te ha aportado vivir en Estados Unidos? ¿Para un investigador de tu perfil crees que es un paso necesario tener que salir de España?

R. Bueno, es otra manera de hacer las cosas hasta cierto punto. Y en el sector aeroespacial de Estados Unidos hay muchísimas oportunidades y opciones, y muchas empresas y universidades que investigan. Pero España ha mejorado muchísimo desde entonces, la separación es mucho más pequeña ahora de lo que era cuando yo me fui para allá.

Luego es verdad que una vez en la universidad, cuando inventamos lo del CubeSat, y lo publicamos, etc... Todo eso sí que hubiera sido muy difícil hacerlo fuera de Estados Unidos. Y la gente a veces dice, 'Bueno, claro, porque NASA está allí'. Pero la realidad es que no fue eso, porque no teníamos demasiado apoyo de la NASA ni del Gobierno. Pero la relación entre universidades, compañías e industria, las oportunidades que dan y el poco dinero que se necesita para empezar ponen las cosas más fáciles que en cualquier otro sitio del mundo. Y eso sí que ayuda.

P. ¿En qué ha mejorado España?

R. Te cuento una anécdota para explicarlo. Cuando llegué a la Universidad Purdue lo primero me preguntaron fue que si yo era de aeronáutica o de astronáutica. Tuve un cortocircuito, porque ni me había parado a pensar en la parte de astronáutica. Claramente yo sabía que la NASA existía, y sabía que íbamos a Marte. Pero la idea de que había gente, seres humanos, que se dedicaban a eso me chocó muchísimo.

Ahí me pregunté, ¿por qué no he pensado yo esto de hacer satélites? Y era porque realmente no lo veías en España. Eso es completamente diferente ahora. Los chavales que están en la universidad pueden lanzar una empresa de espacio, o ir a trabajar a una startup espacial que haga satélites. Cosas que cuando yo era pequeño ni se te ocurrían. Ahora es muy diferente.

P. La primera pregunta que tengo sobre los CubeSats es si te has hecho rico con ellos. ¿Se gana dinero con un invento así?

R. (Risas). No, no me he hecho rico, porque fue un estándar abierto. No me puedo quejar, pero al final era un proyecto universitario también. Luego lanzamos una empresa y hay otras cosas, pero la razón de que los CubeSats funcionaran fue que eran un estándar abierto que cualquiera podía usar. Como proyecto universitario tuvimos éxito, y nos llegó financiación de la NASA. Así que lo hicimos muy bien. Pero nunca te vas a hacer rico con un proyecto académico.

P. ¿Entonces no se gana nada de dinero con un proyecto así?

R. No por el proyecto. Lo que sí que pasó, claro, era que liderábamos y manteníamos el estándar. Así que la NASA nos daba contratos y venían a nosotros empresas que querían lanzar un satélite. Nuestro grupo académico fue muy bien, teníamos tres o cuatro personas trabajando, pero era un proyecto académico. Y aunque en Estados Unidos pagan mejor que aquí, no nuestro no era Google.

P. ¿Cómo fue el salto de proyecto académico a constituir la empresa?

R. Lo que pasó fue que la NASA firmó un contrato con nosotros pasa lanzar CubeSats de universidades. Éramos los únicos que sabíamos hacerlo, de hecho nadie más podía hacerlo, así que firmamos con ellos por cinco años y varios millones de dólares. Y luego, cuando la cosa estuvo más establecida, las empresas empezaron a presionar a la NASA porque no podía ser que todos los proyectos dependieran de una universidad. Había que crear una empresa, y nosotros pensamos que deberíamos hacerlo nosotros, porque éramos los que más experiencia teníamos.

Ganamos varios contratos, pero a partir de ahí todo empezó a ser más competitivo y a estar más industrializado. Pero creo que como modelo estuvo muy bien, porque el riesgo lo tomamos en la universidad y en la NASA, y una vez se demostró que la cosa funcionaba, pudimos decir, 'Vale, ahora puede haber empresas que lo desarrollen a nivel comercial, y que haya competencia'. Pero ese riesgo del principio lo tenía que tomar el Gobierno, no podíamos pedírselo al sector privado.

P. Has dicho que al principio no tuvisteis mucho apoyo de la NASA. ¿En qué momento se empiezan a interesar por vosotros?

R. Es una historia muy interesante. El primer lanzamiento que hicimos con la NASA fue en 2006, cuando nosotros solo habíamos lanzado un par de CubeSats. La chispa que lo encendió todo fue que la NASA tuvo un accidente que dejó a uno de sus grupos sin la posibilidad de volar experimentos. Ellos los lanzaban y los volvían a traer, pero pensaban que tendrían que estar años sin poder hacer nada. Hasta que nosotros les propusimos lanzar un satélite que no volviera.

Nos preguntaron cómo lo haríamos, y después de muchas ideas y diseños se decidieron a usar el CubeSat estándar. Ellos lo construían y nosotros lo teníamos que lanzar. Así que lanzamos el GeneSat, que fue el primer CubeSat de la NASA. Fue un cambio brutal, porque demostraron que realmente se podía hacer ciencia, que no era algo solo para los estudiantes. Y la NASA pasó de no tener ningún interés en los CubeSats a que todos sus centros tuvieran proyectos para lanzarlos.

P. ¿Cómo lanzabais esos primeros CubeSats?

R. Se lanzaron en Rusia, porque en EEUU nadie quería tomar el riesgo. El primero lo lanzamos con un satélite que tenían los canadienses, añadiendo la carga útil, y el segundo y el tercero ya fuimos nosotros contratando directamente a los rusos.

El primero que hicimos nosotros fracasó, explotó. Fue el primer fallo del Dnepr, que era un cohete súper bueno, que funcionaba siempre. Yo me acuerdo que momentos antes del vuelo dije, 'No, no, este cohete es bestial. No ha fallado nunca'. Y falló. 14 CubeSats, 11 universidades... Pero fue un revulsivo muy importante, porque los políticos dijeron qué por qué se estaban lanzando CubeSats de universidades estadounidenses con cohetes rusos, que eran horribles y explotaban, en lugar de lanzarlos desde Estados Unidos.

En ese momento empezaron a poner mucha presión a la NASA para que los lanzaran desde EEUU. Lo bueno es que aprendimos mucho con los rusos, y con ellos era un poco más fácil trabajar. Y cuando quisieron lanzarlos desde Estados Unidos estábamos preparados y podíamos tener el nivel de calidad que se necesitaba para volar con la NASA.

P. Te preguntaba antes por el dinero que se gana al inventar algo así. ¿Pero qué me puedes decir en cuanto al reconocimiento?

R. He tenido más de lo que me hubiera imaginado nunca. Y no solo por el hecho de que la gente me lo reconozca, sino por poder venir a lugares como Málaga y ver todos los estudiantes que están haciendo CubeSats ahora. Porque cuando yo estaba donde están ellos ahora, me tuve que ir. Eso ha sido brutal.

P ¿Por qué supusieron una revolución los CubeSats?

R. El espacio se había estancado porque los satélites crecieron y cada vez eran más grandes y más capaces. Los satélites geoestacionarios pesaban cinco toneladas y valían 200 millones de dólares, así que era muy difícil asumir cualquier riesgo. Todo tenía que ir sobre seguro y haberse probado mucho antes de lanzarse.

La gente se olvida de que si siempre quieres usar algo que ya ha volado, nunca vas a probar cosas nuevas. Entonces no es que hubiera una crisis, pero había un poco de estancamiento. Los teléfonos se estaban disparando, los ordenadores portátiles también y veías lo que estaban haciendo en el espacio y era un poco cutre.

Nosotros teníamos la idea de hacer un satélite muy pequeño y muy sencillo para que los estudiantes aprendieran, era todo lo que necesitábamos. Pero claro, no le digas a un estudiante que no puede poner una cámara en un satélite, porque ellos lo que quieren es la foto. Entonces, como no había cámaras para el espacio que se pudieran usar, le sacaron la cámara a un teléfono Motorola y la pusieron en satélite. Todo el mundo dijo que eso no iba a funcionar porque eran cámaras terrestres, sin protección para la radiación. Pero volaron y al cabo de tres años seguían haciendo fotos. Ahí fue cuando la gente se dio cuenta de que a lo mejor estaban siendo excesivamente conservadores.

P. ¿Cómo ha utilizado España los CubeSats todos estos años? ¿Qué uso les ha dado?

R. España empezó como todos, con las universidades. Creo que la Universidad de Vigo fue la primera en lanzar un CubeSat en España, bastante al principio. Ahora hay muchas que los han lanzado para investigación científica, para estudios, para que los alumnos aprendan... Y el siguiente paso ya ha sido ir a cuestiones comerciales. Muchas de las empresas que están empezando en España lo hicieron con un CubeSat, porque es lo que te permite aprender. El primero que lanzó Sateliot, por ejemplo, fue un 3u, los segundos son 6u y algún día lanzarán cosas de 100 kg, pero empezaron con CubeSats porque esa es un misión: probar cosas nuevas.

P. En las grandes misiones espaciales que se avecinan en los próximos años, como las de Marte y la Luna, ¿qué equilibrio ves que debe haber entre las tecnologías más grandes y más caras y las más sencillas?

R. Es la gran pregunta, tenemos que descubrirlo. En órbita LEO o terrestre es más fácil, porque hay negocio. Y una vez se ha demostrado, la industria, los inversores y los productos moverán lo que sea para hacer que el negocio funcione. Si las fotos son más baratas con los CubeSats, los usarán. Si son mejores con satélites grandes, lo harán así.

Con las misiones de la Luna o Marte lo que sucede es que están muy basadas en dinero público. Y ahí es donde hay que tomar una decisión. La clave que yo veo es intentar llegar a un equilibrio donde queramos aprender a hacer cosas nuevas, y para eso tengamos que tomar riesgo. Ahí es donde los satélites pequeños funcionan. Y luego habrá misiones que serán muy caras con las que habrá que ser más conservadores.

Pero si queremos que esas grandes misiones sean mejores, más capaces o tengan más tecnología, las tenemos que probar primero en algún otro sitio, y alguien tiene que tomar el riesgo de hacerlo la primera vez. Por eso habría que hacer misiones pequeñas, agresivas y arriesgadas para desarrollar tecnologías y conceptos que después se puedan usar en las grandes. La otra opción interesante es lanzar satélites grandes que lleven algunos más pequeños para hacer cosas peligrosas. Porque si no, de nuevo, habrá cosas que nunca podremos hacer con satélites que valen muchos millones.

P. España, más allá de empresas como PLD Space que están impulsando la marca del país a grandes niveles, ¿crees que tiene más oportunidades en tecnologías como los CubeSats?

R. Hasta cierto punto las compañías como GMV o Indra ya están haciendo cosas. Creo que hay una ventaja en no tener un gran centro de Airbus, Thales o Boeing en el país, porque hay menos conflicto a la hora de decidir hacia dónde va el dinero, si hacia los satélites grandes o hacia los pequeños.

Si hay menos de los grandes, hay más interés en hacer los pequeños. Y además, con los pequeños es donde estás aprendiendo. Las nuevas tecnologías y la innovación van a salir de los pequeños, no van a salir de los grandes. Y yo lo veo como una oportunidad para todas estas startups que están empezando en España de cero con cosas pequeñas, pero súper interesantes, porque no están basadas en algo que alguien hizo hace 20 años, sino en cosas que han salido del horno hace cuatro días.

P. Hablas mucho sobre tu postura acerca del riesgo en el espacio. Pero, ¿qué visión tiene el mercado sobre eso?

R. Está cambiando. Ahora quiere menos riesgo porque se ha demostrado que estas cosas funcionan, y que los satélites pequeños pueden hacer misiones. Lo que dicen es que como ya saben que funciona, esperan que funcione.

P. Lo mismo que pensabas tú con el cohete ruso que explotó.

R. Exacto. Pero creo que podemos llegar demasiado lejos y volver a la posición donde todo tiene que funcionar siempre. El mercado tomará riesgos cuando haya suficiente beneficio a nivel de industria en general, no solo privada. Peor tiene tiene que haber un enfoque muy claro. A los privados no se les puede forzar, pero con el dinero público habría que destinar un porcentaje a tomar riesgos. Es difícil venderlo y convencer a la gente, porque se fallará. Pero aprenderemos, y de eso se trata.

Las organizaciones, países, agencias, o llámale como quieras, que se atrevan a hacerlo, a medio-largo plazo pueden ser beneficiosas. Y superarán a los que sean más conservadores, que en 10 años seguirán haciendo lo mismo mientras los más agresivos estarán haciendo cosas mucho más interesantes.

P. Y en ese sentido, ¿cómo ves la visión del riesgo que tiene SpaceX, por ejemplo?

R. SpaceX es el claro ejemplo de lo que digo. Es difícil ponerlos como referencia porque si por lo que sea necesitan 1.000 millones hoy, mañana los tienen. Pero tienen esa mentalidad de probar algo y si no funciona, volver a probar. Cuando empezaron les explotaron dos o tres cohetes Falcon 1, y casi se hunde la empresa porque no tenían más dinero. Ahora con la Starship van probando, y antes o después sabemos que explotará, pero nadie se queja porque esos tíos saben lo que están haciendo.

Ahora, ¿cómo convencemos al público? Le podríamos decir al contribuyente que la Agencia Espacial Española va a hacer también cosas que van a explotar, pero que al final valdrá la pena. Pero eso es más difícil de vender.

P. En tu charla del SSSIF hablaste de la necesidad de tener acceso garantizado al espacio. ¿Crees que dependemos demasiado de SpaceX a nivel mundial?

R. Me puedo meter en líos (risas). SpaceX le ha dado la vuelta a la tortilla y ha bajado el precio a un nivel que es impresionante. Pero no puede ser que solo sea SpaceX. Y llegará un momento en el que alguien tendrá una idea diferente que será mejor, que fue lo mismo que hicieron ellos en su día. SpaceX llegó, hizo las cosas de otra manera y funcionó.

La competición siempre ha sido beneficiosa. En el espacio en cualquier momento puede haber un problema que te haga estar meses sin poder lanzar, y por eso tiene que haber más gente que lo pueda hacer. Será bueno para los demás y también para SpaceX, porque si no acabarían durmiéndose en sus laureles.

El gran problema es que ellos avanzaron e innovaron tan rápido que competitivamente están mucho mejor que el resto. Pero Blue Origin está a punto de empezar a avanzar otra vez. Ellos también tienen empresa muy privada, y muy innovadora, así que creo que competirán bien. United Launch Alliance se despertó después de muchos años, y están trabajando en el cohete Vulcan, que está muy bien. El Ariane 6 de la Agencia Espacial Europea ahí está, pero es mucho más conservador, veremos cómo funciona. Y luego hay compañías como PLD Space, ISAR u Orbex. Como digo, la competición es buena, así que irá bien.