¿Alguna vez han despedido a alguien? ¿Creen que se atreverían llegado el momento?, ya les adelanto que despedir es de valientes y a excepción de los psicópatas es un mal trago que sólo se hace por responsabilidad, porque sabes que es lo correcto, de otra forma ni te lo planteas.
A saber, debes dar explicaciones en la empresa: a tu jefe y a recursos humanos. ¿No elegiste a la persona adecuada?, ¿no fuiste capaz de hacerte con ella?, ¿le gestionaste bien?, ¿le diste una oportunidad?,¿qué ocurre con el mal ambiente que se genera y a veces el miedo que se infunde en el resto de compañeros, que temen poder ser los siguientes?; si además tiene hijos y pensamos que le costará encontrar otro medio de vida - ¿qué clase de persona soy? – yo no he venido aquí para esto…
Lo correcto es despedir a los que no cumplen; no hay nada malo en ello.
Uno de los retos a los que nos enfrentamos en la gestión de cualquier empresa consiste en hacerla crecer “sana” y en conseguir que nuestro proyecto sea también el de las personas que trabajan con nosotros. Para ello hay dos aspectos fundamentales que debemos respetar en todo momento y sin los cuales sería imposible conseguir nuestro objetivo.
Por un lado, un sistema de valores compartido, un esquema de conducta que explicite claramente cuáles son las reglas del juego y que transmita sin lugar a equívocos, que te ofrece esta relación y que te pide a cambio. Por otra parte, un sistema de gestión que asegure la coherencia en el comportamiento del management de la empresa garantizándose así, el cumplimiento efectivo de la promesa dada. Como ya podrán intuir, no es poca cosa…
No hay muchos más misterios y el truco de magia es discriminar. Es fundamental que pasen cosas buenas a los buenos y cosas malas a los malos y les aviso, no sirve quedarse a medias…
Al igual que promocionamos y premiamos, hay que despedir a los que no cumplen – no hay nada malo en ello, es lo correcto – de otra forma el sistema no está cerrado y carece del aura de justicia del que pretendemos dotar a la organización. Si tras dar una oportunidad, despides a quien se lo merece, se mejora el equipo de forma natural y se refuerza el sentido de meritocracia de la empresa. Pero aquí, fallamos casi todos porque no llevamos a cabo esta parte del plan y no por falta de motivos.
Gran parte de los problemas de las compañías empiezan aquí, haciendo lo más cómodo y olvidando o ignorando que después del mal trago del despido, avanzamos hacia un equipo y un proyecto cada vez mejor del que nos podremos sentir orgullosos. Y es que,tras la tensión del despido viene la liberación. No olviden la frase de Oscar Wilde “…hay personas que dan felicidad allí donde van y otras que la dan cuando se van…”.
Al final, el mundo no funciona como nos gustaría porque nosotros mismos no actuamos, porque no hacemos lo correcto. Debemos despedir a quien se lo merece y dar una oportunidad a otras tantas personas que están deseando darlo todo.
Algunos hacen lo que deben y llegado el momento despiden, otros optan por esconderse y pedir a recursos humanos que lo hagan por ellos, pero los mas avezados son capaces de llevar a cabo esta tarea sin que les pase factura, adivinen: no despiden, promocionan.
¿Alguna vez han despedido a alguien? ¿Creen que se atreverían llegado el momento?, ya les adelanto que despedir es de valientes y a excepción de los psicópatas es un mal trago que sólo se hace por responsabilidad, porque sabes que es lo correcto, de otra forma ni te lo planteas.
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