En las ciudades del siglo XXI los patinetes eléctricos encajaban, a priori, como anillo al dedo. Se trataba de una alternativa más barata, ecológica y sostenible, que además ayudaría a reducir la congestión del tráfico. Todo ventajas. Pero cuando algunas empresas comenzaron a llenar las calles de patinetes de alquiler que no necesitaban anclaje los problemas no tardaron en ser visibles. Y con ellos, comenzaron a aumentar las quejas ciudadanas.
Lejos de resolverse, la situación se ha enquistado. Hasta tal punto que París, que fue una de las ciudades pioneras en apostar por ellos, ha anunciado que no renovará el contrato de las empresas operadoras de patinetes de alquiler. Y aunque los parisinos podrán seguir usando sus propios patinetes personales, la decisión ha sembrado la duda sobre el futuro de este medio de transporte, que en poco tiempo se ha convertido para muchos en un foco de problemas.
Álvaro Fernández Heredia, experto en movilidad, asegura que "conviene diferenciar". Por un lado explica que están los patinetes de alquiler, que algunas empresas comenzaron a desplegar hace años en ciudades como París o Madrid sin ninguna regulación al principio y adaptándose luego a las normativas que se iban aprobando. Al ser bastante caros para un uso diario, el perfil de usuario de éstos suele ser un turista que, como el propio Heredia detalla, "no siempre conoce las ordenanzas y la regulación y no sienten tampoco tanta responsabilidad". Así que son ellos los que acaban generando la mayor parte de los problemas.
"Los patinetes privados, que al principio fueron muy utilizados por la gente joven, se han convertido en una alternativa interesante para las personas de rentas bajas, que no tienen coche ni otras opciones de transporte público fiables. Y estos usuarios, por lo general, sí suelen hacer un uso correcto y cumplir con la normativa. O al menos no tienen una indisciplina vial mayor que la de los coches o las bicis", apunta Heredia.
Más control y espacios de aparcamiento
Miguel Álvarez, consultor del Mobility Institute Berlin, coincide con Heredia en que la falta de control sobre las empresas operadoras es lo que ha terminado por traer el caos a las ciudades. Los patinetes se utilizan en lugares donde ningún otro medio de transporte puede usarse, que muchas veces son zonas céntricas y peatonales, donde circulan a gran velocidad. Y cuando acaban de utilizarlo, muchos usuarios los dejan en cualquier sitio, ocupando incluso las aceras, lo que genera contratiempos para todos los ciudadanos y auténticos quebraderos de cabeza para las personas invidentes y de movilidad reducida.
"Sólo hay recomendaciones al usuario, pero no hay medidas para asegurar que se cumplen", asegura Álvarez. "No vale con que el Ayuntamiento haga la norma, es una infraestructura que tiene que tener servicio, control y seguimiento. Esto no puede ser una jungla donde todo el mundo haga lo que quiera. Y en el caso de Madrid, por ejemplo, vemos todos los días que hay patinetes que no están donde deben estar y nadie los retira ni pone sanciones", añade Heredia.
El propio Heredia asegura que no hay ningún indicador que muestre que en realidad los patinetes sean más problemáticos que otros medios como las bicicletas. El incremento de siniestralidad ha sido acorde con el crecimiento de usuarios, y normalmente los accidentes en los que suelen verse envueltos, salvo excepciones, no suelen ser graves.
El experto apunta una posible solución para solventar gran parte del problema: destinar zonas de aparcamiento hasta ahora dedicadas a los coches a los patinetes. "No se por qué tienen más derecho a aparcar los coches que los patinetes, y más cuando en una sola plaza podrían caber varios. Las plazas de aparcamiento les pertenecen a la ciudades, no a los usuarios de un tipo de modo de transporte en concreto", asevera Heredia.
Lo cierto es que cada ciudad lo está regulando según cree conveniente. Así que mientras algunos ayuntamientos ya los han prohibido, otros tratan ahora de acomodarlos para que sean útiles en el día a día sin causar problemas. "Hay que buscar un punto medio entre el modelo de negocio y algo que sea beneficioso para la ciudad. Pero siempre hay que decirlo, los que provocan muertos, heridos y atropellos en la ciudad son los coches. Decir otra cosa es no poner el foco en los datos de accidentalidad", afirma Álvarez.
París, de ciudad pionera a la prohibición
Oier Violet, experto en movilidad urbana, explica que la capital francesa fue en 2018 una de las primeras ciudades en apostar por esta modalidad de transporte. Ese año 12 empresas empezaron a operar con patinetes sin anclaje. Pero lo hicieron de manera un poco caótica. Era, en palabras de Violet, "el salvaje oeste", hasta que en 2019 el Ayuntamiento de la ciudad decidió regularlo.
A partir de ese momento sólo pudieron operar tres empresas: Lime (EEUU), Dott (Francia) y Tier (Alemania), que pusieron en las calles una flota de unos 15.000 patinetes que debían aparcarse únicamente en las zonas delimitadas. "La situación mejoró algo, pero había mucha vandalización. Muchos patinetes incluso terminaban en el río porque la gente hacía un uso abusivo o agresivo de ellos. Y esos problemas de incivismo no se solucionaron con la nueva regulación", detalla Violet.
El experto relata que esta situación se produjo mientras el servicio de bicicletas municipal de París funcionaba "como un tiro", algo que hizo que el Ayuntamiento comenzara a replantearse si merecía la pena mantener los problemáticos patinetes. En 2022 los datos de vandalismo y siniestralidad empeoraron y la alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo, anunció una consulta ciudadana no vinculante (pero que se comprometía a acatar) para preguntar a los parisinos qué querían hacer con los patinetes de alquiler. Del debate quedaban excluidos los patinetes privados o personales.
El pasado 2 de abril 103.084 parisinos (el 7,45% del censo) acudieron a votar. Violet detalla que aunque la participación fue muy baja, los resultados fueron aplastantes: el 89% se posicionó en contra de los patinetes. Y no hubo diferencias significativas entre los barrios más ricos y los más pobres ni entre los más céntricos y los más periféricos. Hidalgo, cumpliendo con lo prometido, anunció que no renovará las licencias de los tres operadores. Así que a partir de septiembre París no tendrá patinetes de alquiler.
"El patinete eléctrico es una solución de movilidad social nos guste o no. Yo soy partidario de que se promocione todo tipo de transportes, pero prefiero un patinete a un coche o una moto", comenta Julián Sastre, Presidente del Instituto de Movilidad y fundador de la empresa consultora Alomon, especializada en movilidad sostenible. "No sé si España se contagiará de esta decisión. Y me refiero a los patinetes, turísticos o compartidos, porque los personales creo que van a sobrevivir perfectamente. Con el compartido veremos qué pasa, pero creo que lo razonable es que se regule mejor. Aunque es cierto que la influencia de París es muy fuerte", concluye.
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