El puzzle ha encajado todas sus piezas. Algunas lo han hecho de manera forzada, algo reticentes. Otras, ilusionadas con la posibilidad de ocupar por fin un despacho. No faltan los que se alían para no perderlo. El pasado de enfrentamientos, de manifestaciones en la calle y de broncos debates en la Cámara, unos en el Gobierno, otros en la oposición, se han resguardado en un oportuno olvido. Ahora, a todos les unen dos principios: plantarse ante un mismo enemigo y cobijarse bajo un mismo paraguas. El primero es Navarra Suma, la alianza que integra a UPN, PP y Ciudadanos. El segundo, el ‘paraguas’, la apelación a integrar un gobierno ‘plural y progresista’ en una suerte de extraño enjambre de siglas que aupará, a partir de hoy y culminará mañana, a una presidenta socialista al puesto de mando de la Comunidad Foral Navarra 23 años después.
La duda es si María Chivite (Cintruénigo, 1978) será presidenta o será ‘lehendakari’. Si ejercerá como líder de un gobierno constitucionalista o de un Ejecutivo nacionalista. Si abrirá una nueva etapa bisagra entre ambos mundos o si sus dos socios en el gobierno y los dos fuera de él le secuestrarán para controlar en la distancia la dirección, la intensidad y el rumbo de la nave.
Cuando mañana por la tarde, en segunda votación, la candidata del PSN logre el apoyo de sus socios, cruzará el dintel que da acceso a un ‘gobierno avispero’ difícil de controlar. Demasiadas sensibilidades, demasiadas cuestiones delicadas, demasiada tensión social acumulada y heredada. Dicen de ella que es inconformista y soñadora. Licenciada en Sicología, esta mujer de 41 años, madre de una niña, acumula una larga trayectoria política. Ha sido concejal en su pueblo, diputada en el Parlamento de Navarra y portavoz en el Senado. Amante de la música ‘Indie’, en especial la de Vetusta Morla o Lori Meyers, es socialista de carnet desde los 20 años.
La duda es si Chivite será 'lehendakari' o presidenta, si ejercerá como líder de un gobierno constitucionalista o nacionalista
Cuando se afilió las presidencias socialistas en Navarra eran historia pasada. En ocasiones oscura. Javier Otano es el referente más cercano del PSN y se remonta al periodo 1995-1996. Entonces la corrupción le rozó sin herirlo. Años atrás, su antecesor, Gabriel Urralburu, escribió la historia que los socialistas navarros querrían poder borrar. Este presidente foral (1985-1991) fue condenado por el ingreso de comisiones millonarias a constructoras. Ingresó en la cárcel por corrupción.
Un gobierno, cinco sensibilidades
En la mesa del Consejo de Gobierno, la próxima presidenta del Ejecutivo foral tendrá la sensibilidad conservadora del PNV, la de izquierda extrema de Podemos y la inicialmente ‘constitucionalista’ que ella debería representar. Fuera, aporreando la puerta o mirando por la mirilla muy atentamente, estarán la EH Bildu que lidera Arnaldo Otegi e Izquierda-Ezkerra, la IU navarra. En la forma será un tripartito (PSN, Geroa Bai y Podemos); en la práctica, un pentapartito (PSN-GB-Podemos-I-E-Bildu).
Cuatro de ellos han dado el visto bueno a la hoja de ruta acordada y que a partir de mañana Chivite se compromete a cumplir. Pero el quinto, el que según ha asegurado Arnaldo Otegi tendrá capacidad para “inclinar la balanza” de Chivite, está molesto. La izquierda abertzale ha accedido a abstenerse mañana, pero no de buena gana. No al menos amplios sectores de las bases que no perdonan el veto en las negociaciones que ha mantenido el PSN con ellos, excluyéndoles de las negociaciones. El PSN no puede olvidar que Bildu siempre ha advertido que su apoyo no será gratis.
La gestión de su Ejecutivo estará condicionada por el 'derecho a veto' que anuncia Otegi al afirmar que "podremos inclinar la balanza"
El ‘avispero’ que con estas compañías de Gobierno deberá empezar a recorrer la presidenta o ‘lehendakari’ Chivite incluye suelo resbaladizo. Al incendio que en Navarra y el resto de España ha suscitado la alianza por pasiva con Bildu y que se extenderá a todo el país y amenaza con estar activo gran parte de la legislatura, se suma la complejidad de tejer acuerdo en algunos ámbitos. A partir de ahora tendrá que poner letra pequeña a los grandes compromisos rubricados en términos genéricos y poco precisos.
Más autogobierno
El programa de Gobierno firmado por quienes serán sus socios de Gobierno reserva un apartado al autogobierno de Navarra. El PSN se ha comprometido con el PNV y Podemos, y siempre con la mirada y el pulgar de Bildu como ‘derecho de veto’ permanente, a impulsar el desarrollo de más competencias del Amejoramiento Navarro, su singular ‘estatuto de autonomía’. En la lista de tareas que ya figuran en el despacho de la próxima presidenta hay prioridades: le cesión de las competencias de Tráfico y Seguridad Vial para que sean asumidas íntegramente por la Policía Foral en detrimento de la Guardia Civil. Y en el plazo de un año, la lista incluye lograr las transferencias de Investigación Científica y Técnica y la Sanidad Penitenciaria.
En el montón de papeles y tareas por hacer, la ‘lehendakari o presidenta’ Chivite y sus socios, también han subrayado en rojo mejorar el Convenio Económico. La norma que rige las relaciones financieras entre la Comunidad Foral y el Estado debe actualizarse y eso conlleva revisar la “aportación económica” que Navarra hace a España. Una revisión que sólo se dará por buena si permite “mayores cotas de autonomía” en los tributos y blinda la capacidad de Navarra para fijar nuevos tributos.
La 'hoja de ruta' pactada con Geroa Bai y Podemos incluye más Amejoramiento, más autonomía fiscal y más transferencias para Navarra
Pese a que la oposición se ha apresurado a enarbolarla, en los planes del PSN y de sus socios no está activar ningún tipo de apuesta de anexión a Euskadi. Ni Chivite la promueve, no Barkos la desea. La Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución es la amenaza que PP, Ciudadanos y Vox quieren erradicar de la Carta Magna. Consideran un error que la Constitución de 1978 mantenga aún la “cesión a los nacionalistas” en forma de procedimiento para una posible incorporación de Navarra al País Vasco.
Dentro de España
Hace cinco años la futura presidenta de Navarra pidió “una reflexión” a los suyos al respecto. Lo hizo convencida de que nadie llamaría a activar la polémica disposición. “Yo quiero una Navarra tal y como está, foral y dentro de España, sin anexionarnos a ninguna comunidad”, dijo. Para Chivite, el mecanismo legal establecido en la Constitución tampoco le incomoda, “es un debate que no existe” y que ha recordado en reiteradas ocasiones que sólo alumbra en periodos electorales “para enredar”. La líder de su principal socio, Geroa Bai, la aún presidenta en funciones, Uxue Barkos, le secunda. Ella también ha reiterado que se trata de un debate inexistente y que en caso de activarse esa vía “tengo claro que votaría no a ninguna anexión”.
Hubo un tiempo en el que los socialistas salieron a la calle para protestar contra los que desde mañana se sentarán junto a Chivite en el Consejo de Gobierno. Lo hicieron incluso animando a la ciudadanía a denunciar el ataque a los símbolos navarros que en su opinión había ideado el Ejecutivo de Uxue Barkos. Ocurrió hace apenas dos años. El pulso entre ikurriñas, banderas forales, reyes y Constituciones tiene ahora un escueto e inconcreto compromiso en el programa de Gobierno del tripartito/pentapartito: “Mantendremos un compromiso inequívoco con los símbolos propios de la Comunidad Foral”.
Chivite y sus socios también quieren una ponencia parlamentaria que estudie la actualización de la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Fuero de Navarra (LORAFNA). Anuncian un impulso en las relaciones con comunidades limítrofes como Euskadi, con la que su antecesora, Uxue Barkos, ya reforzó la colaboración. Y con la Hacienda Foral, Chivite y su Gobierno se ha propuesto incorporarla en el seno del Consejo de Asuntos Económicos y Financieros de la UE.
‘Tres Navarras’
Gobernar Navarra en solitario no es sencillo. A la profunda fractura ideológica existente, entre nacionalistas y no nacionalistas y entre derecha e izquierda, se suma la división geográfica que en ocasiones hace del norte y el sur, y entre ellas Pamplona, tres realidades claramente diferenciadas. Saber compaginar esas ‘tres Navarras’ no es sencillo en ámbitos con amplia demanda y respuesta social como son el euskera, la política de símbolos, el tratamiento de las víctimas de ETA o las actuaciones en materia de memoria histórica.
Serán los vientos con amenaza de tormenta que deberá saber sortear Chivite a bordo del barco al que mañana se sube con la variopinta tripulación que ha accedido a remar junto a ella. Y lo hará con la mirada atenta de quienes vencieron en las pasadas elecciones, y con holgura, Navarra Suma, que ya ha denunciado la “inmoralidad” con la que nace este Gobierno apoyado por Bildu. Un foco que sin duda se ampliará sobre manera a nivel nacional después de que Pablo Casado y el PP hayan convertido el ‘caso navarro’ en la prueba del algodón del talante del aspirante a Gobernar España: Pedro Sánchez.
María Chivite se empeñó en hacerlo. Ferraz le autorizó, con dudas iniciales, a llevarlo adelante y la cúpula del PSOE y las bases del PSN se lo han bendecido. Es hora entonces de ceder el testigo a la ‘lehendakari’ Chivite, dispuesta a gobernar la comunidad más rica de España bajo la atenta mirada de PNV y Bildu.
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