Es la mutación de un fracaso, el reflejo en el espejo de lo que él soñó pero jamás logró. Ni siquiera se acercó. Hace tiempo que dejó el traje de lehendakari arrinconado para vestirse el de ‘president vasco’. En Euskadi empieza a ser un recuerdo del pasado, incluso para los suyos. Un recuerdo incómodo. Juan José Ibarretxe dejó de mirar al País Vasco con ilusión para hacerlo con cierta nostalgia. La esperanza a su impulso político viene ahora de Cataluña, de su procés, y de su pulso a golpe de leyes, sentencias y barricadas con los poderes del Estado. “Nos llevan la delantera”, reconoce con frecuencia.
Lo afirma consciente de que en la actual Euskadi, la del fin de la violencia de ETA, la del nacionalismo moderado de Urkullu que avanza sólo con “acuerdo y legalidad” y en el que sentimiento independentista adelgaza por meses, no habrá ‘procés’ vasco.
A Ibarretxe le escuchan ya más en EH Bildu que en Sabin Etxea. También le rinden culto más en Cataluña que en la Euskadi que gobernó durante una década, entre 1999 y 2009. El lehendakari que a comienzos de siglo abrió el camino hacia los órdagos al Estado con un plan que llevó su apellido, ve ahora reflejadas en Cataluña las siguientes pantallas de la senda soberanista que él sólo pudo imaginar. Su plan, el ‘Plan Ibarretxe’ que durante años centró focos, micrófonos y debates en nuestro país, se quedó en el ‘campo base’ del actual camino unilateral catalán. En el ya lejano 2005 el proyecto que aspiró a convertir el País Vasco en un Estado libre asociado de España ni siquiera superó la admisión a trámite del Congreso de los Diputados.
Aquel fue su final político. Ahora Ibarretxe vive un cierto renacer con acento catalán. Es el único aliado con un pasado institucional significativo que apoya abiertamente a Torra. A él y a Cataluña acude siempre que puede y que su actividad docente e investigadora, -que le lleva por el mundo presentando el “modelo vasco” como ejemplo de desarrollo humano sostenible- se lo permite.
Movilización frente a contención
Hace tiempo que Ibarretxe dosifica sus actos públicos. Cataluña y su proceso político centran gran parte de ellos. Ayer, en el día después en el que su partido, el PNV, no ocultaba su enésima decepción por el camino que parte del soberanismo ha emprendido entre CDRs y ‘Tsunamis democráticos’ dispuestos a incendiar calles y plazas, Ibarretxe volvió a marcar cuál es su apuesta. Vestido con visera y camiseta negra con el lema ‘Basque yourself’ no quiso desaprovechar el foco mediático que brindaba ser el escudero del president en una de las ‘marchas por la libertad’. Una oportunidad más para recordar que además de Cataluña también Euskadi es un pueblo con aspiraciones soberanistas.
Ibarretxe llama a movilizarse frente a la contención mostrada por la actual dirección del PNV
Tras la sentencia del procés, en el PNV han optado por la crítica, pero no por la movilización. Prefiere denunciar el exceso y la inutilidad de la condena penal como salida a un conflicto político pero sin salir de los despachos. Ni marchas, ni protestas, ni excesos. Contención. El PNV no es JxCat. Ni Urkullu es Torra. Tampoco la Euskadi de 2019 es la Cataluña de los líderes condenados por rebelión.
Pero Ibarretxe no piensa lo mismo. Su firma está junto a la de otro lehendakari, Carlos Garaikoetxea, como aval de la plataforma ‘Demokrazia Bai’ que esta semana ha llamado a movilizarse contra la “aberrante” sentencia del Tribunal Supremo. El sábado secundará la marcha que la plataforma ‘Gure Esku dago’ (Está en nuestra mano) ha convocado en San Sebastián y que por ahora sólo el entorno de la izquierda abertzale ha llamado a apoyar.
Ibarretxe envidia a Cataluña y ésta, al menos sus dirigentes independentistas, le estrecha la mano al lehendakari con devoción. Saben que no tienen muchas con las que hacerlo. El lehendakari del ‘plan’ no hace tanto que volvió a dejarse ver junto a Torra. Lo hizo justo días después del inicio del juicio del procés, el 22 de febrero. Un juicio ante el que siempre ha denunciado que se juzgaba a “presos políticos”, consideración que sus compañeros de partido, la actual dirección del PNV, siempre ha evitado refiriéndose a ellos como políticos presos.
'Hermanamiento' Euskadi-Cataluña
En esa ocasión Ibarretxe viajó hasta Girona, hasta la localidad de Agullana, para volverse a abrazar a Torra y rememorar el viaje que Lluis Companys hizo el 5 de febrero de 1939 hacia el exilio. En él le acompañó el lehendakari José Antonio Agirre, quien bajó de París hasta la frontera para apoyarle en el trance. En esos días de ‘hermanamiento’, a Ibarretxe no le faltaron actos de reconocimiento, bailes de honor y bienvenidas en ayuntamientos y salas de conferencias.
Ayer Torra volvió a subrayar la condición de “amigo” del lehendakari y la importancia de su apoyo. En noviembre del año pasado volvió a hacerlo en otro encuentro entre ambos mandatarios. En esa ocasión el president no dudó en agradecer su experiencia y “sabiduría extraordinaria y muy valiosa” para el camino “que hemos decidido hacer los catalanes”.
Ibarretxe se ha visto más con Torra que con Urkullu y Ortuzar. En su partido es un pasado que se respeta por su condición de lehendakari, no por su discurso. Ibarretxe dijo que abandonaba la política cuando fue derrocado en las elecciones de 2009 por la alianza PSE y PP que aupó a Patxi López. Y así ha sido. Ni el PNV le ha añorado, ni él ha influido en el día a día del partido. Son contadas las ocasiones en las que participa en actos oficiales o incluso en la fiesta grande de la formación, el ‘Alderdi Eguna’ a finales de cada mes de septiembre. En este tiempo se ha dejado ver más en actos con simpatizantes de EH Bildu y en entrevista en medio afines a la izquierda abertzale que en batzokis o entornos ‘jeltzales’.
Se ha convertido en un referente más para EH Bildu y Torra que para el nacionalismo institucional de Urkullu
Cuando abandonó Ajuria Enea fue una decepción para él y un descanso para el partido. El profundo desgaste de los años que cocinó su plan habían dejado malherida y dividida a la formación que Urkullu recompuso. Sabin Etxea puso olvido y un nuevo discurso por medio y él, distancia geográfica e intelectual. A partir de entonces, Ibarretxe, el otrora técnico economista, se volcó en la docencia. Con la Universidad del País Vasco como soporte, se creó un centro ‘ad hoc’ para su retiro, el ‘Aguirre Lehendakaria Center’ centrado en los estudios sociales y políticos. Un centro dedicado a su gran referente, el lehendakari Agirre y del que recuerda habitualmente que siempre proclamó que “catalanes y vascos sufrimos las mismas adversidades” pero alcanzaran “la satisfacción del triunfo”.
Lehendakari profesor y conferenciante
A este centro le ha dedicado toda su atención desde que dejó la política. Concebido como una institución de investigación en colaboración con la Universidad Columbia New York, la Seton Hall University o la George Mason University, Ibarretxe se ha dedicado a difundir los beneficios de su plan. El punto de partida de su nueva labor fue la tesis ‘Principio ético, principio democrático y desarrollo humano sostenible: fundamentos para un modelo democrático” que centra sus conferencias dedicadas a las bondades del desarrollo humano sostenible ‘del caso vasco’ como el mejor referente. Un camino que comparte espacio y discurso con la defensa del derecho a decidir de los pueblos como eje central.
En la foto que busca ahora figura Quim Torra, antes lo hizo Artur Mas. El expresident también compartió actos y conferencias con Ibarretxe. Una de ellas, en febrero de 2017, en el Kursaal de San Sebastián y con Arnaldo Otegi –que no Ortuzar ni Urkullu- entre el público dispuesto a aplaudirle. En sus intervenciones defiende que las demandas de soberanía y de decidir su futuro de los pueblos son un derecho “imparable” que debe ejercerse incluso si no se logra alcanzar acuerdos con los estados a los que pertenecen. Una teoría que algunos sectores en Cataluña parecen querer poner en práctica.
Ibarretxe es de los que cree que optar por esperar un pacto con España es perder el tiempo, jamás ocurrirá. Por eso apela a profundizar en los proyectos soberanistas sin “excusas” ni echando la culpa a Madrid, París o Bruselas, el ejercicio del derecho a decidir “depende de los pueblos, sólo de ellos mismos”. En sus intervenciones gusta de metáforas ciclistas, su gran pasión, y montañeras. El suyo fue un primer paso, recuerda, que sólo alcanzó el ‘campo dos’ de la montaña pero los catalanes “ya están en el campo tres”, aseguraba hace dos años: “Ahora miran con optimismo la cima del Everest”.
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