La situación económica es un indicador que influye de modo determinante en la imagen que sobre la llegada de inmigrantes tenemos en las sociedades occidentales. La curva de recuperación económica que se dibuja en los últimos doce años discurre de modo paralelo a la de empatía con los de inmigrantes. Es precisamente el aspecto laboral uno de los condicionantes que los vascos más valoran como filtro para la asunción de ciudadanos extranjeros. Más de la mitad de la sociedad vasca, el 53%, cree que se debería admitir la llegada de inmigrantes pero sólo si lo hacen a través de un contrato laboral. Otro 20% llega incluso a considerar como requisitos más aspectos, como limitarlo a casos como la petición de asilo, razones de estudios, etc.
El informe presentado ayer revela que no todos los grupos sociales asimilan de igual manera este fenómeno. A mayor renta, mayor nivel socioeconómico y cultural, mayor disposición a aceptar la inmigración. Los hombres también la aceptan mejor que las mujeres, la izquierda mejor que la derecha, y quienes tienen estudios universitario mejor que los que sólo cuentan con estudios primarios.
Los vascos defienden el acceso universal a la Sanidad y la Educación para todos los inmigrantes
Mientras algunos mensajes de determinados sectores políticos y sociales no hacen sino profundizar en los discursos amenazantes sobre la llegada peligrosa de inmigrantes, la realidad refleja que es menos amenazante que la que dibujan algunos discursos. Así, la radiografía realizada gracias a las 600 encuetas llevadas a cabo, revela que la mayoría de la población vasca tiene una imagen “sobredimensionada” de lo que suponer la inmigración. En el caso del País Vasco la ciudadanía cree que hay muchos más inmigrantes de los que realmente acoge Euskadi. Cifran esa población foránea en el 17% de la población, cuando la inmigración sólo representa un 10%. Conocido el dato real, apenas un 15% cree que es una tasa demasiado elevada.
No 'quitan' trabajo
El temor a que el fenómeno empeore también está muy extendido. El 70% de la población augura que en un periodo de cinco año crecerá la población de origen extranjero. Otra falsa imagen es creer que la mayoría de la inmigración procede del Magreb o de países de África. No, no es así. El año pasado siete de cada diez inmigrantes que arribaron a Euskadi procedía de algún país latinoamericano.
Esa mayor tolerancia que se ha instalado en la sociedad vasca se detecta en una reconducción evidente de muchos de los tópicos que siempre rodean a este fenómeno. Hace seis años, quienes consideraban que la inmigración quitaba trabajo a los autóctonos estaba prácticamente igualada con la de quienes no lo creían, ambos en un 42%. En 2019, sólo un 17% de la población lo considera así frente al 66% que lo rechaza. También ha mejorado de modo importante los que ven en la inmigración un fenómeno beneficioso para la economía. En una escala de 0 a 10, la sociedad vasca fija su aportación a la economía del País Vasco en un 5,6, la más alta desde 2007.
Las mujeres muestran un menor grado de tolerancia hacia la inmigración que los hombres.
Ese alto grado de tolerancia llega incluso a hacer que entre seis y siete vascos de cada diez esté de acuerdo con que tanto la Educación como la Sanidad pública sea universal, para todos los inmigrantes, indistintamente de su situación legal. Estos índices caen considerablemente cuando se les pregunta por otros derechos como el acceso a ayudas sociales, las viviendas de protección oficial o la asistencia jurídica, para las que la mayoría, en torno al 60%, considera que se debe reservar a quienes estén regularizados.
En otros casos, los estereotipos que rodean a la inmigración mejoran pero lo hacen a un ritmo más moderado. Quienes creen que los inmigrantes se benefician en exceso de las ayudas sociales aún son mayoría en el País Vasco. Lo cree más de la mitad, el 53%, lejos pese a todo del casi 69% de la población que lo afirmaba hace sólo cinco años. Uno de los estereotipos que más se ha reconducido es el de identificar a la inmigración con mayores niveles de inseguridad y delincuencia. En este punto la reducción es importante. Si en 2010 seis de cada diez vascos creía que a mayor inmigración más inseguridad y delincuencia, hoy ese porcentaje es del 37%.
Más machistas
El machismo es no de los indicadores que peor valoran los encuestados de las personas procedentes de otros países. Si bien en aspectos como la amabilidad, la honradez, la responsabilidad, su capacidad de trabajo o de solidaridad la inmensa mayoría, -entre un 60 y 80%- considera que son "iguales" a los que mantiene la sociedad vasca, en un 65,6% de los casos aseguran que las personas extranjeras son muchos más machistas.
La tolerancia hacia el colectivo de la inmigración mejora pero en cambio el peor indicador de los muchos que se revelan en el estudio se mantiene constante. Los vascos no aceptan de buen grado el Islám. La desconfianza que genera se mantiene prácticamente invariable en los últimos años, con una puntuación sólo de 2,7 puntos en una escala de confianza de 0 a 10. Es precisamente la cuestión religiosa una de las que suscita menor apoyo. Así, sólo un 38% ve bien que se les permita abrir sus propios templos de culto, sus propias escalas (33%) o que puedan vestir como lo hacen en sus países de origen (34%).
En torno a esta última cuestión, la aceptación pese a todo ha mejorado. Prendas propias del mundo musulmán, como la chilaba, la hiyab, la kipá o la túnica sólo provocan un grado de rechazo moderado de entre el 18% y el 27% de la población. La negativa a aceptarla se dispara en el caso de las prendas más extremas, como el burka o el nicab, con un rechazo que muestra más del 80% de los vascos.
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