El mensaje llegó aquel verano de 1994. El momento de reproducirlo en el contestador telefónico aún no se le ha olvidado. Resuena como demasiada fuerza aún 25 años después: “A ver Gregorio, estamos hasta los cojones de ti. Una declaración más tuya y tu familia corre peligro. Fuera de Euskadi, cabrón”. A Gregorio no era de los que una amenaza lo fuera a silenciar, pesaba más sus ímpetu y responsabilidad por defender la libertad que el miedo. Meses más tarde, el 23 de enero de 1995, el teléfono volvió a sonar en casa de los Ordóñez Fenollar. Esta vez era para anunciar que la amenaza se había cumplido.
“¿Te has enterado?, ¿sabes algo?”, preguntaba un compañero de ‘Goyo’ al otro lado del auricular. No, Consuelo, su hermana, no sabía nada. Tampoco su cuñada, Ana Iríbar, a la que llamó inmediatamente. Minutos después certificarían su mayor temor; ETA acababa de asesinar a Gregorio en el restaurante ‘La Cepa’ de San Sebastián. El comando integrado por Valentín Lasarte, Francisco García Gaztelu, ‘Txapote’, y Juan Ramón Carazatorre, ‘Zapata’ acababa de asesinar a tiros al teniente alcalde de la ciudad y concejal del PP en la capital guipuzcoana.
Tardó ocho meses en recuperarse. Después, decidió dejar de ser invisible, tomar el testigo de su hermano y denunciar la falta de libertad en Euskadi. Un día de septiembre de aquel año oscuro salió a la calle para concentrarse ante ‘La Paloma de la Paz’ en contra del secuestro del empresario José María Aldaya. Enfrente, simpatizantes de la izquierda abertzale que se contramanifestaban lanzaron una piedra que le golpeó en la cabeza y la arrojó al suelo. Acababan de despertarla, de sacarla a la superficie desde el pozo en el que ETA la había sumido con el asesinato de su hermano. Ya no dejaría que la volvieran a tumbar más. “Decidí poner mi dignidad un peldaño por encima del miedo”, recuerda a menudo.
En estos años, una de las fundadoras del Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco (COVITE) ha luchado para que la memoria de lo sucedido durante décadas de terrorismo ni se manipule, ni se utilice. Menos aún que se falsee. Uno de sus objetivos ha sido que las ciudades y municipios vascos recuerden a las víctimas de la violencia. Ante la falta de implicación de los ayuntamientos ha llegado incluso a colocar ella las placas con los nombres de las víctimas de ETA, placas siempre arrancadas horas después por los sectores más violentos de la izquierda abertzale. Esta semana, en víspera del 25 aniversario del asesinato a manos de ETA de su hermano, el Ayuntamiento de San Sebastián le ha anunciado que colocará una placa en recuerdo de Gregorio en el mismo lugar donde los terroristas le mataron, la calle 31 de agosto.
Pregunta.- Ha costado pero finalmente el Ayuntamiento de San Sebastián recordará con una placa a su hermano.
Respuesta.- Sí, ha sido complicado. Con motivo del 25 aniversario, mi cuñada –Ana Iribas, esposa de Gregorio- le pidió al alcalde que colocara la placa y así se hará. El jueves día 23 inauguraremos la exposición en la que recordaremos su figura. Será en el palacio de Miramar con fotografías, vídeos, mesas redondas, etc. El sábado celebraremos el responso en el cementerio de Polloe y posteriormente procederemos a la colocación de la placa.
Su atacan la placa de mi hermano será un síntoma más de cómo son 'los nuevos tiempos'. El odio sigue intacto"
P.- La suya será la sexta placa, tras las cinco inauguradas en la Avenida de la Libertad en marzo pasado en recuerdo del ex presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María Araluce, su chófer y sus escoltas. ¿Por qué está costando tanto que se pongan las 128 placas que se comprometió el ayuntamiento a colocar?
R.- Desde el ayuntamiento nos dicen que se juntaron fechas complicadas con la convocatoria de elecciones y que eran partidarios de esperar. En febrero empezarán a colocarse las que quedan pendientes y que las familias han accedido. Es algo que ya está acordado. En Covite llevamos más de cinco años peleando por esta cuestión. Nosotros accedimos siempre que no se mezclaran violencias.
P.- De las 128 placas acordadas en la lista del Consistorio 107 corresponden a víctimas de ETA, 4 del GAL, 11 de víctimas de abusos policiales y 6 cuya autoría aún se desconoce.
R.- Al final serán muchas placas, con lo que supone cada una de ellas, de pactarlo con las familias y organizar un acto. Nosotros sí hemos propuesto que quizá se podría hacer un gran acto con todas las víctimas cuando se concluya la colocación de las placas en el Ayuntamiento, un acto solemne. Serán placas de las víctimas de las que las familias den su consentimiento, no todas quieren que se coloquen. Es cierto que habrá alguna de violencia policial, pero por lo que sé, serán pocas. Mientras no se mezclen unas con otras, nosotros no podemos evitar que las coloque el alcalde.
P.- Las primeras placas que se colocaron en marzo en San Sebastián han sido atacadas hasta en tres ocasiones. ¿Teme que ocurra lo mismo con la de su hermano? ¿Les ha dado garantías el ayuntamiento de que las protegerá?
R.- Sí, además ya lo ha demostrado en el caso de las primeras placas. Respecto a la placa de mi hermano temo que la van a atacar esa misma noche… y quizá sea algún vecino de la zona. Ya lo hicieron cuando nosotros colocábamos nuestras propias placas. Si la atacan lo denunciaremos y haremos saber a todo el mundo cómo son los nuevos tiempos, cómo está la situación. Sería un síntoma de lo que Covite lleva años denunciando, la radicalización, el culto al terrorista, el odio que sigue intacto en el País Vasco. Los nuevos tiempos tan bonitos que nos quieren vender, no son tales.
Las placas las colocan en el suelo, no en la pared. Si no habría que pedir permiso a las comunidades y saben la realidad que tenemos"
P.- A su hermano lo asesinaron mientras comía en el restaurante ‘La Cepa’ del Casco Antiguo de San Sebastián. ¿Dónde se ubicará físicamente la placa?
R.- El Ayuntamiento buscará el mejor sitio posible. Nosotros hubiéramos preferido que se colocaran en las paredes, pero los hubieran atacado igual. En Alemania los ponen en los adoquines. Aquí no querían ponerlos en las fachadas porque tienen que pedir permisos y consentimiento de las comunidades de propietarios y saben la realidad en la que nos encontramos, que les dirían que no en muchos casos. Por eso se ponen en el suelo. La calle es pública y es el ayuntamiento el que decide.
P.- Después de tantos años reclamándolo, ¿diría que es una pequeña victoria de Covite?
R.- Estamos satisfechos, es un éxito de nuestra campaña ‘una víctima una placa’. Durante años las hemos tenido que poner clandestinamente. Lo hemos conseguido en San Sebastián, el único sitio. Ahora esperemos que cunda el ejemplo en otras ciudades.
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