Hasta ayer concentraban uno de cada cuatro infectados y cerca de un tercio de los fallecidos. Euskadi y Cataluña son, tras Madrid, las dos comunidades autónomas en la que el coronavirus está golpeando con más fuerza. En estos días de confinamiento, Estado de Alarma y reenfoque de recursos públicos y privados para frenar el impacto de la pandemia, la política ha vuelto a asomar en un pulso con el Gobierno de Pedro Sánchez por el despliegue del Ejército como un recurso contra el virus.
Sin embargo, la resistencia que tanto el Ejecutivo de Quim Torra como el Gobierno de Iñigo Urkullu han evidenciado -de intensidad desigual- a que patrullas de la Unidad Militar de Emergencia (UME) se desplegaran por sus ciudades no ha surtido efecto. El Ejército trabaja ya en la Fira de Barcelona –habilitando un dispositivo asistencial para personas sin techo-, en el aeropuerto de El Prat, en la terminal de Loiu (Vizcaya) o en las estaciones de tren de Bilbao o Vitoria. El mando único que ejerce la ministra de Defensa, Margarita Robles, se ha impuesto en la primera semana de reclusión del país y soldados del ejército han comenzado a trabajar tanto en Euskadi como en Cataluña para hacer cumplir la máxima de que se desplegaría “por igual en toda España” ante un enemigo que no distingue “ni fronteras ni ideologías”.
El Govern de Quim Torra ha sido el más crítico con la llegada del Ejército, pese a que el president aseguraba este domingo no tener nada en contra de su intervención. Ha insistido en que no se opondría siempre que actuará a petición de la Generalitat y no por iniciativa propia. “Si necesitamos refuerzos de quien sea lo pediremos” argumentó ayer Torra, “entre otras cosas porque parte importante del Ejército la pagamos los catalanes”.
Torra recordó que ya solicitó esa intervención con ocasión de los incendios en las comarcas de la Ribera del Ebro” y “lo agradecí mucho”. Poco después se sumó al argumento repetido por el conseller de Interior, Miquel Buch, que considera inútil la desinfección del puerto de Barcelona y el aeropuerto de El Prat, defendiendo que lo sensato sería cerrar ambas infraestructuras. “Si lo necesitamos lo diremos, pero mientras los que sabemos qué nos está pasando somos nosotros, no alguien a 500 km de distancia”.
"Es 'un 155', es evidente"
En el caso de Euskadi, el lehendakari también ha subrayado estos días que él no ha solicitado su presencia y que ésta sólo responde a una decisión del Gobierno de Pedro Sánchez. Desde el pasado día 17 las primeras unidades de la UME se han dejado ver en el País Vasco. Primero lo hicieron en un intento por acudir al aeropuerto de Loiu y que finalmente se reconsideró y se derivó hacia el cuartel de Araca, en Alava. Allí se formó en labores de desinfección a los militares destinados en el acuartelamiento alavés. Ayer, varias unidades de la UME comenzaron los trabajos en el aeropuerto de Loiu, que continuarán hoy, así como en las estaciones de tren de Bilbao y Vitoria.
En Euskadi el malestar por la presencia de la UME ha sido más evidente en los sectores de la izquierda abertzale, y algo menos explícita en el PNV. Sorprende la crítica rebajada con la que han reaccionado tanto el entorno de EH Bildu como el PNV contra un Ejecutivo que ambos han apoyado y sostienen. La presencia del Ejército hubiera supuesto en otras circunstancias un duro reproche por ambos sectores del nacionalismo vasco que ahora han optado por relegarlo y priorizar el abordaje de la epidemia.
El secretario general de EH Bildu, Arnaldo Otegi ha afirmado estos días que “es evidente” que se ha aplicado ya ‘un 155’ en Euskadi, “me remito a los hechos”: “No sería correcto decir que la autonomía no está intervenida. Los vascos ni somos menores de edad ni necesitamos tutelas. Tenemos recursos suficientes para salir de esta”, aseguró.
En el País Vasco son más de un millar los efectivos que tiene destinados en Ejército. Sin embargo, el Gobierno Urkullu ha preferido no reclamarlos. Considera que con los recursos propios es suficiente librar esta batalla. Unos efectivos que el Ejecutivo vasco está exprimiendo hasta el punto de recurrir incluso a los estudiantes de la academia de la Ertzaintza o a agentes jubilados para realizar labores en esta situación. El lehendakari ha evitado la crítica severa al despliegue militar en Euskadi, “no perderé ni un segundo” ha asegurado, pero no ha evitado subrayar que no veía “la necesidad” de solicitar el despliegue de la UME.
Más aún, ha afirmado que si la UME actúa estos días en el País Vasco es por decisión propia del Gobierno de Pedro Sánchez y que lo está haciendo únicamente en las instalaciones que son de titularidad del Estado, como los aeropuertos y las estaciones de trenes de cercanías. “Es una decisión del Gobierno español, nosotros estamos con nuestros propios recursos, tenemos capacidad”.
El ejército, "innecesario"
En el nacionalismo no gustó tampoco que el Ejecutivo de Sánchez asumiera el mando único en materia sanitaria y de Interior, “era innecesario”, señaló el lehendakari. El presidente de su partido, el líder del PNV Andoni Ortuzar, afirmó incluso que «sería extraordinario que el ejército español ocupara actividades que las instituciones vascas podemos hacer por nuestros propios medios».
Una cuestión que ha evidenciado las diferencias que con esta cuestión mantienen los socios del Gobierno vasco. La secretaria general del PSE, Idoia Mendia, defendió la presencia del Ejército señalando que “no podemos descartar ningún escenario” y tampoco “ningún recurso que pueda ser útil para salvar vidas en Euskadi”: “Si el ejército en algún momento tuviera que desplegar un hospital de campaña, si eso sirve para salvar vidas de los vascos, para eso están”. Esta opción es una de las que se sondeó, la posibilidad de extender un hospital de campaña en Vitoria, la ciudad más afectada por el Covid-19, ante un posible desbordamiento del sistema sanitario.
La formación política vasca que con mayor efusividad ha aplaudido la presencia de la UME ha sido el PP. Su candidato a lehendakari, Carlos Iturgaiz, ha reprochado a Urkullu el “menosprecio” con el que ha tratado a la UME al afirmar que él no le ha requerido su presencia: “Ser ingrato no es una actitud que nos represente a los vascos, señor lehendakari”. Iturgaiz ha dado la bienvenida al Ejército recordando que “están en su país”. La presidenta interina del PP, Amaya Fernández, también ha criticado que no se recurra al ejército para que colabore en las labores ingentes que ahora se deben afrontar. Recuerda que su labor puede “aliviar la carga de trabajo que ya tenemos, es una necesidad”.
Las diferencias también han sido significativas en Cataluña. El despliegue del Ejército ha vuelto a poner de manifiesto la distancia que se abre entre el independentismo y los comunes desde que los últimos han entrado en el Gobierno de España de la mano de Pablo Iglesias y Manel Castells. En un gesto inesperado, la alcaldesa de Barcelona y líder del movimiento en Cataluña, Ada Colau, solicitó el apoyo del Ejército para convertir uno de los palacios de Fira Barcelona en albergue para personas sin techo. Por el contrario, el Govern desprecia las tareas de desinfección en el puerto y el aeropuerto.
En Cataluña la UME empezó a montar y acondicionar este domingo el dispositivo en el Pabellón 7 de la Fira a petición del Ayuntamiento. La Unidad Militar de Emergencias ha colaborado para ello con el Ejército de Tierra, Cruz Roja y la Guardia Urbana y Bomberos de Barcelona para poner en manos del Ayuntamiento un dispositivo con capacidad para acoger a 225 personas. La Cruz Roja y entidades sociales empezarán a gestionar este espacio a partir de mañana.
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