Quim Torra ya es pasado. Confirmada su inhabilitación por el Tribunal Supremo, se abre una larga precampaña en la comunidad catalana que culminará en elecciones entre finales de enero y principios de febrero. Y todo el interés de Moncloa se centra en la persona que asumirá las tareas de presidente en funciones aunque formalmente no tenga ese estatus, Pere Aragonès. De hecho, el que será cabeza de lista de ERC a esos comicios, se ha convertido hace tiempo en la vía escogida por el Ejecutivo, no sin dificultades y desencuentros, para tener una conexión directa con el independentismo, imposible con Torra y su entorno.
De hecho, Moncloa no oculta que lo fía todo al triunfo de ERC y ahí hay coincidencia entre el sector socialista y el sector morado del Gobierno. Los primeros porque creen que la ruptura de los republicanos independentistas con la vía unilateral ayudará a atemperar el clima político catalán y a rebajar la tensión en caso de que Aragonès se convierta en el nuevo inquilino del Palacio de la Generalitat. Los segundos porque acarician la idea de que se rompa la actual dinámica de bloques de la política catalana, de modo que se articulara "un bipartito entre ERC y los Comunes con el apoyo parlamentario del PSC" de Miquel Iceta, fórmula que ya se barajó en 2017, según admiten fuentes próximas a los Comunes.
Un bipartito ERC-Comunes con el apoyo del PSC aseguraría a Sánchez la legislatura
Esta es una opción de la que abjura Iceta, al menos por ahora y al menos en público, porque para Moncloa esa sería la mejor fórmula para asegurar la estabilidad política no sólo en Cataluña sino también en Madrid. De este modo, ERC pasaría a ser un socio parlamentario fiable, con el que abordar el final de la legislatura nacional.
Mientras tanto, Aragonès mantiene una vía de interlocución frecuente con el Gobierno central. No sólo con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en la medida en que además de vicepresidente autonómico es consejero de Economía y Hacienda de la Generalitat, sino también con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el contexto de la mesa bilateral, y con el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, además de reuniones discretas con algún otro miembro del Ejecutivo.
Los sondeos siguen situando a ERC como la opción preferida de los independentistas, aunque lo mismo dijeron las encuestas en 2017 y, finalmente, ganó la partida Carles Puigdemont. En el entorno del republicano siguen sin entender cómo Torra deja ahora a Aragonès un amplio espacio de "relevancia mediática" a no ser que sea "para estar provocando permanentemente enfrentamientos internos" en un gobierno de coalición dividido y en sus horas más bajas. En todo caso, Aragonès no será presidente en funciones, sino que seguirá nominalmente como vicepresidente para no ser tachado de "usurpador", según los mismos medios consultados.
De fondo gravita la negociación presupuestaria. En el sector morado del Ejecutivo se muestran convencidos de que habrá cuentas para el año que viene "porque nadie quiere que se abra una escenario electoral de generales. A nadie, salvo a Vox, le interesan las elecciones". La dificultad reside en el escenario catalán, salvo que se sumen a ese consenso los cuatro diputados del PdeCat, lo que podría facilitar el camino a los de Oriol Junqueras.
Cautela de ERC
ERC, en cambio, se muestra muy cauta. Fuentes próximas a Aragonès aseguran que cada vez es mas creciente la "percepción de falta de palabra por parte del Gobierno, incluso en los acuerdos alcanzados durante el estado de alarma", que incluía capítulos como la atención a los trabajadores de Igualada, la primera localidad confinada en España incluso antes del decreto del Gobierno. Por otra parte, admiten que Unidas Podemos se muestra más cercana a los postulados de ERC, -con el diputado nacional Jaume Asens como cabeza más visible- "pero, al final, el que decide es el PSOE".
Por su parte, la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, ha señalado tras conocer la inhabilitación del ya ex presidente de la Generalitat Quim Torra que "convendría que Cataluña entrase en otro espacio en el que sean los catalanes los que hablen, cuanto antes mejor. Sería útil una relación de reencuentro y cooperación".
Que el Gobierno lo fíe todo a ERC, no es nuevo. También ocurrió en la recta final de la anterior legislatura catalana gobernando Mariano Rajoy. Entonces, el vicepresidente era Oriol Junqueras, quien además de su interlocución con Cristóbal Montoro, mantenía una buena relación con Soraya Sáenz de Santamaría. Pero recuerdan en el PP que fue ERC la que forzó a Carles Puigdemont a declarar unilateralmente la independencia en lugar de convocar elecciones, tal y como el ex president ahora huido se comprometió con el lendakari, Íñigo Urkullu.
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