Ni una hoja se ha movido en Génova después de que en la mañana del martes, Vox cumpliese su palabra de registrar definitivamente una moción de censura contra Pedro Sánchez. Más de dos meses han pasado desde que Santiago Abascal, desde la tribuna del Congreso de los Diputados, llamase a "la responsabilidad del segundo partido de España" para evitar que el país "caiga en la ruina y en la muerte", bandera que a su juicio enarbola el Gobierno de coalición.
"Los españoles no pueden esperar más, no entienden de tácticas políticas", dijo entonces el líder de Vox, argumento que han mantenido vivo todas estas semanas diferentes portavoces y dirigentes de la formación. Precisamente, a él se aferran en el PP para desmontar una estrategia que, en su opinión, tiene como objetivo señalar con el dedo no a Sánchez ni a Iglesias, sino a Pablo Casado. "No se puede utilizar así a los españoles", sentencian desde la dirección del principal partido de la oposición, "ni se les puede engañar de esa manera".
La defensa que hacen los populares para sostener esta afirmación es la de que "los números no dan" para desbancar a Sánchez del Palacio de la Moncloa, y que las mociones de censura se presentan "no para quitar gobiernos, sino para nombrarlos". Y aunque se comparta en mayor o menor medida el texto de la moción, -se pone el acento en el "asalto" de PSOE y Podemos a los poderes del Estado, incluida la Corona- Casado no caerá en la "trampa", como la denominan, de que a ojos de la opinión pública se venda que, si no apoyan la moción, es Vox y no el PP quien ejerce la oposición más leal contra Sánchez; o que, si la secundan, los populares irían a rebufo de la agenda que marcan los ultraconservadores.
Génova marcó posición casi desde el primer día en que Abascal descubrió sus cartas. "Moción de censura post vacacional para salvar al soldado Sánchez", escribía entonces el secretario general del partido, Teodoro García Egea. A pesar de todo, el líder de Vox abrió su despacho para negociar durante el período estival un "candidato de consenso" que diese fuerza a una iniciativa que nacía en vía muerta.
Se habló de nombres como el del ex ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja; o el de la veterana Rosa Díez... pero ninguno dio el paso y, finalmente, será el propio Santiago Abascal el candidato de la moción, con Ignacio Garriga, apuesta de Vox para las elecciones catalanas, como escudero.
Los populares se resisten a hacer pública su posición ante una moción que se debatirá en el Congreso de los Diputados, a lo sumo, dentro de dos semanas -en función de si Meritxell Batet acelera o no los plazos del trámite parlamentario-, aunque Génova se comprometió a definir el sentido de su voto una vez conociesen el texto de la moción. Pero una vez descubierto, nada ha cambiado. Y múltiples fuentes del partido coinciden en señalar que el botón que se pulsará ese día será el del 'no', una política que forma parte de la estrategia que ahora quiere abanderar Casado: poner punto y final a un discurso blando con Vox para recuperar a su electorado más pragmático y liberal.
Abascal, solo ante el Congreso
De consumarse la intención que cotiza al alza en las filas del principal partido de la oposición, Santiago Abascal y los 52 de Vox podrían quedarse solos en su iniciativa frente al voto en contra de los casi 300 diputados restantes. Como el PP, Ciudadanos también ha criticado la iniciativa y la ha tildado públicamente de "escaparate publicitario" que sólo servirá para malgastar dinero público, por la "utilización de una institución" como es el Congreso para "perder el tiempo".
Mientras, en Vox no lo dan todo por perdido e insisten en su propósito de hacer mella en los diputados del PP, atizando donde más duele: en la bolsa de votos de los populares que menguó enormemente en favor de los de Santiago Abascal. "La mayoría de sus simpatizantes y votantes no entienden su postura. No entienden que no apoyen una moción de censura si, como nosotros, están diciendo que las cosas con este Gobierno van mal", afirmaba el portavoz del partido, Iván Espinosa de los Monteros, ayer en el Congreso.
Si el PP no responde al "deber nacional" que pide Vox, la de Santiago Abascal será la moción de censura que menos apoyos coseche de toda la democracia. La primera que se presentó fue la del PSOE contra Adolfo Suárez en 1980, seguida de la que registró Alianza Popular contra Felipe González en 1987. Ninguna de las dos prosperó, como tampoco lo hizo la que impulsó Pablo Iglesias contra Mariano Rajoy en 2017, 20 años más tarde. Habría que esperar a junio de 2018 para que triunfase la primera reprobación, que terminó con Pedro Sánchez accediendo al Palacio de la Moncloa.
"Motivos para la moción"
Vox ha enviado a la Mesa del Congreso un documento de 34 páginas en el que expone los motivos que justifican la presentación de una moción de censura contra el actual Ejecutivo. Y recuerda desde el "fraude al electorado español" en la elección del Gobierno "socialcomunista" hasta la "corrupción vinculada a narcodictaduras y regímenes totalitarios", pasando por el intento de "derrocar la Monarquía" y "destruir la reconciliación de los españoles" o la "gestión criminal de la epidemia del coronavirus".
Durante meses, Vox ha publicitado una maniobra política que ha explotado especialmente gracias a las redes sociales, con el hashtag #MotivosParaLaMoción y una campaña que han desarrollado especialmente a través de Twitter. El último movimiento fue la publicación de un vídeo promocional, en el que tratan de reflejar con imágenes las consecuencias de la gestión de Sánchez: saltos a la valla, ataúdes por la pandemia; manifestaciones independentistas; o el chalé de Iglesias y Montero.
El debate de la moción continúa sin fecha -el trámite depende ahora de la prisa que se dé la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, en aprobarlo-, pero podría coincidir con la semana de la Fiesta Nacional y servir de antesala al 12 de octubre.
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