No ha sido un comienzo de mes precisamente fácil para Isabel Díaz Ayuso, pero tampoco para Pablo Casado. La reciente "intervención", como lo califican en las filas populares, del Ministerio de Sanidad en la Comunidad de Madrid y la consiguiente guerra abierta en los tribunales responde a una estrategia de todo menos representativa del giro moderado y de la política de la no confrontación que quiso abanderar Génova especialmente tras las autonómicas del 12-J. El líder del PP se ha visto obligado a tomar partido ante los recelos de un importante sector del partido que ha llegado a poner en cuestión no sólo la gestión de la presidenta madrileña, sino su propia continuidad.
A estas alturas, el círculo más cercano al presidente dentro de la dirección del partido ya no niega la existencia de "evidentes" fisuras internas a tenor de una semana de auténtico infarto en la Comunidad de Madrid, en el centro de la diana de Moncloa para debilitar al principal partido de la oposición. Las campanas de la disidencia respecto a la línea oficial repican especialmente en los flancos territoriales, desde donde piden a Génova evitar el desgaste que implicará para el PP llevar a la arena nacional el conflicto por el control sanitario de la pandemia en Madrid. Este mismo sector no duda en apuntar como autor de la errática política de Díaz Ayuso a la influencia de su asesor, Miguel Ángel Rodríguez, por su facilidad, dicen, para alentar las "broncas" no sólo con Moncloa, sino también con Ciudadanos.
Pero Casado no está en condiciones de dejar caer a Díaz Ayuso o firmar su relevo en el corto o medio plazo, según fuentes autorizadas de la cúpula popular, por lo que la estrategia se focalizará, precisamente, en blindar a la presidenta como ariete contra Moncloa, sorteando en este caso los obstáculos que pueda ocasionar esa férrea defensa del liderazgo de Ayuso. Más allá de sofocar fuegos internos, el primer reto para Pablo Casado llegará cuando se pronuncie la Audiencia Nacional: si falla a favor de la líder regional y se tumban las restricciones "impuestas" por Salvador Illa en Madrid, el PP firmará una importante victoria en su oposición contra Sánchez, al que acusará, con el aval de la justicia, de actuar contra Madrid únicamente por motivaciones políticas. Pero si pierde el recurso, la defensa de Ayuso le saldrá muy cara al presidente del PP.
Pero es un precio que Casado está dispuesto a pagar. Admitir el fin de ciclo de la líder regional tras el cisma interno que ocasionó la salida de Cayetana Álvarez de Toledo, cuando ambas fueron apuestas personales del jefe de las filas populares implicaría una "derrota inasumible" y una mella "terrible" a su credibilidad como líder, a pesar de las demandas internas que piden a la dirección dar un lavado de cara a la cúpula regional para salvar los muebles en la joya de la corona de los populares.
Tras días de evasivas y sin un discurso claro respecto a lo ocurrido en Madrid, la estrategia del PP pareció quedar cristalina tras la reunión del Comité de Dirección de este lunes, presidida por el propio Pablo Casado, a tenor de la defensa sin paliativos que hizo el secretario general del partido, Teodoro García Egea, sobre la líder madrileña. "Hoy todo el PP apoya a la comunidad autónoma de Madrid y a su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, porque la lucha de Sánchez es contra la Comunidad de Madrid, y no contra el virus", pronunciaba, un mantra que, casi con toda seguridad, se repetirá en los próximos días de parte de cara al público por los portavoces autorizados de Génova.
"Las medidas científicas de Madrid funcionaban mejor que las medidas políticas de Sánchez e Illa", insistía Egea, que veía en la "intervención" del Gobierno el "primer acto de campaña" de Salvador Illa para las elecciones catalanas, una posibilidad que Moncloa ya ha negado categóricamente. Equiparaba así la tesis de Génova a la de Madrid: las restricciones que decretó Ayuso y que afectaban a 45 áreas de salud -soterradas desde el pasado viernes por la Orden del Ministerio de Sanidad- "estaban dando resultado", mientras que los "criterios ad hoc" de Moncloa "se centran en atacar a Madrid".
Aunque desde las filas populares se intenta quitar hierro al asunto, la defensa de Génova a la gestión de Ayuso choca con la respuesta de otros barones autonómicos. El mayor ejemplo es el del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que no sólo votó a favor de las restricciones del Ministerio de Sanidad en la controvertida reunión del Consejo Interterritorial de Salud del miércoles pasado en contra del criterio de todas las autonomías del PP, sino que éste lunes decretaba el cierre perimetral de León y Palencia por el avance del virus mientras Ayuso opta por recurrir en los tribunales la misma decisión.
"No se puede comparar las medidas que se tomen en esas ciudades con el daño que puede provocar paralizar la capital de España para la economía de todo el país", defienden en el PP. Otras fuentes opinan, no obstante, que Mañueco ha priorizado los intereses de "los suyos", aunque sí lamentan que ello haya hecho saltar por los aires la "unidad de acción" del partido en esta cuestión, lo que deja "un flanco vacío" para el contraataque del PSOE.
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