Salvo las "cinco o seis personas" más allegadas a Pablo Casado, entre ellas su mujer, nadie parecía sospechar que este jueves el líder de la oposición fuese a prender la mecha de una batalla fratricida con uno de sus principales aliados políticos, con Santiago Abascal. Y ninguno de los dos parece querer hacer prisioneros en esta guerra.
Casado subió a la tribuna tranquilo, sereno, pero consciente del terremoto político que estaba a punto de desatar. Había terminado de apuntalar hacía unas horas el discurso que iba a pronunciar "dirigiéndose a los españoles", dicen en Génova. Lo repasó con su equipo justo después de la defensa de la moción que realizó Santiago Abascal durante más de dos horas. Y cuando llegó su momento, no miró ni una sola vez a Sánchez. Los disparos tenían un único objetivo: su rival político, el candidato a la presidencia. Abascal perdió el debate de su propia moción porque Casado logró, contra todo pronóstico, pasarle por encima. Iglesias y Sánchez, quedaron también descolocados, mientras el hemiciclo trataba de recomponerse de lo que acababa de suceder: el PP diciendo "basta ya" a Vox, alto y claro, sin ambigüedades.
El golpe encima de la mesa que ha dado Casado esta semana conlleva una ruptura, al menos verbal, con Vox y la refundación definitiva del PP como un partido consolidado en el centro del tablero político. "Soraya acaba de ganar las primarias del PP", ironizaban en Vox. Pero este divorcio puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza para los populares por los contratos firmados con sus socios a la derecha en múltiples territorios que les permiten seguir gobernando en territorios como Madrid, Murcia o Andalucía. Y tan cierto es el argumento que esgrimen en el PP para exhibir tranquilidad, que ellos no gobiernan en ninguna de estas autonomías con Vox, como la advertencia de los de Abascal: con mover una ficha, Casado podría perder sus bastiones.
Vox se ha comprometido a no llegar a ese extremo. "Andaluces , madrileños y murcianos pueden estar tranquilos respecto a la responsabilidad histórica de Vox", deslizaba el propio Abascal desde la tribuna esta semana, un extremo que han ido confirmando distintos portavoces en las últimas horas.
La advertencia desde Vox es clara: la "traición" de Casado no le saldrá gratis al PP
"Vox no se atrevería a votar con Susana Díaz en Andalucía, por ejemplo", explican en el PP, donde aseguran que no hay ningún tipo de "preocupación" en las autonomías donde gobiernan por el portazo de Casado a Abascal en el Congreso. Son conscientes los populares de que dejar caer alguno de sus gobiernos con Ciudadanos sería visto por el electorado de Vox como una "deslealtad" por haber dejado esa plaza libre a la izquierda a causa de una batalla entre los dos líderes nacionales. "No lo van a hacer", confían. Pero hay muchas formas de devolver un golpe sin romper los pactos territoriales.
La advertencia desde Vox es clara: la "traición" de Casado no le saldrá gratis al PP, y se comprometen a encarecer su apoyo en aquellos territorios donde necesita sus votos para sacar adelante proyectos y leyes, y más importante aún, aprobar los Presupuestos para 2021, ya que ni Murcia, ni Andalucía ni Madrid el PP tenía cerrados los apoyos para aprobar las cuentas públicas.
Las réplicas del terremoto que el jueves sacudió el Congreso se dejaron sentir rápidamente: a los pocos minutos, Vox suspendía la negociación de los Presupuestos en Andalucía y descubrió su estrategia: no darán portazo a las cuentas, sino que se sentarán en la mesa de negociación con "garantías añadidas" por la ruptura de la "confianza" y de la "cordialidad" entre las dos formaciones. Fue el portavoz andaluz de Vox, Alejandro Hernández, quien expresó las nuevas exigencias de su partido al líder de la Junta, Juanma Moreno, pero se prevé que el partido las exija tanto a Fernando López Miras como a Isabel Díaz Ayuso.
Y no se quedarán ahí. El "basta ya" a Abascal le costará a Casado un importante desgaste de sus siglas a nivel territorial en la búsqueda de un equilibrio a priori complejo entre las exigencias rígidas e implacables que ahora dibujará Vox y las de Ciudadanos, cuya formación también ha dado un giro pero en la dirección contraria, como apoyo indirecto del Gobierno de Sánchez. En suma, el PP habría sacrificado un camino de rosas por uno de espinas, en que lo gratis podría haberse acabado para siempre.
Abascal lleva la afrenta con Casado a lo personal
"El PP ya no sólo es la derechita cobarde, sino también la derechita traidora". Este y otros argumentos han salido de la boca de varios dirigentes de Vox después de que el líder del partido fuese prácticamente incapaz de articular réplica en el Congreso ante el "inesperado" discurso de Casado.
En una entrevista concedida a EsRadio el día posterior al debate de la moción, Abascal llevó al terreno personal el cuchillo por la espalda de Casado y reconoció estar dolido por lo sucedido. "Me siento traicionado en la amistad", aseguraba. "Dijo cosas indignas e inaceptables (...) Me causó una gran perplejidad".
Y evidenció la imposible vuelta de hoja, también por su parte, de la relación anterior que mantenía con el líder de la oposición. "Ahora no puedo seguir hablando bien ni en privado ni en público de Casado", al tiempo que se recompuso tendiendo la mano a aquellos votantes que el jueves quedaron "huérfanos", "solos" y "expulsados" tras el discurso del líder del PP y que quieren "una alternativa clara, potente, en favor de la regeneración democrática".
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