Casi una treintena de veces pronunció Pablo Casado este martes la palabra "centro" en un contundente discurso que sirvió no sólo para reafirmar su ruptura con Vox, sino para renegar incluso del espacio político de la derecha como signo identitario del nuevo PP y erigirse como líder indiscutible del espacio que aún pelea por conservar Ciudadanos, quienes profundizan en su viraje sin prisa pero sin pausa hacia el centroizquierda. Ni una sola vez pronunció el líder de la oposición la palabra 'derecha' para referirse a su propio partido, aunque sí para hacerlo con Vox, a los que se refirió veladamente con un apellido:"radicales".
El PP ha dado un paso arriesgado situándose en el centro del tablero en medio de los tiempos que corren de polarización política, sin vínculos con la derecha más conservadora y abriéndose a acuerdos con el PSOE siempre y cuando se encuentre con ellos en el "espacio de la moderación y del reformismo", difícil propósito dado que los socialistas comparten cama con los morados, a los que Casado repudia. Pero esta decisión tiene otra consecuencia importante: la absorción de Ciudadanos por parte de un PP que más que buscar la fusión con las siglas naranjas como antaño -el sueño de España Suma forma ya parte de un lejano pasado- incide en su órdago por atraer a más de un millón y medio de votantes que hace justo un año aún escogieron la papeleta naranja. Y, ni en público ni en privado, se niega ya un órdago dirigido a "reunificar" el constitucionalimo, pero no con alianzas, sino bajo las siglas unitarias del PP.
"Nuestro espacio electoral no es una pequeña parte de una supuesta derecha partida por tres. Nuestro espacio electoral es la hegemonía del inmenso espacio del centro reformista español", pronunciaba sin bagajes Pablo Casado en la sede nacional del partido. Y la primera manifestación práctica de este giro estratégico de los populares podría llegar antes de lo previsto, el próximo mes de febrero, en el marco de las elecciones catalanas.
Y es que aunque Ciudadanos continúa insistiendo en una alianza electoral a nivel autonómico con el PP -y con el PSC- para no dividir el espacio constitucionalista, las negociaciones están más que congeladas, según fuentes del partido de Casado. Pero algo sí se ha movido en este sentido: la intención de Génova de dar esquinazo a la formación naranja, lanzar a Alejandro Fernández como candidato definitivo del PP en pocas semanas, concurrir únicamente con sus propias siglas y no esperar a cerrar la negociación con Ciudadanos.
Según pudo saber El Independiente, hace un par de meses altos cargos del PP vinculaban toda posibilidad de pacto con Ciudadanos en Cataluña -incluyendo la fórmula de concurrir por provincias, a la que los populares se mostraban más receptivos- a que la formación de Arrimadas no pactase los Presupuestos con Sánchez, ya que una alianza en estas circunstancias implicaría un alto coste electoral que en las filas populares no están dispuestos a asumir. Habida cuenta del caso omiso que han hecho los naranjas, la decisión podría hacerse pública en breve, aunque aún no está cerrada, según fuentes oficiales.
De este modo, el PP tendría en Cataluña el primer ensayo para robar a Ciudadanos un trozo importante de la tarta de su electorado incluso en su propia casa -Arrimadas ganó las elecciones en este territorio hace tres años-, impulsados por unas encuestas que pintan un destino casi funesto para los liberales, tanto a nivel nacional como autonómico.
Pero Casado podría no quedarse ahí, ya que fuentes de Barcelona pel Canvi, el partido que fundó Manuel Valls tras su ruptura con Albert Rivera, confirman a este medio que ya han existido "contactos" con el PP para explorar una eventual lista unitaria a nivel autonómico para las catalanas, una opción que podría descolocar aún más a Ciudadanos y achicar la ya de por sí mermada bolsa de votos naranjas.
El PP ficha al 'número' dos de Rivera
Uno tras otro, el PP da pasos para poco a poco calar en el electorado naranja y que el votante de la derecha se articule sólo en dos patas muy diferenciadas, para lo que incidirá en el discurso de que la carretera por la que discurre Vox es la del "populismo", la "polarización" y el "discurso del odio".
Este martes, el presidente del PP anunciaba la creación de un nuevo think tank -al estilo de Faes o Concordia y Libertad- llamado Fundación Propósito, un laboratorio de ideas que centrará su acción en poner el foco sobre cuestiones medioambientales. Según adelantaba ayer El Mundo y pudo confirmar este medio, uno de los fichajes estrella del nuevo proyecto vinculado al PP es José Manuel Villegas, ex número dos de Ciudadanos durante la etapa de Albert Rivera, partido del que se desligó por completo en marzo de este año, cuando acompañó a su ex jefe en su aventura dentro del bufete de abogados Martínez-Echevarría & Rivera.
Ciudadanos se desangra
El giro estratégico de Inés Arrimadas no ha tenido el efecto deseado para la nueva dirección de la formación naranja. Lo que comenzaron siendo acuerdos "puntuales" en un momento de excepcionalidad por el impacto de la pandemia se ha convertido en un apoyo constante al Gobierno de Sánchez, cuya última expresión ha sido un apoyo tácito a tramitar los Presupuestos Generales del Estado y un 'sí' a una prórroga del estado de alarma durante seis meses, pese a que Sánchez ha incumplido prácticamente todos los compromisos que adquirió con los naranjas, empezando por la promesa de que reformaría la actual legislación para evitar recurrir de nuevo a la situación de excepcionalidad.
En las últimas semanas, además de los dirigentes más próximos a la línea de Albert Rivera que se dieron de baja tras disentir de la "errática" política de Arrimadas por servir de muleta al Gobierno, como Juan Carlos Girauta, Marcos de Quinto o, más recientemente, Patricia Reyes, se han sumado deserciones de figuras procedentes del sector crítico del partido, liderados en su día por Francisco Igea -que le disputó el liderazgo a Arrimadas- y ligados al ala más socialdemócrata de Ciudadanos. Esta semana entregaron el carné naranja uno de los fundadores del partido, Xavier Pericay, además de ex diputados como Saúl Ramírez, Orlena de Miguel o Javier Cano.
Frente a la división en las filas naranjas en que se viven tiempos convulsos después de que una diputada de Ciudadanos, Marta Martín, amagase con romper la disciplina de voto durante la prórroga de seis meses del estado de alarma, el PP destila unidad tras el golpe encima de la mesa de Casado y su ruptura con Vox. Y las voces que hace unos meses criticaban la estrategia del líder del partido, sobre todo desde los flancos territoriales, por disputar a Abascal el espacio de la bronca y la confrontación, ven ahora un liderazgo reforzado que ha unido a los populares en torno a un mismo objetivo: llegar a Moncloa. Y los efectos, más allá de las encuestas, estarían notándose ya, y el PP habría sumado 1.500 nuevas afiliados sólo durante el fin de semana posterior a la moción de censura, según trasladó el secretario general del partido, Teodoro García Egea, a los barones durante la reunión del Comité Ejecutivo Nacional.
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