"Nosotros vamos a Madrid a tumbar definitivamente el régimen". Estas declaraciones podrían ser el preludio de unas tormentosas semanas para Pedro Sánchez y el último rayo de esperanza de Arrimadas para jugar sus cartas en los Presupuestos Generales del Estado. Las palabras arriba mencionadas las pronunció ayer el parlamentario de EH Bildu, Arkaitz Rodríguez, tan sólo unas horas después de que el Gobierno superase con una holgada mayoría el primer trámite decisivo de las cuentas públicas, el de las enmiendas a la totalidad, y encauzase el camino a su tramitación.
Pero al proyecto le queda aún un intrincado camino hasta la próxima fecha decisiva, la del 3 de diciembre, momento en que previsiblemente se votará en el Pleno del Congreso tanto las secciones del Presupuesto -las partidas de cada ministerio- y las enmiendas que no han sido aprobadas e incorporadas al documento en fases anteriores y que los distintos grupos hayan decidido mantener vivas. Hasta entonces, se debatirán en la Comisión de Presupuestos las enmiendas parciales -al articulado o a las secciones- que presenten las distintas formaciones políticas, y se añadirán al texto final sólo aquellas que queden aprobadas en la mencionada Comisión.
Y en Ciudadanos, aunque asumen que el 'sí' expreso de Arnaldo Otegi a las cuentas públicas les aleja de salir finalmente en la foto de Presupuestos, se aferran a la posibilidad de que el debate de las enmiendas parciales se convierta en un "tortuoso" camino para Sánchez, en que los socios del Gobierno eleven el precio de su apoyo a las cuentas públicas con nuevas condiciones que puedan ser "difíciles de asumir" al menos por "los más moderados" del PSOE, mientras que las cuatro exigencias que Ciudadanos ha puesto sobre el papel, aseguran, permanecerán fijas.
En la dirección naranja mantienen la esperanza de que la presión de los barones socialistas "cale" en Moncloa, especialmente si Bildu y ERC aún guardan ases en la manga para encarecer su apoyo a un documento que, como reiteraron este jueves tanto Pablo Echenique como Gabriel Rufián en sede parlamentaria, anticipa la viabilidad de la legislatura.
El Gobierno ha dejado ya un incesante goteo de gestos con unos y otros socios de investidura: la última y más importante cesión a Esquerra ha sido la aprobación de la enmienda para suprimir el castellano como lengua vehicular en la enseñanza; y uno de los más importantes -y criticados- pagos a Bildu ha sido precisamente el acercamiento penitenciario de otros cinco presos de ETA, cuya noticia trascendió el mismo día en que Otegi confirmó el apoyo de su formación al Gobierno en materia presupuestaria. Dos de ellos fueron condenados por el asesinato del hermano y la cuñada de la actual diputada del PP, Teresa Jiménez-Becerril.
Y los proetarras ya han hecho público que lo conseguido hasta ahora sólo ha servido para blindar su 'no' a las enmiendas a la totalidad, pero es sólo el primer paso que abre camino a nuevas exigencias. "Hoy no acaba nada, hoy recién empieza todo", pronunciaba desde la tribuna el diputado de Bildu, Oskar Matute. Misma tesitura que la de Gabriel Rufián en el Congreso, quien se juega además el tipo frente a sus socios de JxCat en una carrera electoral que ya ha comenzado y cuyo crédito depende de las cesiones que consiga arrancar al Gobierno central para "el pueblo de Cataluña".
La incógnita ahora, como ha deslizado el líder de la oposición, Pablo Casado, es si el goteo de nuevas exigencias ya está amarrado con Moncloa o si irán saliendo a lo largo del corto pero intenso trámite presupuestario. Sólo en éste último supuesto los de Arrimadas ven la posibilidad de que Sánchez escoja "la vía moderada" y acepte las "líneas naranjas", un extremo cuanto menos complicado porque, para empezar, enfrentaría a socialistas y morados. Estos últimos ya han expresado por activa y por pasiva su negativa a tender la mano a Ciudadanos, a cuya formación equiparan, incluso, con la extrema derecha.
Rivera pide que Cs retire ya la mano tendida
El PSOE no ha sido el único partido que ha recibido críticas internas por incluir a Bildu en la "dirección del Estado" y justificar su pacto con los abertzales como un proceso de "normalización democrática". El ex presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, también arremetió ayer contra la estrategia de su sucesora, Inés Arrimadas, y sugirió retirar ya la mano tendida a Sánchez.
"Uno puede ser laxo y tener cintura, pero tiene que tener dignidad", afirmaba el ex dirigente político. "La dignidad en la vida, cuando la pierdes, no se recupera", expresaba, en un órdago velado a Arrimadas. No obstante, Rivera desmentía poco después en Twitter que ni esta ni el resto de afirmaciones que pronunció durante un acto en Zaragoza, se estuviese refiriendo a la actual cúpula de Ciudadanos.
"Nunca he pronunciado públicamente ni una palabra sobre las decisiones que toma la actual cúpula de Ciudadanos". Sin embargo, fuentes cercanas a Rivera consultadas por este medio confirman que, aunque el ex presidente naranja intenta mantenerse "al margen de todo" sí está "triste" por la actual deriva del partido que creó desde los cimientos.
En el entorno de Arrimadas afirman, no obstante, que el tuit de Rivera aclarando lo sucedido surtió un efecto calmante en unas aguas que podrían haber bajado revueltas porque "conozco a Albert, y nunca nos daría una patada así", según comenta un miembro de la actual ejecutiva, un diagnóstico que también comparten otros dirigentes de la formación liberal.
Cs da a Sánchez una semana para "mostrar sus cartas"
Para los naranjas la cuenta atrás para que Sánchez decida ya ha comenzado, y aunque Arrimadas se ha comprometido a mantener la mano tendida "hasta el final", el próximo miércoles será un día clave para que los liberales den prácticamente por finiquitado su presencia en los Presupuestos Generales del Estado.
Ciudadanos ya ha registrado su pregunta para la próxima sesión de control al Gobierno, que tendrá lugar en sede parlamentaria el miércoles próximo. Inés Arrimadas preguntará directamente a Pedro Sánchez lo siguiente: "¿Piensa aprobar los próximos Presupuestos a través de un acuerdo sensato, moderado y bueno para las familias españolas o con uno radical y lleno de concesiones a los separatistas?". Una pregunta con dos posibles respuestas: "sí o no", comentan.
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