Albert Rivera cumple hoy 41 años, y 13 de los cuáles los pasó al frente de un partido cuyos mandos cogió cuando Ciudadanos apenas era una plataforma de ámbito territorial y él un jovencísimo político sin apenas bagaje -tenía 27 años cuando se presentó a las primeras autonómicas- que ya apuntaba maneras. Y llevó a un partido sin trayectoria ni pasado casi a lo más alto, con el triunfo sin precedentes de las siglas naranjas en las elecciones catalanas de 2017 y un viaje por la política nacional en que convirtió a sus siglas en una alternativa real en la España de "rojos y azules", donde el catalán soñó -no sin motivos- con destronar a Casado como líder de la oposición, aquel sorpasso que, finalmente, nunca llegó.
Albert Rivera pudo tenerlo todo. Tras las elecciones del 28-A, con 57 diputados en cartera -se quedaron a nueve del PP-, las cuentas salían para un Gobierno de coalición con el PSOE. 180 escaños. Mayoría absoluta. Pero mantuvo el 'no es no' a Sánchez y a la "banda" casi hasta el final de sus días como presidente de Ciudadanos, como diputado y como político. "Y el tiempo le ha dado la razón", afirma un ex compañero de filas del abogado. Al poco de la debacle electoral del 10-N, fichó por el despacho de Martínez-Echevarría -que incorporó el apellido 'Rivera' a su denominación- y publicó un libro, Un ciudadano libre. Dijo querer mantenerse al margen, no ser un "jarrón chino" ni un ex presidente al que le "gustan las tutelas". Pero nunca se ha alejado del todo del foco mediático, al que ahora vuelve con fuerzas renovadas.
Eso sí, a nivel informativo, todo lo relacionado con el catalán en los últimos días ha lastrado estratégicamente a su ex compañera de partido, Inés Arrimadas, y ha beneficiado al PP de Casado en una concatenación de circunstancias que no hace sino alimentar la teoría de que los desencantados con la deriva de Ciudadanos, encabezados por Albert Rivera, han desatado una rebelión interna en un partido "en vías de desaparición", según vaticinan algunos ex dirigentes del partido- que refuerza al PP en su giro al centro y en el intento de OPA a Arrimadas que en la cúpula popular ya no intentan ni disimular.
Lo primero fue, sin lugar a dudas, el decidido discurso de Pablo Casado reivindicándose como fuerza de centro -que no de centroderecha- que dejó sin oxígeno el ya reducido espacio de Ciudadanos. Luego llegó el fichaje del número dos de Rivera, José Manuel Villegas, para el patronato del nuevo think tank del PP, que deja al ex dirigente naranja a unos pocos pasos de Génova y cuya incorporación, al menos por parte de los populares, no se descarta; y, a los pocos días, trasciende que el PP ha recurrido al bufete de Rivera para recibir asesoramiento en su intento por tumbar la ley catalana de limitación de los alquileres. Y ninguno de estos dos últimos movimientos hubiese sucedido sin el visto bueno ni de Albert Rivera ni de Pablo Casado.
Pero la cosa fue a más. El ex presidente de Ciudadanos rompía el jueves su silencio y ponía aún más tierra de por medio entre él e Inés Arrimadas. "Uno puede ser laxo y tener cintura, pero tiene que tener dignidad", comentaba, el mismo día que el Gobierno había superado el primer gran obstáculo de los Presupuestos, el de las enmiendas a la totalidad, en parte gracias a Ciudadanos. "Sinceramente, veo todo lo que pasa y digo ¡ay, por Dios! Menos mal que dimití, porque si tengo que aguantar todo esto tengo que ir escoltado, pero frente a mis votantes". Horas después, desmintió que se estuviese refiriendo con estas palabras a la estrategia de la actual cúpula de Ciudadanos, aunque en su entorno creen que pudo dar marcha atrás por un "toque" de Arrimadas.
"Claro que se refería a la estrategia de Arrimadas. Lo de que tenía que ir escoltado frente a sus votantes no lo iba a decir por los de Pablo Iglesias, ¿no?", cuenta una fuente próxima al ex líder naranja, que afirma que Rivera "siempre ha hecho un esfuerzo grandísimo por mantenerse al margen", pero ha llegado un punto en que "le duelen demasiado las cosas" y "esta vez no ha podido más".
"Él está triste, y lo que piensa por dentro lo dijo en público en ese momento", confirman en su entorno. Aunque veladamente, el líder naranja deslizó que Arrimadas debería retirar ya la mano tendida a Sánchez y enmendó la estrategia seguida por los naranjas no sólo en materia presupuestaria, sino también en cuestiones como el estado de alarma de seis meses al que Ciudadanos votó a favor.
"Si él hubiese pactado con Sánchez en su momento, el escenario ahora hubiese sido otro", rebate en este caso un actual dirigente de la Ejecutiva naranja. "No habría estado Podemos ni toda la pandilla bilduetarra. En alguna ocasión también ha dicho que él no se vería pactando con Sánchez, pero él dirigía el partido con 57 diputados, y Arrimadas con 10", sentencia.
¿Regreso a la política?
Los que conocen al político desde hace años afirman estar seguros que el futuro de Albert Rivera no pasa precisamente por permanecer en un despacho de abogados. "Su terreno son las trincheras", comenta un dirigente durante la etapa del catalán a los mandos de Ciudadanos, pese a que esta semana, en el mismo foro en que evidenció su divorcio con Arrimadas, aseguró que "había dejado la política para siempre".
Sin embargo, el liberal se resiste a abandonar el foco mediático. El último gran exponente de ello ha sido la organización de un seminario que él mismo ha coordinado bajo el lema Líderes del cambio -que evoca a aquello del cambio sensato, uno de los lemas electorales de Ciudadanos para la campaña de las generales de 2016- y en el que participarán, entre otros, Alberto Ruiz Gallardón, Leopoldo López, Luis Figo o Dimas Gimeno. También tendrá su asiento Fernando de Páramo, el que fuera secretario de Comunicación de Ciudadanos durante la 'era Rivera'.
Rivera volverá, pero no ahora. Lo que no va a hacer es dar la puntilla a Arrimadas integrándose en el PP
Con toda esta concatenación de acontecimientos en los últimos días, la incógnita es clara y la pregunta casi obligatoria. ¿Volverá Rivera a política? "Por supuesto", sentencian en su entorno. "Volverá a la política, puede que no ahora, pero puede que sí dentro de cinco, de siete o de 10 años". Lo que parece claro, al menos para las fuentes consultadas, es que no se puede descartar que lo haga de la mano del PP, pero no lo hará mientras Ciudadanos esté presente en el tablero político. "Lo que no va a hacer es dar la puntilla a Arrimadas integrándose en el PP. Eso seguro", pronostican.
Mientras tanto, otros dirigentes aún presentes en la cúpula de Ciudadanos descartan este extremo y confían en la palabra de Rivera. "Yo me fío de su palabra", comenta un miembro de la Ejecutiva. "Es irreal", asume otro dirigente próximo a Arrimadas. "Él no sería capaz de hacernos eso", sentencia en este caso un diputado naranja, al ser preguntado sobre una futurible incorporación de Rivera a las filas azules.
"Puerta grande" en el PP para Rivera
Quienes no esconden que el acercamiento a la vieja guardia de Ciudadanos responde a un movimiento táctico de Génova son los propios populares, que han iniciado un proceso de absorción para sumar a su bolsa de votos no sólo el millón y medio de electores que el 10-N aún optaron por la papeleta de Albert Rivera, sino también aquellos votantes del PSOE desencantados con la deriva de Pedro Sánchez y su agenda marcada por Unidas Podemos y condicionada por sus socios independentistas.
"Vamos hacia un proyecto de convergencia del espacio de centro" del que los evidentes acercamientos a Rivera y Villegas "han formado parte" de esa estrategia, según confirman fuentes de la dirección popular. Ambas figuras, asegura otro dirigente del PP, lo que hacen es "sumar" a ese nuevo proyecto de Casado, alejado de la política de trincheras y cercano al reformismo y a la moderación". Y si Rivera decide retomar su carrera política en el PP, "puerta grande para ello", concluye.
"Al PP le interesa más tener acercamientos con Rivera para debilitar a Ciudadanos que a la inversa", comenta un ex miembro de la formación liberal que siguió muy de cerca los pasos del catalán. Con este movimiento del PP y los que estén por venir, Casado "lograría comprar a un precio mucho más barato los votos de Ciudadanos". Sí advierte, no obstante, algo importante al líder de la oposición: "Rivera es una persona muy competitiva, y no le valdría estar a la sombra de nadie, ni siquiera de número dos de Pablo Casado".
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