"Los conductores se estampaban cuando nos veían, creían que éramos azafatas en mitad de la calle". Pero no. Eran las diez primeras mujeres que, con tacón y falda, comenzaron a regular el tráfico en Córdoba, el primer municipio español que hace 50 años se atrevió a convocar plazas para mujeres en la Policía Local.
27 de abril de 1970. Delfina Tapia, su hermana Lola y otras ocho mujeres más se incorporan a la Policía Local de Córdoba. Habían superado las pruebas de la convocatoria del Ayuntamiento de la ciudad, destinada sólo a mujeres. Las plazas para hombres se convocaban aparte. Eran otros tiempos.
Han pasado 50 años y aunque parezca mucho, lo cierto es que la mujer se incorporó tarde a estos cuerpos, sobre todo si se tiene en cuenta que algunas policías locales se crearon hace ya dos siglos.
Con un techo de cristal aún sin desquebrajar del todo, las mujeres en esas policías apenas representan en la actualidad entre un 10 y un 15 por ciento del total de las plantillas.
A la iniciativa pionera de Córdoba le siguieron Madrid y Valladolid. En la capital, las mujeres se hicieron hueco en su Policía Municipal en 1971. Desde esa fecha y hasta 1980, hubo cinco promociones separadas por género, para después pasar a mixtas. Según datos facilitados a Efe por este cuerpo, la plantilla actual es de unos 5.600 agentes, de los que un 12,4 por ciento son mujeres.
Una proporción similar a la de Valladolid, una ciudad que vio patrullar a la mujer en sus calles en 1972. Con sus más de 400 agentes desplegados en la actualidad, el porcentaje de mujeres es del 13 por ciento.
Las pioneras
Delfi, como la conoce todo el mundo, y Lola son hijas de un guardia civil. Desde pequeñas vieron uniformes en casa y no se lo pensaron dos veces cuando se enteraron de que se convocaban plazas para mujeres en la Policía Local de Córdoba. Tenían 21 y 25 años, respectivamente.
"Fue una época muy bonita", recuerda Delfi en una conversación con Efe. Y explica que sus primeras funciones tenían que ver con la vigilancia del cumplimiento de las ordenanzas municipales, desde el tráfico a los mercados.
Al principio, los ciudadanos se sorprendían al verlas. Con su indumentaria -falda y tacón-, más de uno creyó que eran azafatas y más de uno, sorprendido por su presencia en las calles, "se estampó" con el coche, relata Delfi.
Precisamente, esta policía, ya jubilada, hizo de modelo y desfiló ante el Pleno del Ayuntamiento con tres uniformes distintos para que decidieran cuál sería el oficial de las mujeres. Delfi lamenta que no se haya conservado ninguno.
Embarazada de cinco meses, esta agente regulaba el tráfico en un punto entonces conflictivo de esta ciudad andaluza. "Era un caos. Me mareaba con tanto coche confluyendo desde distintas calles", relata Delfi.
Ya con dos hijos, se fue de excedencia y, cuando quiso volver, la "política", como ella dice, le puso problemas. Palos en las ruedas que finalmente resolvió la Justicia.
Mientras, las mujeres del cuerpo lucharon por desterrar del uniforme el tacón y la falda, pero también por poder realizar las mismas funciones que sus compañeros: subirse en las motos y en los coches patrulla.
En estos últimos desempeñó Delfi su labor durante 11 años, ayudó a los ciudadanos en la calle y asistió a mujeres maltratadas. En la sala del 092 se jubiló. Fue el único puesto donde coincidió con su hermana.
Vivió el machismo, dice. Pero también los celos de las mujeres de sus compañeros, que no querían que sus maridos patrullaran con ellas. Afortunadamente, dice orgullosa, "nuestros maridos confiaban en nosotras".
"Al hombre el valor se le supone; la mujer lo tiene que demostrar continuamente"
Paloma Rodríguez es oficial, en su mochila carga con 39 años de servicio en la Policía Local de Cádiz y dentro de un mes se jubila.
"Mi trabajo me encanta. Es precioso". Y lo avala con este dato: "El 90 por ciento de nuestro trabajo es ayudar a los demás". Ella lo ha hecho porque, como dice a Efe, "siempre he procurado solucionar el problema del ciudadano y no mandarle de ventanilla a ventanilla".
Rodríguez atribuye a problemas de conciliación y a la turnicidad que el porcentaje de mujeres en el cuerpo aún sea bajo. Y lo lamenta, porque las policías aportan muchas cosas. "Somos más de consenso, más reposadas, más de hablar con los ciudadanos", enfatiza.
Ingresó en el cuerpo el 1 de octubre de 1981, pero hasta febrero del año siguiente no tuvo uniforme. Sus compañeros mayores la recibieron bien, querían protegerla. "Nos enseñaron mucho". Por el contrario, los más jóvenes tuvieron actitudes más machistas, añade.
Tuvo que pelearse para poder conducir los patrulleros. Las mujeres lo tenían prohibido, pero ella comenzó a manejarlos por la noche y logró que se les autorizara.
Ante los recelos de los hombres del cuerpo, formaron un grupo de cuatro mujeres para patrullar: "Decían que nos tiraríamos de los pelos, pero no hubo problemas".
Rodríguez ascendió, tuvo que escuchar de algún compañero que a él no le daría órdenes y lloró a escondidas, pero consiguió el respeto de todos. En un mes deja el cuerpo. 39 años que resume así: "He disfrutado".
"Hombre y mujeres trabajando juntos, equipazo absoluto"
Lo dice Julia González, jefa de la Policía Local de Valladolid desde hace seis años y la primera en dirigir este cuerpo en una capital de provincia.
También vivió la etapa del tacón, sufrió el machismo de algunos compañeros y las zancadillas de otros a los que ahora dirige y superó los obstáculos que se le pusieron por ser mujer para evitar que consiguiera los puntos necesarios para el ascenso.
Pero a González no la paró nadie. Retomó la carrera de Derecho que dejó aparcada para presentarse al cuerpo e hizo varios máster. Y, sobre todo, ejerció su profesión en las áreas operativas, se subió a las motos aguantando las bromas de los compañeros y desterró la idea de que las mujeres solo podían estar en la oficina.
"Opositar y opositar" hasta llegar a los escalafones más altos, lo que ha conseguido y confía logren más mujeres. Como espera también que aumente el número de féminas que opten por esta profesión.
Quizá, reflexiona, muchas no lo hagan influidas por las cargas familiares, un asunto en el que todavía "queda mucho camino por recorrer", sobre todo en la verdadera corresponsabilidad de la pareja.
A otras les puede influir las exigencias de las pruebas físicas para entrar en el cuerpo. Y en este aspecto, González cree que hay que abrir un debate para que estén más relacionadas con el desempeño profesional que con las marcas a conseguir.
"Igual no hace falta tanto poder nadar 25 metros en tantos minutos, como saber rescatar a alguien que se está ahogando", resalta.
En cualquier caso, como dice a Efe el presidente de la asociación de mandos Unijepol y jefe de la Policía Local de Albacete, Pascual Martínez, es necesario que las autonomías impulsen medidas para favorecer la incorporación de las mujeres en estos cuerpos, porque son "esenciales e imprescindibles".
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