Arcadio Díaz Tejera (Las Palmas de Gran Canaria, 1954) lleva más de 26 años trabajando el fenómeno migratorio desde diversas responsabilidades: como Adjunto al Diputado del Común de Canarias, como Defensor del Pueblo, como senador por el PSOE, en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en la Corte de Estrasburgo y como magistrado, hoy destinado en el Juzgado de Instrucción de Las Palmas que controla el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Barranco Seco.
Nieto de emigrantes canarios a Cuba y Venezuela, "rojo" ideológicamente y agnóstico en asuntos religiosos, Díaz Tejera se muestra muy crítico con el hacinamiento al que se ha sometido en el puerto de Arguineguín a los migrantes llegados en avalancha y rechaza el "mantra" de que derivarlos a la península para aliviar la presión que sufre Canarias produciría un 'efecto llamada' en África. "Eso sólo lo hacen los que no saben de este asunto", declara a El Independiente este juez, aficionado a nadar y lector de novela negra.
Pregunta.-Más de tres meses después de que Cruz Roja instalara las primeras carpas, el muelle de Arguineguín sigue acogiendo a cerca de 500 migrantes. ¿Encuentra alguna explicación a esta situación?
Respuesta.-Ninguna, a mí me resulta incomprensible. Desde hace un año, en diversos autos judiciales, se venía demandando una red estable de acogida.
P.-Y, desde hace meses, el Gobierno sabía que el cierre de la ruta del Mediterráneo incrementaría la presión migratoria irregular sobre Canarias. ¿La pandemia justifica que no se actuara antes para evitar el colapso que se ha registrado?
R.-Todo era previsible y evitable porque nos habían informado los servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas y de los cuerpos y fuerzas de seguridad [del Estado]. Al cerrarse, los precios se han encarecido en las rutas de Gibraltar y Sicilia y cada vez bajan más al Sur por la costa africana. ¿La pandemia? Lo que ha hecho el coronavirus es intensificar el 'efecto expulsión'. En África hay hambre, conflictos armados y desertización. Y hay muchas personas que, huyendo de todo eso, se juegan la vida. Qué situación desesperada no vivirán embarazadas y familias enteras para intentar cruzar el Océano Atlántico.
Todo era previsible y evitable porque nos habían informado los servicios de Inteligencia de la seguridad del Estado y Fuerzas Armadas"
P.-¿Comparte la decisión de que no se lleven a cabo derivaciones a la península pare evitar un supuesto 'efecto llamada' pese a que hay comunidades que se han mostrado dispuestas a acoger a migrantes y el Gobierno canario ya ha dicho que no puede hacerlo solo?
R.-Ninguna norma comunitaria -bien sea reglamento, directiva o decisión- prohíbe la derivación de Canarias a la península Ibérica. Ninguna. Si no se hace es por dos razones. La primera es por el mantra del 'efecto llamada', que sostiene que, si se derivaran, otros chicos en África querrían cruzar el Atlántico. Eso es una letanía sin fundamento ni demostración sociológica. Cuando llegan a Canarias lo primero que hacen es hablar con sus familias para que sepan que están vivos, y eso en sí mismo ya es un 'efecto llamada'. El segundo argumento que se esgrime es que la Unión Europea lo prohíbe. Y eso es falso.
P.-¿Cómo se justifica entonces?
R.-Siendo más papistas que el Papa. Todavía no se ha aprobado el Pacto por la Migración, pero la comisaria europea de Interior [la socialdemócrata sueca Ylva Johansson] ya está planteando que todos los emigrantes -menos los peticionarios de asilo- sean encerrados en una especie de CIE gigantesco y que puedan estar seis meses en el Centro de Internamiento de Extranjeros antes de conseguir plaza en vuelo para ser expulsado. De alguna forma, se van poniendo de acuerdo los que gestionan esto con una mentalidad policial y se adelantan a los que van a ser los deseos de la Comisión Europea, sobre todo los acuerdos intergubernamentales que dicen: No le dejes subir de los Pirineos para arriba. Yo no soy quién para evaluar los criterios generales de los gobiernos de la Unión Europea, pero hacerle caso a los que más ladran no quiere decir que los que más ladran tienen más razón. Ni el mantra del 'efecto llamada' ni el de que Europa lo prohíbe son de recibo. La legislación europea promueve la solidaridad compartida de los flujos migratorios.
P.-Si no hay norma que lo prohíba, el Gobierno de Canarias está pidiendo ayuda, hay otras comunidades autónomas que se ofrecen a acoger y no hay constatación de que se produce un 'efecto llamada' con las derivaciones a la península, ¿por qué no se llevan a cabo?
R.-Ésa es una pregunta para los que prohíben las derivaciones con argumentos que no se soportan en el contraste con la realidad. Yo no le puedo responder por quienes establecen esa prohibición porque me metería en el terreno de la fantasía especulativa o el diván del psicoanálisis, que no son campos en los que yo me sienta seguro. Lo que sí sé es que la nación española se cohesiona cuando todos nos sentimos apoyados y nos ayudamos unos a otros en situaciones de emergencia. La UME está demostrando con creces que les da igual que sea un canario, un andaluz, un catalán o un vasco cuando hay un fuego, un terremoto, inundaciones o cualquier otra tragedia humanitaria. Ellos van donde son necesarios y a quienes les tienden la mano les importa un pito si llevan uniforme militar, policial o de la Cruz Roja.
P.-Si en la 'crisis de los cayucos' se instalaron campamentos en unas horas, ¿a qué atribuye que se haya tardado tanto esta vez?
R.-En 2006, los militares españoles montaron en cuatro horas los campamentos en La Isleta (Las Palmas) para 3.500 personas y en Los Rodeos (Tenerife) para 2.500 y ahora se ha tardado tres meses desde que, el 20 de agosto, se colocó la primera carpa en el muelle de Arguineguín. Decían que no querían que los militares montaran nada porque no querían militarizar el fenómeno de la migración. Que la UME [Unidad Militar de Emergencias] ayude en una tragedia humanitaria no significa militarizar nada, sino ayudar a las personas. Es una solemne tontería decir que los militares no podían montar los campamentos porque eso sería militarizar.
P.-En poco más de dos años, el Gobierno de Pedro Sánchez ha pasado de acoger el Aquarius a mantener hacinados a centenares de migrantes en un puerto pesquero. ¿Cuánto de oportunismo político hubo en aquella decisión?
R.-El artículo 418.3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial me prohíbe felicitar o censurar a autoridad alguna, sea del ámbito territorial que sea. Criterio tengo, pero yo respeto las reglas. Me oirá descripciones sociológicas, antropológicas o de lo que he vivido, pero no felicitación o censura a ninguna autoridad. Si accedo a explicar las cosas a los medios de comunicación es para que actúen como espuelas y despierten las dormidas conciencias que permiten dramas humanitarias como el hacinamiento de Arguineguín, con hasta 2.600 personas en 400 metros cuadrados. Muchos han llegado a estar 25 días sin ducharse, con la misma camisa, durmiendo en el suelo, comiendo a base de bocadillos y, hasta el 12 de noviembre, sin cobertura jurídica.
Marruecos no está haciendo todo lo que debería: intensificar la vigilancia en la costa Sur como hace en la costa Norte"
P.-¿Ve diferencias en política migratoria entre el Gobierno de Pedro Sánchez (PSOE-Unidas Podemos) y el de Mariano Rajoy (PP)?
R.-Le pido nuevamente disculpas. No le voy a responder no porque no tenga opinión o criterio sobre un asunto al que precisamente le he dedicado tiempo y lo he estudiado, sino porque en ocasiones hay que autocontener el verbo para respetar las reglas. Yo no oculto que soy una persona de izquierdas y agnóstico en asuntos religiosos. Cuando he querido vivir la experiencia de la política partidaria he colgado la toga de magistrado y me he presentado a las elecciones. Desde hace más de cinco años, nadie podrá decir que me ha visto en un acto partidario, en el local de un partido político ni en nada que pueda empañar la imparcialidad de mi trabajo en la Audiencia, en Estrasburgo o en el juzgado en el que estoy ahora.
P.-¿La Unión Europea se está poniendo de perfil en esta crisis migratoria?
R.-Lo que estoy comprobando es que se está utilizando a la UE como excusa dignificatoria por parte de quien no quiere derivar porque quiere quedar bien con los que defienden el criterio de que lo que hay que hacer con estos seres humanos es almacenarlos en los lugares a los que llegan porque, mientras no se les ve, les va mejor a la hora de lidiar con aquellos gobiernos que más ladran en contra de los derechos humanos. Y, en lugar de decirlo con claridad, buscan una excusa y un camuflaje. Es lo mismo que quien busca pegas para no ayudar a los migrantes. Usar a la UE como excusa no tiene un pase y no es de recibo. Ir con la letanía del 'efecto llamada' sólo lo hacen los que no saben de este asunto.
P.-El ministro del Interior se entrevistó la semana pasada con su homólogo marroquí y durante varios días no llegaron casualmente pateras a Canarias. ¿Marruecos está haciendo todo lo que está en sus manos para evitar que las mafias trasladen a migrantes a España?
R.-No.
P.-A su juicio, ¿qué es lo que podría hacer y no está haciendo?
R.-Hacer en la costa Sur lo mismo que hace en la costa Norte: intensificar la vigilancia, no permitir que salgan [las pateras] y actuar con eficacia porque la información se tiene por los servicios de Inteligencia. Todo esto se puede atajar con un grado de colaboración de las autoridades locales cercanas a la costa. Si lo hicimos en 2006 con menos recursos tecnológicos, ¿cómo no vamos a poder hacerlo 14 años más tarde?
P.-Si la pandemia dificulta las repatriaciones y no hay visos de que las mafias vayan a dejar de operar a corto plazo, ¿augura que el problema se mantendrá en el tiempo?
R.-Me temo que sí. Es un buen negocio para los traficantes de seres humanos. 1.500 o 2.000 euros por una barcaza infecta es una gran fuente de ingresos y sólo tienen que sortear la vigilancia. El conocimiento concreto del terreno, los líderes de las comunidades locales y las complicidades de los jefes reales son muy importantes. No hay que descubrir el Mediterráneo, tan sólo hacer lo que hicimos en 2006.
Me preocupan los desalmados que intoxican a quien necesita que un caudillo le dé respuestas simplonas a fenómenos complejos"
P.-¿Cómo cree que habría que intentar solucionar el problema?
R.-En 2006 se plantearon convenios bilaterales, se puso dinero español, se hicieron inversiones en las regiones de las que venían los chicos, se ganó la complicidad de las autoridades locales, se hicieron planes África y no se desarrolló una relación diplomática al estilo de 'aquí te pillo y aquí te mato', sino que había una continuidad permanente.
P.-Pero muchas de esas gestiones que usted cita se han venido haciendo en los últimos años también...
R.-Ahora me dicen que están empezando a desarrollarlas. Esto se trata de hacerlo no sólo en situaciones de crisis, sino de manera permanente y estable teniendo en cuenta que la ubicación geográfica de Canarias no va a cambiar en el mapa ni tampoco va a cesar la presión migratoria africana. La pandemia lo ha agudizado todo, pero eso existía ya. Hay que estar permanentemente regando los convenios bilaterales porque de lo contrario el tiesto se seca. Hay que estar cultivando permanentemente la complicidad de los jefes reales de esas comunidades para que no tengan que salir de sus países. Y si lo hacen, que no sean víctimas de los traficantes y que no mueran en las pateras. Tiene que haber canales y visados humanitarios desde el país de origen al de destino.
P.-¿Le preocupa que crisis como la que vive Canarias alimenten los discursos populista y xenófobo en España?
R.-Sí, me preocupa que se sigan desarrollando relatos falsos acerca de la 'invasión', cuando sólo el 1% de los migrantes vienen en cayucos y pateras. Me preocupa que digan que van a quitar el trabajo, la vivienda o las subvenciones. Y me preocupan los desalmados que intoxican a sectores minoritarios de la población que necesitan un führer, un duce o un caudillo. Alguien que les dé certidumbre y que convierta los fenómenos complejos en respuestas simplonas. En general, confío en la buena voluntad y en el sentido común de los canarios. Muchos tenemos ascendientes que tuvieron que emigrar y sabemos que hay que tratar a los seres humanos como lo que son, como miembros de la especie humana.
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