Desde el principio de la pandemia, Inés Arrimadas ya deslizaba una mano tendida que Pedro Sánchez pudiese coger siempre que necesitase un aliado alejado de "radicales" y "populistas" para llegar a "acuerdos de Estado". La máxima expresión de esa alianza debían ser los Presupuestos Generales del Estado. Ciudadanos aguantó durante meses una oferta que mantuvo en pie pese a sufrir grandes sacudidas, una por cada vez que el Gobierno de coalición efectuaba, en paralelo, alguna cesión a nacionalistas vascos y catalanes. Pero la líder naranja dijo 'basta' casi in extremis y rompió puentes con Sánchez el pasado viernes, a tan sólo una semana de la votación del dictamen final de las cuentas públicas en el Congreso.
"Las contrapartidas al nacionalismo son intolerables (...) La tramitación de los Presupuestos llega a su fin. Anunciamos que votaremos que no". Con estas palabras, Arrimadas afirmó en rueda de prensa que su paciencia tenía un límite. Pero también resaltó la "utilidad" de Ciudadanos para llenar de "líneas naranjas" las cuentas públicas, a diferencia de "otros", en alusión velada al PP, que se habían "quedado dormidos" esperando que "España se hunda". Precisamente, es esa intención de seguir desmarcándose de Pablo Casado, una vez éste ha reivindicado sus siglas como "única alternativa" de centro, uno de los motivos que llevan a la formación de Arrimadas a prometer "mano tendida" y voluntad para llegar a "acuerdos" con el Gobierno en lo que resta de legislatura.
"No seremos el partido que da portazos" a alianzas puntuales en busca del "interés general de los españoles", reivindican fuentes autorizadas del partido naranja, que aseveran que su salida de la foto de los Presupuestos y la ruptura de las negociaciones en este sentido no implica alejarse de la ruta que trazó Inés Arrimadas prácticamente desde la salida de Albert Rivera de la dirección liberal. Los canales de interlocución, por tanto, permanecerán abiertos, sobre todo con el sector "moderado" del Gobierno, el mismo que presionó a la presidenta naranja y a su equipo negociador para que no se borrase de la negociación de las cuentas públicas antes de tiempo.
De este modo, y pese al incuestionable rechazo de Sánchez a escoger la "vía moderada" tras el obús dirigido a la línea de flotación naranja con la aceptación, entre otras, de la enmienda de ERC a suprimir el castellano como lengua vehicular en la enseñanza, Ciudadanos promete seguir intentando poner el sello a nuevas políticas socialistas, todo a sabiendas de que Sánchez e Iglesias parecen haber sellado las grietas del frágil equilibrio en que nació el Gobierno de coalición. Al menos, de momento.
En la formación que dirige Inés Arrimadas reconocen ser conscientes de las "presiones" que ejerció el líder de la formación morada para adelantar los pagos del Ejecutivo a los socios nacionalistas de investidura -además de PNV, Bildu y ERC- y, en respuesta, prometen hacer gala de esa utilidad y convertirse en la china en el zapato de los de Pablo Iglesias en la presente legislatura.
Los Presupuestos afrontan su fase final en el Congreso de los Diputados esta semana, con el debate y votación de las enmiendas que han quedado 'vivas'. El jueves se producirá el momento clave, con la votación de las distintas secciones de los Presupuestos, una por cada departamento ministerial. En este momento, el Gobierno no puede perder ni una sola votación, porque el rechazo de una sola de las secciones implicaría la devolución de las cuentas al Ejecutivo.
Pero no se prevé este escenario. Pese a las dudas iniciales, todo apunta a que Sánchez e Iglesias encarrilarán definitivamente la legislatura con nada menos que 186 síes a las cuentas públicas -PSOE, Podemos, ERC, PNV, EH Bildu, Compromís, Más País, Compromís y el PDECat-, aunque podría ser aún mayor si Teruel Existe, el PRC y Nueva Canarias anuncian en las próximas horas su 'sí' a los Presupuestos. En el voto en contra se situarán, previsiblemente, el PP, UPN, Foro Asturias, Vox, Coalición Canaria, Junts y la CUP. A este bloque se unirá, salvo sorpresa mayúscula, Ciudadanos, tras meses con la puerta abierta a pronunciarse a favor de las cuentas.
Cs parte una lanza a favor de la armonización
La pugna entre PP y Ciudadanos por conquistar el electorado "moderado" y de "centro" sigue en aumento. En este punto, los naranjas han acelerado en su estrategia de separar su discurso del de los populares para frenar la OPA -no hostil- con la que amenaza Génova, en cuya direccion ya se trabaja con la estrategia de fagocitar a Ciudadanos y a su millón y medio de votantes.
En este sentido, los de Arrimadas se reivindican como único partido de "auténtico centro" porque "el movimiento se demuestra andando", según deslizan fuentes del partido, y el PP carece del talante "pactista" por ser incapaz de mirar "a un lado y a otro" por el interés público. Varios portavoces del partido, entre ellos la propia Arrimadas, han lamentado en público que Casado se haya negado a "frenar las locuras de este Gobierno" y, en lugar de ello, "esté pensando en cómo cargarse a Ciudadanos".
En el marco de la búsqueda de esta diferenciación, el portavoz de los liberales, Edmundo Bal, partió una lanza a favor de la armonización fiscal que propone el Gobierno, que trae de cabeza a Madrid y que el PP rechaza frontalmente, aunque sí matizó que, en caso de seguir adelante con este proyecto, debía hacerse "a la baja", salir del acuerdo entre las comunidades autónomas, y no como parte de un "chantaje" de ERC.
También criticaba abiertamente Bal la negativa del PP a concurrir juntos a las elecciones catalanas, tirando de nuevo del argumento de la "utilidad" y lamentando que los populares hayan preferido "un escañito más" por encima del "sentido de Estado".
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