"Por fin, después de tantos años, España va a tener unos Presupuestos al servicio de la gente, que refuerzan servicios públicos y derechos sociales. Seguimos". Con este mensaje en Twitter celebraba Pablo Iglesias el amplio consenso conseguido en torno a los primeros Presupuestos Generales del Estado del Gobierno de coalición. Toda una proeza por la que hace apenas cuatro meses pocos se atrevían a apostar y en la que los morados se atribuyen muy buena parte del éxito.
Entre medias ha quedado un arduo trabajo y un claro vencedor, el vicepresidente segundo, que desde las vacaciones de verano se volcó en rescatar la mayoría de la investidura, pero no sólo. Tras muchas conversaciones y contactos, incorporar a Bildu en la ecuación fue empeño personal suyo, eso sí, con la anuencia de Pedro Sánchez, también empecinado en convertir estos Presupuestos en una demostración de fuerza. Asimismo consiguió doblegar las reticencias de ERC y todo ello en mitad de una precampaña en la que el partido de Oriol Junqueras se juega la hegemonía del independentismo en Cataluña.
Iglesias se volcó en la negociación a la vuelta de verano
A cambio, el vicepresidente segundo ha enarbolado algunas de las banderas del independentismo catalán, como la de los indultos o la reforma del delito de sedición para que los presos del procés salgan de prisión antes del 14-F y puedan participar en la campaña. Otra cosa es que desde el sector socialista del Gobierno puntualicen que eso "vendrán cuando tenga que venir" sin estar sujeto a calendarios electorales.
En lo que sí están de acuerdo los socios es en poner el acento no tanto en los 187 votos, en algunos casos 188, con los que han superado la votación por secciones de los Presupuestos, si no "en la suma de diez fuerzas políticas", apuntan fuentes gubernamentales, aunque muchos de esos grupos no sienten más de un diputado en el palacio de la carrera de San Jerónimo. Y esa va a ser la artillería discursiva que usará el Gobierno en los próximos meses en un intento por aislar al bloque de centro-derecha.
"Pablo no negoció los Presupuestos. Lo de menos fueron las cuentas. Lo que había que hacer era poner era las luces largas", dicen en el entorno del vicepresidente segundo, que ha estado muy lejos de ser un invitado de piedra en esta negociación. Desde Unidas Podemos aducen que el amplio abanico de apoyos es producto de una negociación a dos bandas, "que nunca se hubiera conseguido con un ejecutivo monocolor".
Cabe recordar que Iglesias no dudó en ir a la prisión de Lledoners en 2018 para reunirse con Oriol Junqueras, al objeto de recabar su apoyo a las cuentas de aquel año, que decayeron, precisamente, por el rechazo de los independentistas republicanos.
El PSOE reprocha a Iglesias que se atribuya el mérito
Lo cierto es que Sánchez no se podía permitir el coste de la negociación con EH-Bildu, pero eso no suponía ningún desgaste para Iglesias, que además reivindica la figura del líder de EH-Bildu, Arnaldo Otegi. Opina, a diferencia del titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que el ex dirigente etarra debe seguir en primera línea política, tal y como afirmó este jueves en "La hora de la 1" de TVE.
En cambio, los socialistas reprochan a sus coaligados que "se atribuye méritos que no le corresponden" en un intento por "marcar territorio para no acabar engullido" por el socio mayor. Otra cosa es que Unidas Podemos obtenga réditos electorales de ello. Las elecciones autonómicas catalanas no sirven de termómetro. Los Comunes tienen su propia dinámica y el liderazgo en Cataluña lo ejerce la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y no Iglesias.
Precisamente, este sábado, Iglesias, Colau, el líder de IU y ministro de Consumo, Alberto Garzón, y Jessica Albiach, candidata de los comunes a la presidencia de la Generalitat, valorarán el primer año del Gobierno de coalición y la situación actual y futura del grupo confederal, según reza la convocatoria.
Conforme crece el ascendente de Iglesias en el Ejecutivo -no así el de algunos de sus ministros, en la cuerda floja- también se acrecientan los enfrentamientos en el Gobierno de coalición con el sector que representan Carmen Calvo, Nadia Calviño y María Jesús Montero. Podemos está en guerra con la vicepresidenta económica, pero es ahora una de las piezas más sólidas del tablero gubernamental y la mejor baza que tiene Sánchez en Europa. El presidente ejerce de árbitro entre dos fuerzas centrífugas condenadas a convivir.
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