Son dos realidades paralelas. Tienen protagonistas similares, sólo cambian los roles. En una, todos juegan a ser apoyo, en la otra unos ejercen como gobierno y otros como oposición. En la primera deben remar conjuntamente en una misma dirección, como aliados. En la segunda, cada uno lo hace en sentido contrario. El juego empieza a ser incómodo para una parte y más rentable de lo esperado para la otra. Al PNV la grieta del ‘Gobierno Frankenstein’ de Madrid ha comenzado a inquietarle en Euskadi. A Podemos y EH Bildu el saldo de su conexión en el Congreso y Moncloa les anima a intentarlo en tierras vascas.
Hasta ahora ninguno de ellos había supuesto una amenaza. Aún hoy sigue sin serlo, pero la posibilidad de que ya no sea una utopía preocupa. Hoy la hegemonía del PNV es incuestionable en el entramado institucional vasco. Lo es históricamente y se ha reforzado aún más en los últimos años. El entendimiento de tiempo atrás con el PSE ha vuelto a instalarse con solvencia desde hace cinco años y le ha llevado a disfrutar del mayor poder jamás ostentado. La coalición entre socialistas y jeltzales gobierna el Ejecutivo vasco, las tres diputaciones forales y las tres capitales, además de un amplio abanico de consistorios.
Incluso el apoyo social del PNV no ha dejado de crecer en los últimos años. También lo ha hecho el del PSE. Pero ninguno cuenta por si sólo con una mayoría suficiente, ambos se necesitan. El riesgo es que la dependencia de los socialistas respecto a Podemos en Madrid irrumpa como una tentación en Euskadi para abrir la puerta a alianzas fuera de Sabin Etxea.
En campaña Elkarrekin Podemos apeló insistentemente a la necesidad de conformar un frente de izquierdas como alternativa al Gobierno del PNV. De él debían formar parte los morados junto a EH Bildu y el PSE. Los socialistas pronto lo descartaron, su prioridad sigue siendo el PNV. Los de Arnaldo Otegi no lo arrinconaron pero lo vieron precipitado. En apenas unos meses de legislatura en Euskadi y un año de Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias el clima ha cambiado, en Madrid y en el País Vasco. La predisposición entre socialistas y morados se ha moldeado y las posibilidades de trasladar entendimientos ya trabajados en Madrid e impensables en tierras vascas comienza a sobrevolar el tablero político vasco.
Sintonía firme con Bildu
En el PSE hace tiempo que no se escucha cuestionar de modo relevante a Podemos. Recientemente se ha dado un paso más. En un municipio como Irún, uno de los más relevante de Guipúzcoa, los socialistas acaban de cerrar un acuerdo con la formación de Iglesias. En la localidad fronteriza el entendimiento entre socialistas y el PNV parece inviable y su alcalde, José Antonio Santano, ha optado por gobernar con los morados. Oficialmente desde el PSE circunscriben el nuevo pacto a una situación puntual, circunstancial y limitada al municipio. En Podemos, en cambio, ven un cambio de actitud y el comienzo de su aspiración por entenderse las tres izquierdas: la suya, la independentista de Otegi y la socialdemócrata para desplazar por fin a “la derecha” nacionalista que representa el PNV.
En Elkarrekin Podemos, formación que en el País Vasco lidera Pilar Garrido, tienen muy desarrollada la sintonía con el tercer miembro de la alternativa: la izquierda abertzale. Hace más de un año la aplicaron con claridad en los ayuntamientos trás las municipales de mayo de 2019. En la conformación de los consistorios Podemos y EH Bildu alcanzaron acuerdos para gobernar localidades importantes como Durango, Errenteria, Galdakao, Ordizia o Elorrio. En algunos casos se entendieron para desbancar al PNV del sillón de Gobierno municipal.
El hundimiento que sufrió Podemos en los comicios del 12-J pasado, cuando perdió cinco de sus once escaños, no ha sido óbice para que la nueva líder de la formación intente imitar en Euskadi el papel jugado por Iglesias en Madrid. Garrido ha activado un nuevo juego de acercamientos con los que desgastar al PNV. La negociación de los presupuestos vascos ha sido la herramienta propicia para dar pasos en la aspiración de agrietar el binomio PNV-PSE.
Una "hegemonía casposa"
Garrido reclamó a la formación de Mendia un diálogo bilateral para negociar las cuentas del Ejecutivo de coalición. Llegó a asegurar que era necesaria una relación “más cercana, más colaborativa y más productiva”. Una mano tendida que no gustó al PNV. El portavoz del Ejecutivo de Urkullu, Bingen Zupiria, no tardó en recordar que los presupuestos se negocian con el Gobierno y que éste está conformado por dos formaciones.
Para la nueva dirección de Podemos en Euskadi, que relevó al equipo de Lander Martínez, es hora de acabar con la “hegemonía casposa” del PNV. La actitud ante el partido de Ortuzar es muy distinta a la de su predecesor, que había comenzado a dar pasos para entenderse con los jeltzales a finales de la pasada legislatura. Entonces Martínez llegó incluso a cerrar un acuerdo por el que a cambio de la incorporación de varias enmiendas de carácter social su formación se abstendría y facilitaría la aprobación de las cuentas del entonces Gobierno de Urkullu en minoría.
El juego de desgaste en Euskadi y cooperación en Madrid que libran PNV, Bildu y Podemos es en ocasiones difícil de compaginar. La aprobación de los presupuestos alcanzado esta semana en las Cortes ha sido aplaudida por los nacionalistas. En el debate nacional el PNV apenas ha cuestionado la disposición de EH Bildu a facilitarlos. Más aún, se ha felicitado de que tras años cuestionándoles por cerrar ellos pactos por “un plato de lentejas” ahora sea la izquierda abertzale la que los suscriba.
Desgastar a Podemos, cuestionar a Bildu
En el País Vasco el discurso es distinto. El PNV hace frente a los intentos de Podemos y Bildu por generar grietas en el Gobierno vasco. En Sabin Etxea subrayan que el apoyo a las cuentas de Pedro Sánchez dado por los parlamentarios de la izquierda abertzale supone un ejercicio de contradicción a algunos de los ejes de su discurso político histórico: apoyo al Tren de Alta Velocidad, financiación de la Casa Real, el Ejército o la Guardia Civil.
El otro frente de desgaste se libra contra Podemos. El PNV ha recordado que la formación de Iglesias es la interlocutora de Bildu pero que ellos se entienden con Sánchez y los ministros de peso del Ejecutivo, los socialistas. Tampoco han dudado en criticar al vicepresidente morado por algunas de las decisiones adoptadas. Y en Euskadi cuestionan la estrategia de Elkarrekin Podemos de entenderse con Otegi tras el varapalo electoral que ha debilitado a la formación en beneficio de Bildu.
En medio de la batalla está el PSE, dispuesto a abrir interlocuciones con los morados y a no enfadar al PNV. Un juego a dos bandas que por ahora no parece que vaya a poner en peligro los gobiernos de coalición y que dotan a las principales instituciones de mayoría absoluta. La legislatura en Euskadi apenas ha arrancado, en el Estado resta ya un año y el futuro está por escribir. Y para afrontarlo todas las opciones parecen estar abiertas.
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