El principio democrático de 'una persona, un voto' es buen reclamo electoral pero no tiene aplicación práctica por la singularidad del sistema electoral español. El valor cuantitativo de una papeleta es diferente a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. O dicho de otra forma: lo importante no es cuántos votos tiene un candidato respecto a su rival, sino dónde los tiene.
Sea como fuere, la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado -si todo va según lo previsto, 2021 arrancará con nuevas cuentas públicas- apunta a que Sánchez e Iglesias agotarán la legislatura. En el PP trabajan ya en una estrategia a tres años vista para impulsar a Casado al Palacio de la Moncloa, pero en la dirección nacional comienza a dibujarse un primer objetivo: "Sacar un voto más que Pedro Sánchez". Y no está demasiado lejos de ese objetivo.
Teniendo como referencia los nueve últimos sondeos privados publicados -desde el 1 al 31 de noviembre-, de celebrarse hoy elecciones generales el PP obtendría un 21,58% de los votos -es la media de las citadas encuestas, entre los que se encuentran institutos demoscópicos como Invymark, Electomanía, NC Report o DYM- lo que implica una leve mejoría respecto a los resultados de las generales del 10-N. El mismo cálculo otorgaría al PSOE un resultado del 26,98% de los votos, más de un punto por debajo de los últimos comicios (28,25%). En base a esta media, Podemos bajaría casi punto y medio (11,32%); Vox subiría al 16,71% del voto y Ciudadanos se mantendría y rozaría los siete puntos.
Pero, ¿cuál es la traducción a votos? Si tomamos como base la misma participación que en las últimas generales, en caso de que hoy se abriesen las urnas el porcentaje de los socialistas se traduciría en algo más de 6.486.000 papeletas por los 5.188.000 votos de los populares, o lo que es lo mismo: al PP le falta conquistar casi 1,3 millones de electores para superar al PSOE en número de votos.
Uno de los ejes de la estrategia de Pablo Casado pasa por plantear una OPA -no hostil- a Ciudadanos. El giro, a priori sin vuelta de hoja, del PP hacia el centro político asfixia a la formación que dirige Inés Arrimadas y la deja casi sin espacio electoral. El objetivo de Génova es continuar subrayando sus diferencias con Vox, a los que brindará sus votantes más conservadores. Pero para sus cálculos internos esto no es un problema, ya que los populares se han lanzado sin prisa pero sin pausa a por la totalidad del electorado de Ciudadanos así como a por socialistas moderados a los que "aterra" el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos y sus pactos con "bilduetarras" y "separatistas". Si lo consigue, Casado tiene mucho que ganar y poco que perder.
De hecho, al PP le bastaría con completar la absorción de Ciudadanos para superar a Pedro Sánchez. Los naranjas obtendrían ahora prácticamente los mismos votos que el pasado 10-N: 1,6 millones. Casado sólo necesitaría 1,3. Tanto unos como otros tienen el próximo 14 de febrero la primera prueba de fuego: en las elecciones catalanas, el PP afronta su primer examen para demostrar que la fórmula centrista es un modelo de éxito, y Ciudadanos necesita exhibir que aún puede resistir. Y Vox tampoco se lo va a poner fácil.
De acuerdo con los citados sondeos, Vox obtendría hoy algo más de 4 millones de papeletas frente a las 3,6 millones que obtuvo en 2019. Es una diferencia de unos 400.000 votantes, en su mayoría procedentes del PP. Mientras, por la papeleta morada apostarían prácticamente el mismo número de personas que confiaron en Unidas Podemos hace un año, formación que resiste pese al desgaste de Moncloa.
La izquierda, desmovilizada
Contra todo pronóstico, Sánchez ha logrado sacar adelante sus Presupuestos con una holgada mayoría -187 votos a favor, frente a los 176 que consiguió Cristóbal Montoro para sus cuentas-, y lo ha hecho de la mano de ERC y Bildu. En el Ejecutivo no hay duda de que estos socios no son puntuales, sino que irán de su mano el resto del mandato aunque algunos ministros incidan en abrir esa baraja a "todo el que quiera unirse", pese a que Podemos insista en criticar la "geometría variable" del ala socialista de Moncloa.
Más allá de que estos pactos no del todo cómodos amenacen con desincentivar al votante de izquierdas más moderado, lo cierto es que, a nivel práctico, esta 'fusión' de legislatura entre PSOE, Podemos, ERC, Bildu y PNV puede terminar lastrando a las candidaturas socialistas y moradas especialmente en aquellos territorios en que el votante de izquierda tiene mayor número de opciones en las que depositar su voto: País Vasco y Cataluña.
A nivel práctico, el investigador principal de Metroscopia, José Pablo Ferrándiz, observa que, actualmente, existe una mayor desmovilización en el bloque de la izquierda que en el de la derecha, algo que atribuye más a un factor "temporal" que a una cuestión "crítica" por la gestión del Gobierno de coalición.
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