Las imágenes del segundo aniversario de la 'campanada' andaluza, en que PP y Ciudadanos -con el apoyo externo de Vox- lograron acabar con décadas de gobiernos socialistas, tuvieron casi sin querer una enorme significación política por el "idilio" que mantiene el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín, con el PP y el distanciamiento cada vez mayor que existe entre el dirigente andaluz y la presidenta de la formación, Inés Arrimadas.
El pasado miércoles, mientras Juanma Moreno celebraba el cumpleaños del 2-D junto al líder del PP, Pablo Casado, Marín se dejaba ver en un acto con el ex presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y no con la actual líder del partido. La foto se produjo justo después de que el político catalán enmendase hace unas semanas la deriva política de su sucesora al frente del partido. Fuentes oficiales atribuyeron el encuentro a una "casualidad", aunque en privado se vincula sin ambages esa imagen a "la puesta en escena" del "divorcio" de Juan Marín con Inés Arrimadas.
Pero aquel día, el vicepresidente andaluz hizo toda una declaración de intenciones al abrir la puerta por primera vez, justo en el ecuador de su mandato con Moreno Bonilla, a una coalición electoral con el PP para las próximas elecciones, una suerte de 'España Suma' a la andaluza. "Somos un solo gobierno, y cuando lleguen las elecciones seremos dos partidos, sin descartar ninguna opción", dijo exactamente, al ser preguntado al respecto. La jefa nacional de Ciudadanos no tardó en desautorizar a Marín y negar tal posibilidad. "No es una opción", apostilló.
Ante el golpe encima de la mesa de Arrimadas, Marín tampoco tardó en negar discrepancias con la dirección nacional y en vincular sus declaraciones durante el desayuno con Rivera a un malentendido. Pero este martes, en una entrevista para Canal Sur, recuperó el órdago no sólo respecto a una hipotética coalición electoral con el PP, sino respecto a su propio futuro político. "A dos años vista nadie puede descartar ninguna opción", dijo. Tampoco respondió a la pregunta de si se sentía respaldado o no por la dirección nacional para repetir como candidato de Ciudadanos en Andalucía.
Tal y como pudo saber El Independiente de fuentes de ambos partidos, el dirigente de Ciudadanos no descarta dar el paso al PP, aunque no habrá un pronunciamiento claro en este sentido hasta que no se haya acercado lo suficiente la fecha de los próximos comicios autonómicos. Fuentes del partido naranja ven "claro" que Marín estaría dispuesto a dar ese paso, aunque dará a Arrimadas dos oportunidades para evitarlo.
La primera pasará, precisamente, por ir preparando el terreno para una suerte de Andalucía Suma, una operación en la que estaría participando el alcalde de Granada, también de Ciudadanos, Luis Salvador. Para ello, el enlace directo con Moreno Bonilla es el consejero de Presidencia, Elías Bendodo, del PP. Al menos de momento, Arrimadas ya ha descartado frontalmente esta opción, y es del todo menos seguro que Génova también la aprobase después de que Casado enterrase la coalición con Ciudadanos para las elecciones catalanas del 14-F. Uno de los actuales ejes estratégicos de los populares pasa además por absorber en el largo plazo a la formación naranja y a su bolsa de votantes, no a asociarse con ellos.
Tampoco estudiaría el vicepresidente andaluz buscar cobijo en el PP si la líder nacional vuelve a apostar por él como candidato de Ciudadanos para 2022, una decisión que tampoco está clara, ni en la dirección nacional de los liberales ni en la delegación autonómica. Pero si Arrimadas descarta las dos salidas, la hipótesis que recorre los pasillos del Palacio de San Telmo es que Marín buscará su futuro en el PP, y no como parte de sus listas electorales, sino en un puesto más tranquilo, como senador, por ejemplo.
Tensión con Arrimadas
En la Ejecutiva naranja no se niega que la tensión entre Arrimadas y Marín ha ido in crescendo, sobre todo por la idea que manejan dirigentes próximos a la jefa nacional de que "parece que trabaja más para el PP [andaluz] que para su propio partido", motivo por el que incluso se le llegó a abroncar en la última reunión del Comité Ejecutivo, según trasladan fuentes conocedoras de la misma.
La hipótesis que se maneja intramuros para explicar los motivos de esa tensión entre ambos dirigentes apunta a la dimisión de Albert Rivera como origen de la disputa. Entonces, Marín aspiraba a encontrar un asiento en la dirección nacional. Ambicionaba, según algunos, la secretaría general que actualmente ostenta Marina Bravo.
El Consejo General que nombró una gestora tras la debacle electoral del 10-N encargada de pilotar la transición del partido hasta la V Asamblea General no contó con Marín. Tampoco Arrimadas, consolidada ya como presidenta del partido, decidió concederle puesto alguno a Marín en el Comité Permanente. Y cada vez gana más fuerza la teoría de que tampoco apostará por él como candidato autonómico para 2022.
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