Al sector bancario le cuesta bastante convencer al mercado de la fortaleza de su negocio y las circunstancias no ayudan. Los inversores no se tomaron bien la advertencia lanzada el jueves por el Banco Central Europeo (BCE) de que los tipos bajos están aquí para quedarse durante mucho tiempo y de que el supervisor no quiere sacar una hipotética bajada de las tasas de su caja de herramientas contra el deterioro económico de la pandemia. Se trata de dos nuevos golpes que van directos a una rentabilidad bancaria que ya llegó debilitada a esta crisis.
El Consejo de Gobierno del supervisor decidió el jueves, como ya había adelantado en octubre, ampliar en 500.000 millones de euros las compras de deuda en el marco de su programa de emergencia para paliar la crisis de la pandemia, algo que ya esperaba el mercado y que acogió con neutralidad.
Los inversores de los bancos, sin embargo, manifestaron claramente su decepción con el supervisor y su temor a un futuro en el que las subidas de los tipos de interés ni siquiera aparezcan en el horizonte.
El índice Stoxx Banks, la referencia de la banca europea, llegaba a desplomarse casi un 3% en la sesión del jueves tras conocerse las medidas del BCE y cerró el día con una caída del 2,1%. Los bancos del Ibex 35, que se apuntan siempre a las malas noticias, marcaron descensos superiores al 3%.
Mensajes negativos
Detrás de este desempeño se encuentran varios mensajes negativos para la banca lanzados por el BCE, pero, principalmente, el relativo a un escenario de tipos bajos que no tiene aún una fecha de fin en el horizonte.
"Los tipos de interés podrían permanecer como están hasta 2024 o incluso más tiempo si el Banco Central Europeo quiere evitar otra crisis de deuda soberana", explica Azad Zangana, economista senior para Europa de Schroders.
Los tipos de interés podrían permanecer como están hasta 2024 o incluso más tiempo si el BCE quiere evitar otra crisis de deuda soberana"
En su extensión del paquete de emergencia, el BCE amplió el acceso de las entidades a la liquidez con el anuncio de nuevas subastas, las conocidas como TLTRO, programa que tiene un interés del -1% para las entidades y que se prolongará otro año. El supervisor busca así incentivar la concesión de crédito al sector privado en un contexto en el que los tipos de interés no subirán en un largo periodo de tiempo.
No lo harán, al menos, hasta 2023, fecha que el BCE fija como horizonte temporal para la recuperación de la inflación. La estabilidad de precios es el objetivo principal del BCE y no llegará hasta dentro de mucho. No en vano, el supervisor está esperando a que el crecimiento de los precios en la zona euro se sitúe cercano al 2% (un umbral muy lejano al último dato disponible, el de noviembre, que se situó en el -0,3%) para levantar sus medidas de emergencia. Y, mientras dure este plan de salvación, los tipos estarán estancados.
Antes de la pandemia, al cierre de 2019, la inflación de la zona euro se situaba en el 1,2% y no se acercará a ese nivel hasta, al menos, dentro de tres años, según las previsiones del BCE, al que no le tiembla el pulso para mantener su plan de emergencia más allá de 2022 si la evolución de la pandemia así lo requiere.
No descarta recortes
Por si fuera poco, Christine Lagarde, presidenta del BCE, insistió en varias ocasiones durante la rueda de prensa posterior a la reunión de tipos del Consejo de Gobierno en que el supervisor quiere "mantener las condiciones favorables de financiación" y, de hecho, no descarta recurrir al recorte de los tipos de interés como una de sus armas de lucha contra la crisis de la pandemia.
Esto no significa que vaya a recurrir a esta herramienta. Como comentan los analistas de Lombard Odier, el supervisor tiene una "clara preferencia" por utilizar instrumentos de política monetaria como las compras de deuda o las subastas de liquidez en lugar de rebajar los tipos de interés.
"Esto ayuda a anclar los tipos de interés en territorio negativo y a mantener bajo control los diferenciales de crédito periféricos", explica Samy Chaar, economista jefe de esta entidad.
Con todo, ambos mensajes enviados por el supervisor el pasado jueves tienen una traducción sencilla: quedan muchos meses, incluso muchos años más, de tipos bajos.
Mientras tanto, los bancos esperan, al menos, algunas medidas que les ayuden a paliar los efectos colaterales de los tipos negativos, como una mejora en el multiplicador del tiering, es decir, la parte del exceso de liquidez que los bancos tienen depositado en las arcas del supervisor sobre la que están exentos de pagar la correspondiente tasa. El mercado no descartaba esta medida para la decisión de tipos del jueves, pero no llegó.
Tampoco facilitó las cosas para los bancos en la sesión del jueves que se conociera, según publicó Bloomberg, que la recomendación del BCE a las entidades de no remunerar al accionista se extenderá otros seis meses.
El del futuro cercano no es un escenario extraño para la banca, que lleva ya ocho años intentando mantener a flote un negocio que se basa, sencillamente, en sacar un margen de prestar dinero y tomarlo prestado. Parece el momento de echarle imaginación para encontrar nuevas vías de negocio, pues la fecha de caducidad del dinero gratis aún está borrosa.
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