Es la segunda consecuencia más dura. El daño en vidas humanas es sin duda la primera, la de mayor coste de la pandemia, la grieta social y económica es la siguiente en la lista y la que durante más tiempo se prolongará. Incluso en la sociedades aparentemente en mejores situación económica el impacto será profundo. Es el caso de Euskadi, donde los efectos de la crisis de 2008 aún resentían algunos sectores sociales y que han llegado a amenazar con cronificar niveles de pobreza extrema desconocidos en la sociedad vasca. En la última década la población vasca que vive en los umbrales de la miseria se ha incrementado de modo importante y podría agravarse aún más con la crisis postcovid cuya incidencia los expertos prevén prolongada.
Actualmente cerca de medio millón de ciudadanos vascos, alrededor de uno de cada cuatro, vive en riesgo de pobreza o inmerso en ella. Esta cifra supone un incremento del 20% respecto a hace poco más de una década, cuando mayor impacto tuvo la crisis financiera. Ahora los últimos datos cifran en algo más de 110.000 personas las que en Euskadi están inmersas en una pobreza extrema y en más de 382.000 las que padecen en severo riesgo de caer en ella. Unas cifras que crecen de año en año, especialmente desde el 2014, cuando la crisis financiera volvió a complicar la situación de los sectores más vulnerables. El impacto de la pandemia amenaza con empeorar esta realidad de modo importante.
En el País Vasco, la comunidad autónoma junto con Navarra, con los salarios más altos, las pensiones más elevadas y la menor tasa de desempleo, los últimos datos revelan que en comparación con 2008 existe hoy casi un 50% más de familias y ciudadanos en niveles de pobreza extrema. A ellos se suma un incremento del 20% de las familias que se encuentran en riesgo de traspasar ese umbral de miseria. Ni siquiera el consolidado sistema de protección social vasco, aprobado hace más de tres décadas, la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) -que ha inspirado el Ingreso Mínimo Vital aprobado por el Gobierno- ha logrado erradicar este drama social en Euskadi.
RGI, un freno a la miseria
La RGI, que prevé ayudas que oscilan entre los 667 euros y los 1.033 euros al mes, sí ha permitido mitigar el impacto de la crisis financiera de hace una década y se prevé que pueda hacerlo también ahora. El informe ‘Pobreza y desigualdades en Euskadi, el papel de la RGI’, elaborado por la Fundación Iseak, concluye que esta ayuda social, pese a no haber logrado erradicar la pobreza, sí ha logrado disminuir su intensidad, “las personas pobres son mucho menos pobres gracias a la RGI”, señala en informe.
La estimación realizada revela que en 2018 el porcentaje de la población que se encontraría en una pobreza extrema alcanzaría el 8% sin esta ayuda social y apenas supera el 5% gracias a ella. Un freno que es especialmente significativo en Vizcaya, donde la situación es más delicada y en la que sin RGI el porcentaje de la población en necesidad máxima alcanzaría el 9,5% frente al 6% que se detectó hace dos años -de cuando datan los últimos datos-. En Guipúzcoa el porcentaje es del 3,6% y en Álava del 5,4%.
Sin duda, el panorama se ha complicado este año. A falta de que se hagan públicos los datos, las instituciones oficiales y las organizaciones sociales concluyen al afirmar que el impacto de la crisis pandémica y su incidencia económica ha tenido repercusión en la situación social en el País Vasco. El cierre de pequeñas empresas, la pérdida de empleo y la extensión de los ERTE y ERE en estos meses ha llevado a muchas familias a situaciones complicadas. En sólo un año los perceptores de la RGI vasca han aumentado en un 3,7%. Hoy cerca de 2.000 personas más reciben esta ayuda de las que lo hacían en diciembre de 2019, cuando el coronavirus aún no había irrumpido en nuestro país. Los últimos datos del Gobierno vasco cuantificaban a noviembre de este año en 54.408 los perceptores de la ayuda social.
Programa de ayudas
La situación ha empeorado de modo muy especial entre la población extranjera que reside en Euskadi, que ha aumentado en un 7,3% en menos de un año en la lista de beneficiarios. En cambio, los pensionistas que reciben la RGI para completar la baja pensión que perciben han soportado mejor la crisis, al disminuir de modo moderado, con una caída del 3,4%, quienes han solicitado la ayuda.
El Gobierno de Urkullu es consciente de que las situaciones de dificultad social se han disparado. Además de elevar la partida de la RGI un 1,8% en el proyecto de presupuestos que aprobará para el próximo año, ha ideado una batería de partidas destinadas al refuerzo del impacto de la pandemia.
Se trata de un bloque 542 millones de euros que conforma el ‘Programa Covid 2021’ distribuido en las distintas consejerías que incluyen desde programas de estímulo, ERTES, ayudas al alquiler, ayudas sociales o material sanitario.
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