Es un puente que se construye desde dos márgenes distintos pero de modo simultáneo. El viaducto que debería dar forma a una alternativa de izquierdas en Euskadi no deja de sumar vigas. Por ahora está lejos de unir los dos extremos pero la estructura comienza a vislumbrarse. En uno de los lados, el que conecta a Elkarrekin Podemos y EH Bildu la construcción ya es sólida. Los contactos están bien engrasados y los acuerdos comienzan a ser más rutina que noticia. En el otro margen de la izquierda, la que lidera el PSE, también se dan pasos cada vez con mayor fluidez. Los primeros fueron con la formación de Pablo Iglesias y después vinieron los dados con la coalición que encabeza Arnaldo Otegi.
El PSE y EH Bildu ya no se esconden. La sintonía consolidada en el Congreso entre los socialistas y la izquierda abertzale para consolidar acuerdos se trasladó primero a Navarra y lo hace ahora a Euskadi. Municipios importantes de Guipúzcoa como Irún y Eibar, en manos socialistas, han comenzado el año asegurándose sus presupuestos gracias a un pacto con EH Bildu.
La hipótesis de hacer de Guipúzcoa el laboratorio de pruebas para explorar una alternativa de izquierdas que pueda dejar fuera de los principales gobiernos vascos al PNV toma fuerza. La interlocución PSE-Bildu y Podemos-Bildu se consolida y con estos dos pilares la opción de una alternativa de izquierdas que pueda aspirar a arrinconar al nacionalismo hegemónico de los de Ortuzar.
La idea la enarboló con insistencia la nueva dirección de Elkarrekin Podemos. La campaña de las pasadas elecciones autonómicas del 12-J la centró en llamamientos a PSE y EH Bildu para entenderse y desbancar al PNV del Gobierno. La formación morada llegó a tildar al PNV de partido “casposo” al que una izquierda vasca unida podría arrinconar. Ni Bildu ni el PSE secundaron con entusiasmo la apuesta. Tampoco el electorado, que precipitó el hundimiento de Elkarrekin Podemos de 11 a 6 escaños en la Cámara de Vitoria.
Buscar la 'normalización política'
Tras las elecciones municipales, forales y autonómicas PNV y PSE han seguido entendiéndose. Los gobiernos de coalición entre ambos se han reeditado en el Ejecutivo vasco, en las diputaciones forales y en los principales ayuntamientos vascos. Sin embargo, el clima político e institucional tanto a nivel nacional como en la Comunidad Foral de Navarra, en la que el papel de Bildu ha sido determinante para conformar mayorías a los gobiernos de Pedro Sánchez y María Chivite, ha generado un nuevo clima.
Lo aires de ruptura en la máxima defendida hasta ahora de no acordar ni dialogar con la izquierda abertzale se han extendido. La necesidad aritmética es en muchos casos la razón esgrimida y arropada en argumentos de buscar la ‘normalización política’ del nuevo tiempo. Los últimos pasos dados en esta senda se han registrado en las localidades de Irún y Eibar.
El alcalde de Irún, y vicepresidente de la asociación de municipios vascos (EUDEL), José Antonio Santano, ha justificado en la necesidad de lograr estabilidad su acuerdo con la izquierda abertzale. En los últimos años el edil socialista ha sido incapaz de cerrar pactos con el PNV pero lo hace ahora con Bildu y con Podemos, a quien recientemente incorporó al Gobierno: “Es mi obligación conseguir estabilidad y mayorías y hemos buscado la que era posible”, ha señalado.
La 'muletilla' del PNV
Santano llega incluso a asegurar que quizá estemos asistiendo al inicio de un nuevo tiempo de relación entre ambas formaciones, que el futuro de la relación entre PSE-Bildu aún está por escribir: “Nadie puede descartar nada ni con nadie. Otra cosa son las líneas áticas que se puedan establecer para acuerdos de mayor calado que un pacto presupuestario”
Casi al mismo tiempo en otra localidad guipuzcoana, Eibar, gobernada en solitario por el PSE, la izquierda abertzale también salía al rescate de las cuentas del Ejecutivo socialista. El portavoz del PSE en Eibar, Jon Iraola, afirmó ayer que el paso dado era importante y que confiaba en que el acuerdo con la izquierda abertzale “esperemos que no sea el último”: “Aunque somos muy diferentes tenemos puntos en los que coincidimos”.
En el socialismo vasco los partidarios de explorar nuevas vías de sintonía más allá del PNV son cada vez más. Una de las últimas voces en hacerlo ha sido Jesús Egiguren. Quien fuera presidente del PSE se ha mostrado partidario de que el PSE deje de ser una mera ‘muletilla’ del PNV y que se plantee a liderar una alianza de izquierdas capaz de gobernar Euskadi y las principales instituciones vascas.
Pero las resistencias en el seno del partido llegan de donde menos lo hubiera esperado la actual clase dirigente del PSE. El secretario general de las juventudes del PSE, Víctor Trimiño, cuestionó el acercamiento de su partido a la izquierda abertzale en lo que consideró un injustificado ejercicio de “blanqueamiento”.
Críticas internas
En su discurso tras ser elegido, -el pasado mes de septiembre-, para liderar las juventudes socialistas en Euskadi, cuestionó “cualquier intento por normalizar o por blanquear a una fuerza política que sigue siendo incapaz de condenar más de 850 asesinatos y que continúa ensalzando a los terroristas que los cometieron”. “Ninguna necesidad aritmética justifica tratar como un partido más a quien desde un punto de vista ético no lo son”, aseguró. La dirección del PSE no tardó en cuestionar las palabras de Trimiño y apartarlo de la exposición mediática.
Por el momento, las tres formaciones de izquierdas y el PNV conviven en una extraña armonía. En Euskadi los gobiernos de coalición PNV-PSE parecen consolidados pero mirando de reojo los episodios de entendimiento socialista con Podemos y EH Bildu. En Madrid, el PNV también se mantiene en el seno de los partidos dispuestos a respaldar a Sánchez pero sin evitar la crítica, en ocasiones contundente, a ciertos movimientos de Unidas Podemos.
El miércoles de la próxima semana el Gobierno vasco se reunirá con Elkarrekin Podemos. La formación ha pasado en apenas unos meses de defender una triple alianza de izquierdas para arrebatar el poder al PNV o de cuestionar con dureza sus presupuestos y gestión, a acceder a negociar las cuentas. Podemos en el País Vasco acude a la cita con el consejero dispuestos a escuchar y a no platear ‘líneas rojas’ al Ejecutivo del que también forma parte el PSE.
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