El Gobierno vasco quiere que los ciudadanos registren en el sistema vasco de salud cuál es su preferencia lingüística para relacionarse con Osakidetza. El servicio vasco de salud es en la actualidad la mayor empresa de Euskadi, con una plantilla estructural de casi 28.000 trabajadores, y da servicio a una población de casi 2,1 ciudadanos. La aspiración del Ejecutivo de registrar la preferencia idiomática de los usuarios de su sanidad es antigua. El proyecto data de 2013, cuando se aprobó su II Plan de Euskera en el que inicialmente incluyó la orden a los sistemas administrativos de la sanidad pública de preguntar “siempre” a los ciudadanos en qué lengua oficial, euskera o castellano, querían ser tratados de modo preferente para hacerlo constar en una base de datos. La polémica suscitada ante tal pretensión hizo que la medida se incorporara como un derecho de los vascos y que sólo de modo voluntario y por deseo propio hacer constar su lengua de relación con el Servicio Vasco de Salud.
En los últimos años las campañas de impulso para hacer constar la preferencia idiomática se han repetido, si bien con resultados modestos. El castellano es la lengua habitual de relación entre la ciudadanía de Euskadi y sus servicios de salud públicos. Hasta ahora el número de ciudadanos que han hecho constar su preferencia por el euskera ha ido en aumento. En 2020 algo más de 285.500 usuarios constaban en el registro como demandantes de una atención preferentemente euskaldun. Esa cifra representa alrededor del 13% de la población.
El Ejecutivo vasco quiere dar un impulso importante este año a esta medida. Tal y como recoge en la memoria de su proyecto presupuestario, Osakidetza se ha fijado como objetivo que el 65% de la población deje constancia en la base de datos de cuál es su preferencia. Pese a que la modificación que se hizo en el plan de promoción del euskera establecía que la inclusión de la prioridad idiomática debía ser voluntaria y a instancia del ciudadano, en muchos casos son los propios servicios del Servicio Vasco de Salud los que consultan al ciudadano y lo hacen constar.
La apuesta por fomentar el uso del euskera en la sanidad pública es una constante de los últimos años. También la demanda ha aumentado. Respecto a 2019, el año pasado había un 15% de ciudadanos que habían solicitado ser atendidos preferentemente en euskera y un 44% más que en 2018.
Servicios bilingües
Actualmente en la sanidad pública la aspiración es poder ofertar todos los servicios de modo bilingüe, de manera que se pueda garantizar una sanidad en euskera plena. Cumplir este objetivo, que incluye no sólo la asistencia sino también aspectos como poder disponer de un historial clínico en euskera, además de las comunicaciones escritas y habladas en esta lengua, obliga intensificar el perfil bilingüe de la plantilla y poder establecer rutas asistenciales íntegramente en euskera.
Osakidetza está muy lejos de poder ser plenamente bilingüe. De las algo más de 28.500 plazas de su plantilla sólo el 40% de las plazas que requieren conocimientos de euskera están hoy ocupadas por personal con perfil lingüístico acreditado. El total de trabajadores bilingües ronda los 12.000.
Una de las mayores dificultades para poder brindar el servicio asistencial radica en poder contar con personal capaz de trabajar en ambas lenguas oficiales. En ello ha justificado históricamente el Ejecutivo vasco el elevado peso que adquieren los conocimientos de euskera en los procesos de Ofertas Públicas de Empleo que se convocan. En las últimas ediciones determinados niveles de conocimiento de euskera, como el PL2, asignaban hasta 18 puntos en la fase de méritos. Este peso que se concede al euskera es superior a acreditar un doctorado -15 puntos- o los seis puntos de un máster.
Los intentos por modificar el criterio de baremación, promovidos por la oposición, no han prosperado. Todo apunta a que en las próximas 4.000 plazas que este año anuncia la Administración vasca para el sistema sanitario también otorgue el mismo peso a la acreditación lingüística del euskera. Más aún tras comprobar que los procesos de euskaldunización y acreditación de perfiles –en muchos casos financiados con fondos públicos- llevados a cabo entre el personal que ya trabaja en el Servicio Vasco de Salud no han dado el resultado esperado.
Más plantilla
Nueva oferta de empleo que continuará engordando la plantilla estructural de Osakidetza que no ha dejado de aumentar en los últimos años. Con las plazas ahora anunciadas podría alcanzar las 32.000 personas. Hace apenas cinco años contaba con un 24% menos de trabajadores, 25.800. Una plantilla, como el conjunto de la sanidad, eminentemente femenina, no sólo en la enfermería. Siete de cada diez trabajadores del conjunto del Servicio Vasco de Salud son mujeres. Entre los cargos directivos representan el 60%. Además, entre las nuevas incorporaciones, la práctica totalidad de la enfermería suma personal femenino –el 95%- y entre los médicos, el 67%.
Las progresivas demandas de servicios, no sólo de carácter idiomático, sino también de ampliación de prestaciones y reducción de listas de espera, han intensificado la actividad. Las protestas de los empleados sanitarios por el incremento de la carga de trabajo han aumentado durante los meses de la pandemia y lo han hecho recientemente ante la campaña de vacunación aún incipiente. El pasado 30 de diciembre las principales centrales sindicales reclamaron al Gobierno vasco más personal en Atención Primaria para poder hacer frente a la situación.
Hoy la sanidad pública que debe afrontar la crisis sanitaria lo hace con más personal. En el caso de la enfermería el incremento es casi la mitad de lo que lo ha hecho el colectivo de facultativos. Así, en los últimos cinco años el colectivo de enfermería -8.700 profesionales- ha aumentado en un 5%. En cambio, el cuerpo de médicos de Osakidetza –casi 7.000- ha crecido un 9,6% desde 2016.
Euskadi envejece a un ritmo cada vez más rápido. La esperanza de vida de los vascos es de las más elevadas del mundo, cerca de 81 años en el caso de los hombre y 86,6 años en el de las mujeres. La nueva realidad, una quinta parte de la población con más de 65 años, ha derivado en un incremento imparable del presupuesto sanitario, el más alto por habitante de toda España, 1.801 euros per cápita. La factura de la sanidad en el País Vasco ha crecido en sólo cinco años un 12% y hoy representa la partida más elevada del presupuesto de la comunidad autónoma: 2.998 millones de euros.
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