“Habrá tensiones”. Quedan muchos capítulos para que el debate sobre la viabilidad de Ciudadanos como proyecto con futuro político se oficialice en el partido y, en todo caso, dependerá de factores como los resultados en las próximas citas electorales autonómicas, con el foco puesto en las catalanas, entendidas en parte como un plebiscito entre las fuerzas de centroderecha una vez consolidado el giro al “centro, centro, centro” de Pablo Casado; o de la medida en que el partido naranja consiga taponar posibles nuevas fugas como la de Lorena Roldán hacia el PP, porque “no será la última”.
No obstante, una corriente empieza a crecer en las filas del partido liberal, cargos que creen que si se confirma una debacle en Cataluña los factores en contra para la continuidad política de un proyecto en solitario van a pesar demasiado y para los que el hecho de abrir la puerta a firmar una alianza con el PP, una "reagrupación" a futuros con los de Casado -eso sí, "con condiciones"- ha de ser un escenario plausible en los cálculos de la actual dirección naranja, una "salida" a estudiar ante la posibilidad de que el proyecto liberal se desangre si no consiguen remontar tras las catalanas.
"Los precedentes no son buenos", comentan estas fuentes, procedentes especialmente de las vertientes territoriales del partido. "Se producirá una cierta escisión entre los que quieren mantener el proyecto autónomo pese a todo" y los que se abrirán a una suerte de "alianza" con los populares. Aunque vaticinan que esa contienda interna -cuyos adalides son cargos de mayor o menor rango identificados especialmente con la corriente de Albert Rivera que mantienen aún el carné naranja- es poco probable que fructifique antes de las próximas elecciones generales, aunque un resultado catastrófico en las elecciones catalanas, ahora aplazadas hasta el 30 de mayo, aceleraría ese proceso.
Preguntados por este asunto, fuentes de la directiva liberal no niegan la existencia de recelos internos, aunque quitan hierro a la cuestión asumiendo que se trata de cargos que "no dan la cara" y que priorizan su "proyecto personal" por encima del "proyecto político" que constituye Ciudadanos, un partido que "no se vende a intereses individuales".
"Quien no está a gusto puede marcharse", subrayan, utilizando el mismo argumento que se ha empleado también en público para responder a la sorpresiva salida de su ex candidata a la presidencia de la Generalitat a las filas de Alejandro Fernández. "Hay hueco suficiente para un proyecto autónomo. Y hay un espacio político que una eventual fusión con el PP no podría cubrir. Ese espacio electoral, por pequeño que sea, permanecería huérfano", responde otra fuente de la órbita de Inés Arrimadas, contraria a esa confluencia con los de Casado.
Y a Génova tampoco le interesa pisar, al menos de momento, el acelerador en su decidida estrategia de "absorción" del partido naranja. Las siguientes maniobras se cocinarán a fuego lento, a sabiendas de que intentar dar la puntilla antes de tiempo a los liberales es un movimiento que podría volvérseles en contra dado que, al menos de momento, es Ciudadanos quien sostiene prácticamente todo el poder territorial del PP.
La dirección mantiene en pausa el acercamiento a los antiguos popes naranjas, entre ellos José Manuel Villegas conscientes de que la entrada de dirigentes o ex dirigentes de la talla del ex número dos de Ciudadanos marcaría el camino y abriría la veda a que más cargos de la formación de Arrimadas decidan dar el paso y probar suerte en el proyecto de oposición "moderada" que encabeza Casado.
Alianzas territoriales
Casado y Arrimadas mantienen una relación cordial pese a las últimas tensiones, aunque ambas direcciones han abierto una guerra fría sin medias tintas tras la maniobra "de mal gusto" de Génova para intentar "borrar del mapa" el proyecto naranja a cuenta del fichaje de Lorena Roldán. Sin embargo, ese enfrentamiento entre ambas direcciones no repercute en la relación de PP y Cs a nivel territorial, que fuentes conocedoras de este vínculo tachan de "excelente" en regiones como Andalucía, Castilla y León o Comunidad Valenciana.
Antes de abordar una refundición con las siglas populares y ante las citas autonómicas que restan antes de que se abran las urnas de unas elecciones generales generales, el paso que a muchos no les importaría dar es el de impulsar una alianza con PP allí donde haya comicios, como se intentó en Cataluña y que fracasó, entre otros motivos, por la intención de Ciudadanos de capitanear dicha candidatura al ser la fuerza mayoritaria del Parlament.
Una suerte de 'Andalucía Suma' o 'Comunidad Valenciana Suma' constituye una buena baza electoral para ciertos sectores territoriales de Ciudadanos, entendida como una oportunidad de supervivencia si persisten los malos pronósticos electorales. Uno de los que abrió públicamente la puerta a esta posibilidad fue el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín que, sin embargo, fue descartada por Arrimadas. "No es una opción que contemplemos", dijo. "En la dirección están obsesionados con las baronías y quieren marcar una estrategia de confrontación con el PP. Y eso sólo nos perjudica", contradice un dirigente
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