El “milagro” israelí en la vacunación contra el coronavirus tenía un precio: 19,5 euros por dosis frente a los 12 que paga la Unión Europea. Y la gran distribuidora también es Pfizer. Este es un ejemplo que apuntala el que comienza a ser un temor cada vez más creciente en el Ejecutivo, esto es, que la farmacéutica esté primando en el reparto de vacunas a los países dispuestos a reventar el mercado abonando más por los viales.
En el último Consejo Interterritorial de Salud, celebrado el pasado miércoles, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, informó a los consejeros autonómicos que se habían comprado más vacunas de Pfizer pero que no llegarían hasta el segundo trimestre del año, esto es, a partir de abril, de modo que había que adecuar las que se disponen en la actualidad para priorizar la segunda dosis.
Las sospechas sobre el gigante estadounidense, que alega problemas de producción con el consiguiente retraso en la entrega de vacunas a Europa, han encendido todas las alarmas. Según fuentes gubernamentales, los beneficiarios serían buena parte de los países del Golfo Pérsico, cuyo altísimo nivel de renta permite romper los precios al alza y hacer que se desvíe parte de la producción ya apalabrada con Europa.
Bajo el paraguas de la UE
Se felicitan, en todo caso en Moncloa, de que España esté bajo el paraguas de la Unión, lo que permite ejercer más presión, pero aún así, y a pesar del malestar que han expresado distintos países de la UE sobre la reducción considerable de viales que se van a recibir respecto a los comprometidos, la situación no va a mejorar en los próximos tres meses, como poco.
A fin de cuentas no es esta una situación inédita en la lucha contra la pandemia. Durante la primera ola del Covid la batalla fue por las mascarillas y por los equipos de protección del personal sanitario. Se generó una especie de mercado persa, al mejor postor, que provocó situaciones escandalosas, como desviar a otro cliente un pedido ya contratado porque pagaba más. En aquel momento cada país de la Unión, en el ámbito europeo, y cada Comunidad autónoma, en el español, tenía que pugnar en los mercados internacionales, fundamentalmente chinos, por hacerse con equipamiento, una vez demostrado el fracaso de intentar centralizar las compras a través del Ministerio de Sanidad.
Esta vez, la Comisión Europea decidió asumir el mando único en la adquisición de vacunas para asegurar un reparto justo entre los países
del club conforme al criterio poblacional. En todo caso, tuvo la previsión
de optar no sólo a la de Pfizer sino a otras como la de Moderna, lo que puede servir para compensar los problemas que está dando la
farmacéutica americana.
A esta indeseable situación se une el cambio de ficha técnica de la
vacuna, por la cual, de cada vial se puede extraer seis dosis y no cinco
como especificaban al principio, de modo que España recibirá un 17
por ciento menos de los viales inicialmente previstos. La farmacéutica aseguró en su momento a El Independiente que cumplirían sus compromisos conforme a los “acuerdos existentes, que siempre se basan en la entrega de dosis, no en viales, y la ficha técnica es válida en ese país”, porque la Agencia Española del Medicamente la validó el pasado día 8.
El reparto de las vacunas ha abierto un nuevo frente de batalla. La Comunidad de Madrid se queja de que esta semana “han llegado la mitad de las previstas, que iban a ser unas 48.500, y la que viene tampoco será distinta". Sanidad ha comunicado a la Consejería que recibirán entre 40.000 y 45.000, una cantidad “claramente insuficiente”, según fuentes autonómicas. A ello se une que el Ministerio está adelantando el reparto a aquellos territorios que no se han guardado viales para la segunda dosis, cosa que sí ha hecho Madrid. De hecho, el territorio presidido por Isabel Díaz Ayuso ha suspendido la vacunación del personal sanitario por falta de viales.
Además, cinco regiones se han quedado ya sin vacunas. Son Melilla, Cantabria, Asturias, la Comunidad Valenciana y Galicia, que han usado el 99,98 por ciento de las dosis recibidas, según el último informe del Ministerio de Sanidad. A este ritmo es prácticamente imposible que a la vuelta del verano se haya alcanzado la inmunidad de rebaño con el 70 por ciento de la población vacunada.
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