Sólo es algo más de oxígeno. Quizá insuficiente para muchos, quizá la salvación para otros. En miles de bares y restaurantes vascos ayer se volvieron a llenar despensas y frigoríficos, se prepararon elaboraciones y se llamó a parte de su personal parado desde hace semanas. La decisión del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco de suspender cautelarmente el punto del decreto del Gobierno Urkullu que obliga al cierre de la hostelería en los municipios que entren en ‘zona roja’ –más de 500 casos por cada 100.000 habitantes- fue recibida con alivio y algo de esperanza.
Pero también con prudencia, mucha. El sector sabe que en cualquier momento las puertas pueden cerrarse y las restricciones aprobadas por el Ejecutivo, endurecerse. La situación de muchos profesionales ya no da más de sí: “En mayo a un compañero le echan de casa. Ha tenido que dejar de pagar el piso, no tenía dinero. Cobraba algo y, de aquella manera, por el ERTE y trabajaba para mí al 50%. Venía para ayudarme, era el que fregaba. Pero ahora, como no hay trabajo, el que friega soy yo. Está todo muy jodido. Y como él, habrá muchos casos más”, asegura Paul Ibarra, responsable del restaurante ‘Los Fueros’ de Bilbao.
Hasta la llegada del coronavirus, en Euskadi cerca de 60.000 personas vivían de la hostelería. Se trata de un sector clave en la cultura, imagen y economía vasca que antes de que el Covid removiera nuestras vidas contaba con casi 14.000 establecimientos en el País Vasco. El confinamiento total de primavera fue el primer gran golpe, el cierre de noviembre el segundo y la clausura en los municipios en peor situación –alrededor de 80, incluidas las tres capitales- ha sido la gota que ha colmado el vaso. La angustia por la supervivencia llevó a las asociaciones de hostelería a movilizarse, unirse y acudir a los tribunales. Ahora, vencida la primera batalla, podrán abrir a partir de hoy.
Lo harán con limitaciones de aforo, al 50%, con mesas de 4 personas, a metro y medio de distancia, con cierre a las 20.00 horas y sin poder hacer uso de la barra. “Yo por ahora aguanto. Un compañero en cambio ya le ha dicho a quien le lleva las cuentas que le avise cuando esto (las deudas) sea demasiado grande, no quiere estar endeudado el resto de su vida”, apunta Ibarra.
Alquileres de 10.000 euros
En el País Vasco se pagan algunos de los precios de alquiler más elevados de toda España, con ciudades como San Sebastián o Bilbao en los puestos de cabeza. Se trata de un coste fijo que lleva meses engordando de números rojos los balances de cuentas de muchos negocios abocados al cierre por semanas o a una actividad limitada a la comida a domicilio: “En Bilbao, en lugares céntricos de primera línea, puedes pagar alquileres de 10.000 euros al mes y en zonas más alejadas entre 2.000 o 3.000 euros. Ese es un coste fijo al que hay que sumar la pérdida de género, la luz, el agua, los seguros”, lamenta Aitor Parte. Su grupo hostelero agrupa a ocho restaurantes en Bilbao, como el ‘Víctor Montes’, ‘La Olla’, ‘Toma y Daca’ o el ‘Markina’ y cuenta con una plantilla “que antes superaba el centenar de personas”.
Como el resto del sector, suman ya demasiados días en blanco: “Tradicionalmente diciembre es el mejor mes del año. En tres de nuestros locales este año hemos facturado el 10% de cualquier otro año y en el mejor de ellos no hemos llegado al 50%. No abrimos para ganar dinero sino para perder menos”, señala.
El responsable de ‘Los fueros’ destaca que la capacidad de resistencia hace tiempo que se ha resentido, que la presión empieza a ser insostenible. “Muchos compañeros de este mundillo son gente alegre y combativa, pero este año he visto gente llorar. Ves que tu negocio, tu forma de vida, está en peligro, que cada día debes más dinero. Es duro. Pierdes dinero no sólo cuando estás cerrado sino cuando abres, porque abres como puedes hacerlo, con las limitaciones que tienes”, afirma Ibarra. Además de las restricciones de aforos y funcionamiento, en los municipios con un nivel de incidencia superior a los 500 casos por cada 100.000 habitantes los hosteleros sólo podrán acceder a clientes del municipio. La entrada y salida de los pueblos ‘rojos’ está prohibida. “Nos sentimos maltratados. Se estaba siendo muy injusto con nosotros”, lamenta.
Tras la alegría por la sentencia cautelar de los jueces, ayer no tardó en llegar el temor. El revés que la decisión de la justicia supone para el Gobierno vasco ha comenzado a precipitar la preocupación ante la posibilidad de que esta misma semana el Ejecutivo pueda contrarrestar endureciendo las medidas durante la reunión de su consejo asesor. “Creemos que puede haber represalias, es lo que nos empieza a llegar. Por eso nuestro sentimiento es de felicidad pero también de cierta incertidumbre”, señala el responsable del grupo Amaren.
Facturación al 50%
Parte asegura que el modo en el que se toman las decisiones, la falta de planificación y previsión les está situando en un contexto complicado de gestionar para planificar una actividad como la hostelera. “Trabajar así es inhumano. Te cierran de un día para otro, ahora podemos abrir y quién sabe si el viernes vuelven a tomar alguna medida y cambian de nuevo las condiciones.
Las ayudas prometidas por la Administración apenas acaban de comenzar a llegar. Son las correspondientes al primer periodo de confinamiento total adoptado allá por el mes de marzo pasado. Han pasado nueve meses y los primeros importes se reciben ahora: “Las ayudas han llegado tarde, a finales de enero. Para entonces algunos ya se habían arruinado. Si tienes un alquiler mensual de 10.000 euros imagínate lo que supone una ayuda de 3.000 euros”, asegura Aitor.
El gerente de la Asociación de Hostelería de Bizkaia, Héctor Sánchez, asegura que la decisión del TSJPV supone un pequeño respiro, “la situación es dramática para la inmensa mayoría”: “La facturación de todo 2020 será menos del 50% del año anterior”. Afirma que son ellos los primeros interesados en que se cumplan las medidas de protección que impidan cualquier tipo de incidencia negativa en la evolución de la pandemia: “Somos conscientes de que sin salud no hay hostelería. Claro que es importante la responsabilidad en el sector en el cumplimiento de las medidas, pero también la colaboración de los clientes”, señala.
Todos ellos constatan que en términos mayoritarios el comportamiento de los clientes ha cambiado para bien respecto a la pasada primavera. “La conciencia es cada vez mayor y lo notas. Con lo que nos estamos jugando debe ser así. Nosotros estamos concienciados desde hace mucho tiempo”.
Malestar del Gobierno vasco
El sector defiende que no son ellos el factor que altera la evolución de la pandemia. Ahora el TSJPV incluso les ha dado la razón al señalar que los informes analizados les permiten concluir que no se puede establecer una relación clara entre la apertura de los establecimientos y el repunte de casos. Los jueces en cambio sí determinan que el incremento pueda relacionarse con las celebraciones navideñas. La posibilidad de reabrir la hostelería con las restricciones determinadas en diciembre no supondrían “un elemento de riesgo cierto y grave para la salud pública”.
Una conclusión de la Justicia que ha suscitado un profundo malestar en el Gobierno de Urkullu, no sólo por desactivar parte de su decreto sino también por inmiscuirse en la interpretación de los factores de incidencia de la pandemia. El portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, aseguró ayer que no comparten la resolución que permite abrir la hostelería en zonas de especial incidencia de Covid. Más aún, denuncian que les deja con “una herramienta menos” para hacer frente a los contagios precisamente en municipios con mayor grado de infecciones y a puertas de la llegada del Carnaval: “Resulta especialmente grave que el tribunal entre a valorar motu propio cuestiones como el riesgo epidemiológico”.
El viernes se reúne el comité asesor del Gobierno y tras analizar la situación actual, con un nivel de incidencia acumulada que ronda los 600 casos por cada 100.000 podría adoptar nuevas restricciones, incluso medidas que pudieran afectar a la actividad hostelera.
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